Luis Brea es un músico singular, sin miedo a nada. Su música es sinónimo de letras intensas, guitarras eléctricas y baterías potentes, aunque esta vez viene en acústico –sesión vermú mañana en la terraza de El Batel–, a guitarra y voz. Brea compone y actúa como piensa, con total libertad, y transmite con una canción cientos de recuerdos y deseos. Confirmado como creador de canciones pop sugerentes desde una aparente naturalidad costumbrista, el madrileño presenta un reconfortante catálogo vitaminado y enérgico de jugosas melodías, excusa ideal para hablar con él de su carrera, que tuvo la última parada discográfica en 2018 con el EP Supermariachi.

La última vez que viniste por aquí fue con el Microsonidos.

Creo recordar que en La Yesería..., sí, en un concierto acústico. Tengo un recuerdo increíble de aquel concierto. Había mucha gente y fue muy bonito, muy especial.

Tu proyecto ha cristalizado en Luis Brea y El Miedo.

Sí. El primer LP está bajo el nombre de Luis Brea, pero luego ya, a partir del disco Luis Brea y el miedo (2015), el proyecto adoptó ese nombre. A partir de ahí editamos el siguiente (Usted se encuentra aquí), y luego un EP de cuatro canciones que se llama Supermariachi.

¿Dónde te encuentras ahora? ¿Eres de los privilegiados que ha aguantado la pandemia en algún lugar idílico?

Pues mira, he tenido de todo. Justo cuando empezó la pandemia, mi hija pequeña tenía un año. Así que tuvimos que confinarnos con los niños –con la dificultad que eso atañe– y, en el hueco que hubo en verano, tomamos la decisión de cambiar de domicilio, y nos hemos venido a un sitio con arena y con agua. Ha sido un proceso vital duro y extraño (dentro de la marcianada que supone todo esto). De hecho, me ha costado un poco recuperar el ritmo de composición y centrarme en lo que quería hacer, pero ya llevo trabajando unos meses en el nuevo material, sé la dirección que quiero llevar y, espero que a finales de año (septiembre, octubre), pueda tener algo ya que enseñar. Y será el resultado de todo este proceso que te acabo de contar.

Se ve que no todo fue elegir a la ‘reina del pop’...

La ‘reina del pop’ es una especie de imagen de fuerza y de voluntad. De alguna manera encarna una serie de características que necesitamos ahora; entre ellas, empujar mucho, porque nuestro sector se ha visto muy afectado por la crisis sanitaria... Creo que es un buen estandarte para volver con fuerza.

¿Esa canción (Nueva generación) podría ir sobre el cambio generacional?

Va justo sobre un cambio generacional. Sobre cómo vamos eligiendo a los nuevos iconos; sobre cómo se renuevan y llegan nuevos ídolos con más fuerza y cosas que decir. Pero a veces me da un poco de miedo –siendo ya un poco ‘pureta’– que esos iconos desplacen totalmente al pasado, a la memoria, como si de repente empezáramos siempre de cero; y siempre hay algo sobre lo que construir, y siempre hay formas de mirar al pasado y recordar cosas que han sucedido. Lo creo importante. La ‘reina del pop’ es mi homenaje a esa renovación juvenil, pero también creo que es importante tener memoria, y saber de dónde venimos.

En torno a este tema, llama mucho la atención el videoclip. Conseguiste localizar a muchas estrellas de la escena... No sé si todos sentían lo mismo que tú.

Estoy superagradecido a todos los amigos y amigas que colaboraron en el disco. Empezamos a contactar con gente y hubo una voluntad muy generosa por parte de todos a la hora de tomar parte en esta canción. Supongo que cada uno haría su interpretación personal sobre la ‘reina del pop’. Lo que sí moló mucho fue vernos a todos en esos cinco minutos bailando y haciendo nuestra propia interpretación. Me emociono mucho cada vez que lo veo y veo a todas esas personas juntas en el mismo espacio.

¿Por qué crees que hay ese empeño por vender que los músicos empezáis de cero cada dos por tres?

No lo sé muy bien... Permíteme ponerme un poco cultureta: decía Hitchcock que eres la última película que has hecho, y a lo mejor este negocio funciona así y realmente eres lo último que haces. Está claro que cada proyecto tiene su vida, su ciclo, su gira..., pero cuando todo eso termina y vuelves a empezar, no partes de cero (hay un histórico acumulado). Y sales a tocar en directo y esa andadura sale a relucir.

Alguien ha llegado a decir que hay un Luis Brea que quiere contar historias que todo el mundo corea y entiende, y otro que quiere ser más abstracto, más misterioso, o vagamente experimental. ¿En qué punto te encuentras? ¿Quién se impone?

Ahora que me pillas en medio de un proceso creativo importante y me cuesta muchísimo renunciar a esas distintas caras. En cada una de ellas encuentro descanso, me lo paso bien y disfruto. A veces me pongo un poco más detallista y más ‘pesao’, y me gusta que una letra tenga mogollón de palabras y de chapa, y otras veces prefiero ser más sintético. Me cuesta mucho renunciar a una de las dos. No sé si eso es un problema para definir lo que es Luis Brea o no, pero... Habría que decir que soy esas dos partes, y a mí me mola que sea así, que haya una parte para lo más onírico y otra para algo más detallado, con referencias más comunes, de la vida diaria.

