Si la expresión 'música inteligente' tiene alguna acepción que no incite a huir hasta que se te quiebren las tibias es gracias a tipos como Salva Alambre. Tanto en Speedway como en los gloriosos Los Alambres y en solitario, el murciano es responsable de algunas de las canciones más especiales -resplandecientes, sugestivas- que se han hecho en este país. Su segundo álbum en solitario, Electromagnetismo (Repetidor, 2020), supone una vuelta de tuerca en su exploración electrónica y vuelve a mostrar su finísimo sentido del humor y su intuición para todo lo que implica ese océano llamado 'pop'.

Le he escuchado decir que el germen de Electromagnetismo surgió después de un concierto en el que improvisó con sintetizadores analógicos. ¿Qué pasó en ese concierto?

Ese concierto consistió en una superposición de bases con sonidos de sintetizadores analógicos que formaban estructuras en bucle, sobre las que fui metiendo más capas con otros sonidos electrónicos que iba improvisando en directo. A partir de ahí, trabajé sobre las combinaciones de texturas, reforcé las estructuras de base y llegué a la mayor parte de las canciones de Electromagnetismo. El último paso fue escribir las letras.

Ya en Matemática ingenua, o incluso en las últimas canciones de Los Alambres, había cierto poso electrónico, pero en Electromagnetismo se puede decir que son las sonoridades protagonistas. Mirando con perspectiva, ¿cuándo empiezan a interesarle estos sonidos y estas texturas? ¿En qué momento da el paso de escuchar electrónica a lanzarse a hacerla?

La música electrónica me ha interesado siempre, pero no cualquier tipo de electrónica... Uno de los primeros grupos en los que estuve era una banda de tecnopop y yo programaba un secuenciador casi de juguete con el que disparábamos las bases. Los Alambres, en cambio, era un grupo de guitarras, pero uno de nuestros objetivos era diluir los límites entre géneros; por eso era lógico añadir algún guiño electrónico en ciertos momentos. Además, Rafa siempre tuvo una gran habilidad para tocar la guitarra casi como si fuese un instrumento electrónico; creo que sus guitarras definieron mucho el sonido que teníamos... En Electromagnetismo ciertamente ha habido una intención clara de utilizar elementos electrónicos en detrimento de guitarras y bajos, pero tampoco fue muy premeditado, simplemente me pareció que casi todos los registros que necesitaba se podían sacar de los sintetizadores.

Apuesta, además, por una electrónica analógica. ¿Hay algo ahí de reivindicar el proceso (los procesos creativos, en general)?

Bueno, el proceso puede ser interesante cuando sientes que te lleva hacia donde tú querías, o incluso cuando te lleva a un lugar inesperado pero donde vale la pena cambiar de planes. Sin embargo, al grabar un disco buscas un resultado; si no lo consigues no hay proceso que valga. En este disco hay un predominio de sonidos analógicos, eso fue intencionado, pero tampoco prescindí completamente del sonido digital, que me interesa muchísimo.

Da la sensación de que, por muchos virajes sonoros que afronte, siempre acaba emergiendo su particular universo musical. No es difícil encontrar en Electromagnetismo algunas de las cosas que hacían tan especiales a Los Alambres, por ejemplo. ¿Es el pop -su interpretación del pop- el catalejo desde el que se puede acercar a cualquier sonoridad y a cualquier temática?

Claro. El pop puede fagocitarlo todo (a veces con mejor y otras con peor fortuna). Para mí, géneros como el deep metal o incluso la electrónica de baile son formas de pop. Luego, con las letras se puede abordar cualquier tema, se puede hablar de cualquier cosa, y eso también me gusta. En discos como el de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán tienes una micronovela en cada canción. Esa versatilidad del pop es lo que lo hace inagotable.

A partir del auge del post-punk en los ochenta se repite mucho un mantra: el gran pop es el que tiene un pie en la tradición y otro en la vanguardia. ¿Está de acuerdo? Su música se encuentra en esa retórica de lo que no acaba de morir y lo que no termina de nacer€

No estoy de acuerdo en que el gran pop tenga que tener un ojo puesto en la vanguardia. No creo que Rocío Jurado pretendiese ser en ningún momento una moderna. Sin embargo, ahí están las letras de Manuel Alejandro, su voz y su imponente presencia. Una gran canción no necesita nada más. En cuanto a mi música, tienes razón: me gusta mirar atrás, pero sin caer en la nostalgia. Creo que actualmente hay medios para que cualquiera pueda hacer cosas interesantísimas con muy poco. Hay posibilidades inmensas de hacer cosas nuevas y hay gente que las está haciendo. Creo que la idea esa de que ya está todo inventado es falsa y acomodaticia. Yo intento huir de ahí.

