El bailaor sevillano Juan Manuel Fernández Montoya, más conocido como Farruquito (Sevilla, 1982), llevará al Teatro del Soho CaixaBank de Málaga, el próximo viernes, su espectáculo Íntimo con motivo del Ciclo de Flamenco del Soho.

-El Teatro del Soho está casi recién inaugurado. Inevitable preguntarle: ¿conoce a Antonio Banderas?

-¡Claro que lo conozco! Lo conocí cuando tenía 19 ó 20 años. Me invitó a su casa porque dio una fiesta por el Día de Andalucía y coincidió que yo estaba bailando cerca de su casa. A través de mi manager de entonces, me localizó y me invitó. Estuvimos bailando allí, nos enseñó su casa con Melanie Griffith, que nos atendió estupendamente. Nos trataron increíble. Más allá de esto, he coincidido varias veces más con Antonio y siempre nos ha tratado con mucho cariño y cercanía, eso es muy bueno, como es Antonio.

-¿Qué le parece que se haya comprometido con el arte jondo con este Ciclo de Flamenco?

-Antonio es malagueño y le encanta el flamenco. A mí me consta porque, cada vez que puede, organiza algo que tiene que ver con el flamenco. Además, creo que es muy inteligente y sabe que la mejor música que puede llevar por bandera es la de su tierra: el flamenco. Una de las músicas más difíciles, más ricas y más reclamadas por todo el mundo.

-¿Quién vaya a ver Íntimo, su espectáculo, terminará conociendo a Farruquito, la persona, además de al bailaor?

-Creo que sí. Precisamente porque el espectáculo está ambientado en estos momentos íntimos donde yo estoy solo con mi guitarra, con mi pensamiento, en una mesa haciendo compás y de ahí acaba naciendo un baile con una luz muy pequeña, de una forma muy íntima casi en una reunión. Comienzas a improvisar, creando el ambiente y ahí pasan cosas muy bonitas.

-¿Cómo le está afectando el parón cultural por la pandemia del coronavirus?

-Lo estamos pasando muy mal. Los flamencos vivimos del público, siempre nos hemos dedicado al flamenco y el flamenco, aunque la gente piense que es algo que se lleva en la sangre y ya está, conlleva una vida entera de trabajo, de estudio que, por cierto, hay que recordar que el flamenco se estudia. Entonces, de buenas a primeras parar tanto tiempo es complicado. Sin embargo, creo que no hay que perder la esperanza y la motivación. Lo más importante es tener salud y un cacho de pan, mientras que tengamos eso para alimentar a nuestros niños, tenemos que aunar fuerzas.

-Hace unos meses celebramos los diez años de la declaración del flamenco como patrimonio universal por parte de la Unesco. ¿Cree que ha servido para algo?

-No ha servido para nada. Ya sabíamos todos que el flamenco es patrimonio de la humanidad desde que nació. El flamenco cumple desde el principio una importancia social muy grande. El origen del flamenco viene de la expresión del pueblo gitano. Gracias a él, los gitanos pasan de ser un pueblo marginado y perseguido a ser un pueblo muy reclamado. Ahora todo el mundo quiere ser gitano si se dedica al flamenco. Que nos digan que el flamenco es patrimonio de la humanidad y que automáticamente los teatros andaluces no llenen sus programaciones de flamenco... ¿Si no se ha hecho en diez años cuándo se pretende hacer? Cuando yo voy a Viena, como capital de la música clásica, todos los teatros están ocupados con música clásica. Para bailar nosotros tenemos que estar años pidiendo fecha. Sin embargo, en España, no hay mucha programación flamenca, cuesta que te den una fecha y, cuando te la dan, te pagan lo mínimo porque creen que nos apañamos con cualquier cosa. La gente no es capaz de entender que el flamenco si no tiene unas mínimas necesidades técnicas no puede realizarse un buen espectáculo. Vamos por ahí apañándonos con lo que nos ponen. Por eso digo que no sirve, solo para que señores se pongan una medalla en un evento.

-Ha dicho que a veces ve las botas y ve "al diablo". ¿Es usted demasiado exigente consigo mismo, su peor crítico?

-El 90% de las cosas que hago no me gustan. Es muy difícil mirar a las botas y que no te salga nada nuevo, que todo sea más de lo mismo. No poder aportar nada es una de las cosas más horribles que te pueden pasar.