En cualquier caso, cuando estás tocando en directo, cada canción tiene su espacio, su momento. Lo importante es que la gente se identifique con lo que estás cantando. A mí me gusta siempre explorar y tirarme a la piscina con cosas nuevas, y a ver qué pasa. Nunca me he cortado en ese sentido.

¿Piensas mucho en el público o en la crítica cuando compones?

En la crítica no. No suelo leer mucho las críticas de mis discos. Agradezco mucho la mención, pero yo suelo pensármelo mucho, doy muchas vueltas a lo que edito, y hasta que no estoy a gusto y tengo una relación personal muy cómoda con lo que hago, no lo enseño siquiera. Para mí eso ya es suficiente. Cuando ya me identifico y me lo paso bien con lo que hago, luego cada uno que haga su interpretación y que comente lo que quiera.

Lo que sí me ocurre es que, cuando consigues por fin entrar en una canción y empiezas a dialogar con ella, visualizas cómo va a funcionar y qué camino seguir. Hay temas que a lo mejor son de estudio, canciones que son más de directo... Pero está bien. Yo no podría decir que llevo un estilo totalmente intimista. No. A mí me gustaría escribir una canción que 5.000 personas corearan, ¿por qué no? Pero todo depende de la canción; no soy demasiado integrista en ese sentido... .

¿El 2020 fue un año provechoso compositivamente?

Para mí sí. El primer encierro fue más de tocar para gente y sí que estaba un poco bloqueado en cuanto a lo de escribir, pero cuando pasó un poco el tiempo ya empezó a salir todo. No ha sido sencillo, pero ha habido un trabajo fluido de escritura que luego he musicado. Para mí no ha sido para nada un año perdido; es más, según la forma en que yo trabajo, a mí parar me ayuda. Creo que es importante parar para reflexionar, escoger temas, saber en qué momento estás y qué tienes que contar. Muchas veces, el ritmo frenético no sé si apoya mucho la reflexión a la hora de hacer nuevos trabajos... Después de Hipotenusa paré y me ha ido bien, y ahora se ha vuelto a parar obligatoriamente y estoy contento con lo que me estoy encontrando.

¿Cómo llevas actuar en directo ahora, con tantas restricciones?

Es diferente, pero no lo llevo mal. Y es lo que tenemos. Es un espacio que está más limitado, pero bueno, dentro de esa limitación, con las personas que asisten hay una especie de ‘confort’, un contexto diferente... La gente está sentada, está más atenta, no está continuamente yendo a la barra... Para los conciertos acústicos es mejor, sin duda; te permite explorar lugares que no visitarías si hubiera jaleo. En fin, es otra forma de verlo, otra forma de enfocar la actuación, y tenemos que adaptarnos.

¿Y qué hacemos con la industria musical? Se vendían pocos discos, pero antes de la pandemia estaba el sustento de los conciertos. ¿Hacia dónde va la música?

Me da un poco de miedo preguntarme a dónde va la música... Pero es que para mí dejar de hacer esto no es una alternativa. Yo voy a seguir, y ya veremos lo que nos encontramos... Lucharemos con toda la fuerza y toda la ilusión contra esta situación tan marciana. Espero que sea temporal y que se pueda recuperar, no una ‘nueva normalidad’, sino la antigua. Pero, ocurra lo que ocurra en el futuro, yo me levanto por la mañana, desayuno y lo primero que hago es engancharme a una guitarra. Me puedo tirar horas. Y lo voy a seguir haciendo.

Miedo al miedo. Llega un momento en que nada avergüenza, nada impone.

No sé si es vergüenza o imposición o que estás convencido ya de lo que te gusta y sigues con ello sin dudar. De todas formas, siempre ha habido juventud, nuevas propuestas que desde el primer momento han dicho: «Vamos hacia delante». Lo importante al final es que sigas teniendo ilusión por lo que haces, por tu trabajo, mantener ese tono, esa llama, e intentar superar las adversidades que vayan surgiendo.

Vuelven los conciertos, cada vez menos tímidamente, e incluso hay anunciados festivales. ¿Cómo ves este panorama?

La verdad es que no sabría que decirte. Se ha hecho un concierto muy importante (el de Love of Lesbian) con suficientes medidas de seguridad como para demostrar que se pueden hacer cosas con sentido. Yo ahora estoy centrado en mi composición, en lo que voy a grabar. Imagino que poco a poco, igual que a mí se me ha dado la oportunidad de tocar la guitarra en un sitio con diez personas y he ido, los festivales tendrán que adaptarse a esta nueva situación y optimizar recursos, y hacer lo que puedan con todas las medid de seguridad posibles y todo controlado hasta que podamos normalizar un poco esta situación. Pero en detalle no sabría decirte ahora mismo cuáles son los logros o la viabilidad que pueden tener ese tipo de festivales ahora mismo.

Llegaremos hasta donde podamos, y un poco más si es posible. ¿Cómo será tu concierto en El Batel? ¿Vienes con tu banda? ¿Estrenarás nuevas canciones?

Voy yo solo en acústico. Últimamente los conciertos los estoy haciendo yo solo con mi guitarra, y es algo que me apetecía y estoy disfrutando mucho, porque yo empecé así. Y estoy muy contento, porque es otra dimensión en la que puedo manejar los tempos, el ritmo..., no estás sujeto a otras cosas, y tiene otro plano emocional guiado por las mismas canciones. Pero que nadie se piense que por ser acústicas las vaya a tocar más lentito [Risas]. Me gusta que se monte una fiesta aunque vaya solo con la guitarra. Avisados estáis.