¿Qué encuentra en ese universo referencial de la tecnología obsoleta, de la basura espacial que recorre el disco?

Llevamos casi dos siglos viviendo en un mundo de ingenios eléctricos y ya hay toda una arqueología de la electrónica. Esa idea siempre me ha atraído. En una época donde lo novedoso queda obsoleto a la velocidad de la luz, todo lo que pasa al limbo de lo inútil me produce una gran ternura.

Alfonso Alfonso (Artificiero, Espiricom, Schwarz) dijo una vez algo así como que incluso la música supuestamente escapista es una declaración política, una forma de decir: «Esto no me mola un duro». ¿Cómo lo ve?

Lo suscribo totalmente. El escapismo es algo no solo legítimo, sino deseable en muchos casos. Creo que hay una saturación de grupos aparentemente politizados y reivindicativos simplemente porque es lo políticamente correcto ahora mismo. No creo que el arte deba suscribirse a ninguna ideología. El buen arte es político en sí mismo. Lo demás son reducciones de gente sin imaginación.

Al 'do it yourself' se le suele atribuir cierto amateurismo. Sin embargo, Electromagnetismo no tiene nada de eso; recuerda en ese sentido a los discos de Martin Newell. ¿Cómo es crecer como artista, llegar a una madurez, siguiendo esa forma de hacer las cosas? Es decir: ¿En qué se parecen cuatro chavales de 18 años tocando hardcore en un garaje al Salva Alambre que publica su segundo disco en solitario?

En lo esencial creo que mi perspectiva no ha cambiado mucho. Mi música siempre ha sido minoritaria, por lo que nunca he sentido ninguna presión respecto a lo que podía ser conveniente o no: siempre he hecho lo que me ha apetecido y me lo he pasado bien haciéndolo. Ha cambiado el nivel de exigencia en cuanto al sonido, y la confirmación de que el talento, por sí solo, no lleva a ningún sitio. Lo importante es el trabajo continuo sin esperar nada a cambio. En estos años he visto a mucha gente talentosa desistir por falta de concreción y expectativas. Por cierto, me encanta esa referencia a Martin Newell.

Uno de los aspectos que destacan de su música es su sentido del humor. Incluso en un disco como este, en el que hay unos preceptos, digamos 'serios', se acaba encontrando un espíritu lúdico por debajo. Su música es seria, pero no solemne. Recuerda a eso que decía Chesterton de que lo divertido no es lo contrario de lo serio, sino de lo aburrido. ¿Tiene alguna manera de establecer hasta dónde llega lo intelectual y dónde entra lo puramente lúdico, lo puramente pop, o es algo que le sale natural?

Estoy completamente de acuerdo con esa idea de Chesterton. También Churchill decía aquello de que una broma es algo muy serio. En España hay, por ejemplo, una fabulosa línea de humor corrosivo que recorre la literatura desde el Lazarillo y Cervantes, que pasa por Quevedo, Torres y Villarroel, y que se adentra en el siglo XX con Gómez de la Serna, Jardiel Poncela, Mihura o Azcona. Esas referencias aún pueden atisbarse en algunas cosas por aquí y por allá, y sería una pena que se perdieran, porque son de lo mejor que ha producido el genio español. Para mí, Gómez de la Serna, por ejemplo, ha sido una influencia muy profunda a la hora de concebir gran parte de mis letras.

Es fácil intuir que el camino que comenzó con Matemática ingenua y que ha continuado con Electromagnetismo tendrá nuevos capítulos con nuevas vueltas de tuerca. ¿Qué tiene en mente ahora mismo?

Pues ahora estoy terminando un disco grabado íntegramente con voces y que tratará sobre la Utopía (o utopías, porque hay muchas). Será un disco de pop melódico, pero al mismo tiempo muy electrónico por todo el procesamiento de las voces.