«Se ve muy fácilmente con los niños pequeños que tengamos a nuestro alrededor, no hace falta ni siquiera que sean tus hijos: ves a un crío pasar las páginas, observar los dibujos, que se les queda la boca abierta...y entiendes que ese es un aprendizaje que jamás se podrá dar de otra forma. A mí me emociona, me da por llorar, aunque creo que está bien que ese mundo conviva con lo digital», cuenta entre risas Marta Zafrilla. La escritora murciana -galardonada en septiembre en los Latino Book Awards por su libro infantil Las camisetas no somos servilletas- habla de la vigencia del libro infantil y juvenil, que celebra el viernes su día internacional en un momento en que está sirviendo de flotador a gran parte de la industria editorial. Lo afirma con rotundidad Isabel Ruipérez, que trabaja como dependienta en la librería Educania: «Aquí es lo que más se vende, y te puedo decir que a nosotras nos acaban saliendo las cuentas gracias al libro infantil».

Los libreros no son los únicos. «Editoriales como la mía pueden vivir gracias a este tipo de libros, sin duda -explica el ciezano Fernando Fernández, fundador del sello Alfaqueque-. Además, creo que es un sector que tiene más importancia de la que se le da, donde hay que hacer hincapié, y aquí creo que los maestros están haciendo una gran labor, es en que los niños y los adolescentes lean. Cuando tienes 40 años ya no te puedes convertir en lector. El trabajo viene de antes». La escritora Marisa López Soria incide en ese aspecto: «Es básico que haya planes bien hechos de animación lectora, porque hay una parte de las administraciones que se confunde. Aprender a leer es un proceso dificilísimo y leer por placer es otra cosa completamente diferente. En los planes de lectura se suelen mezclar esos dos aspectos. Los niños y adolescentes no saben si leen por placer o porque es bueno. Primero hay que atrapar al lector y luego que siga leyendo y trace su propio camino».

Resistencia al e-book

«La parte infantil y juvenil es -continúa López Soria-, además, la única que está saliendo ilesa del ‘mundo e-book’, porque tienes otra herramientas, unos dibujos, unos acabados, unas texturas...creo que es una relación con la lectura y con las historias que jamás va a perderse, porque, encima, el tipo de lectores a que va destinada es mucho más fiel que el adulto».

El autor Luis Leante lo corrobora: «Está demostrado que los niños y los adolescentes leen de manera espontánea más que los adultos, y con ‘espontánea’ me refiero a lectura que no esté prescrita por nadie. Yo me he dedicado muchos años a la docencia, y puedo decirte que, por mucho que los niños estén más acostumbrados a los dispositivos móviles, no terminan de relacionarlos con la lectura, lo ven más como una forma de jugar a un videojuego que como una forma de leer, para lo que siguen recurriendo al libro físico». «Siempre pongo el ejemplo de los ‘pop-ups’ [libros con desplegables] -explica Fernández-, dime tú cómo haces eso en un libro digital. Es imposible».

Y, pese a todo, se le mira por encima del hombro. «En este país parece que solo tiene respeto lo solemne y que lo infantil y juvenil es sinónimo de minucia, que tiene menos valor», se lamenta Fernández. «Cada vez hay más suplementos de literatura juvenil e infantil -explica Leante-, pero se sigue viendo desde una parte del mundo editorial como un círculo menor. Yo, como autor, te digo que se trata en ambos casos, literatura infantil y literatura ‘generalista’, de lo mismo: de contar de la mejor manera una historia que te interese».