Un hotel en Benidorm, una amistad desde el instituto, un spa que aumenta la tensión, creerse Beyoncé en un karaoke, perder la cuenta de la cerveza, el vino y el tequila, confesar a deshora lo que está prohibido y revivir la angustia vital que todos tenemos dentro. Solo el humor y la amistad conseguirán convertir algo tan doloroso como el abandono en una especie de celebración del nuevo estado civil de Soledad; o, al menos, eso es lo que pretende transmitir la compañía murciana Doble K Teatro con Despedida de casada, un montaje protagonizado por Inmaculada Rufete, Eva Torres, Susi Espín y Rocío Bernal que dirige Encarna Illán y produce Alfredo Zamora. Con este último hablamos a raíz de la presentación que este domingo tienen en el Auditorio Municipal de Calasparra, a cuyo público avisan: esta obra es una comedia «con un toque de limón y sal», pero que, ante todo, busca celebrar la vida. Sea como sea y venga como venga.

Despedida de casada es la última apuesta de Doble K Teatro, una comedia «con un toque limón y sal». Quizá sea eso lo que más falta nos haga en estos tiempos, ¿no?

Sí. Sobre todo porque, más que una comedia, Despedida de casada es una fiesta. Una fiesta y un canto a la amistad (porque es la historia de cuatro amigas, de cuatro mujeres). Y tiene un toque de limón y sal porque la vida es un poco así... El punto de partida de esta aventura loca es el divorcio de una chica a la que se le cae el mundo cuando se da cuenta de que su matrimonio se ha acabado. De pronto, una mañana al levantarse descubre que su marido la ha abandonado tan solo un año después de casarse. En ese momento, la función remonta de la mano de tres amigas absolutamente maravillosas que, en un canto a la vida, se la llevan a una ‘despedida de casada’ a Benidorm. ¡Ah! Y, por cierto, es una función hecha por mujeres, sobre la mujer y desde la mujer.

La obra tiene ciertas similitudes con esta situación que estamos viviendo ahora mismo, ¿no? Quiero decir: nosotros también necesitamos que alguien (el teatro, en este caso) nos vuelva a sacar una sonrisa.

Absolutamente. Vivimos una situación muy dura, una pandemia que ha hecho que haya gente pasándolo realmente mal, con muchos fallecidos, y necesitamos ese impulso, esa hora y media en la que poder evadirnos; que no es que nos vaya a servir para olvidarlo todo, pero aunque ahora vengan mal dada, tenemos derecho a sacar una sonrisa de vez en cuando y a volver a sonreír. Y el teatro es el alimento para las compañías que estamos en la carretera, pero también para el alma del espectador. Porque el espectador está con muchas ganas, te lo garantizo. Está agotando las localidades allá por donde vamos; siempre con todas las limitaciones y restricciones, pero demostrando que tiene muchas ganas de ver teatro.

Rocío Bernal, Inmaculada Rufete, Eva Torres y Susi Espín son las protagonistas de esta obra y, además, una combinación interpretativa perfecta que pone de manifiesto el potencial actoral murciano.

Sin duda. En Doble K Teatro siempre trabajamos con la gente que ya nos conocemos, por lo que desde hace años mantenemos un grupo más o menos estable. De una producción a otra va cambiando algún actor, pero tenemos por norma trabajar con quien vayamos a estar a gusto. Te cuento esto porque, cuando planteamos Despedida de casada –sabiendo que, si vamos a contar una historia sobre la mujer, lo tenía que dirigir una directora–, antes incluso de que se escribiera el texto, ya teníamos claro quiénes debían ser las encargadas de llevarla a escena. Porque además de actrices increíbles, son grandes amigas, y queríamos que esa energía y buena relación que hay entre ellas quedara patente en el escenario.

Hablaba del texto, firmado por la murciana Natalia Yurena Rodríguez y que está siendo dirigido por Encarna Illán.

Sí. Cuando iniciamos este proyecto me limité a buscar ‘miradas femeninas’, esas que necesitaba el espectáculo desde la dirección, la autoría y los personajes. Incluso en la función hay unos audiovisuales y quisimos que esa realización también fuera hecha por una mujer, e igual sucede con la escenografía. Hemos querido sumar voces y miradas femeninas para que se convirtiera en un canto a la amistad y a la mujer (sin olvidarnos, por supuesto, de que la obra tienen un trasfondo feminista).

Y lo hacen desde un humor que, por momentos, puede llegar al genero de lo absurdo.

No es exactamente género de lo absurdo..., diría que nos hemos dejado llevar más por la comedia de situación. Es decir, se pueden plantear situaciones un poco absurdas, pero desde la absurdez de los personajes. Podríamos pensar más bien en series como Friends, que no vienen tanto de lo absurdo de la situación, como de lo disparatado de los personajes.

Por cierto, una semana antes del estreno de Despedida de casada llegó el confinamiento. ¿Qué tal está yendo el regreso a los escenarios?

La obra se iba a estrenar el 21 de marzo de 2020, y nos confinaron el día 14... Teníamos todo montado en una nave, fuimos a un ensayo general y ahí se quedó todo parado durante muchos meses. Pero bueno, el regreso está siendo magnífico. Como te decía, la gente llega con ganas y por donde estamos pasando se están agotando las localidades. Detecto que la gente tiene muchas ganas de ir al teatro; hemos estado un año muy limitados y el público estaba deseando volver a sus butacas. Y, por suerte, los Ayuntamientos están cumpliendo y las funciones que se tuvieron que cancelar están siendo reubicadas. Así que, bueno, está siendo muy bonito. Pero crucemos los dedos porque todos podamos tener pronto una vida normal (también el teatro).