Hace un par de años, la artista murciana María Carbonell se «reencontró» con la obra del italiano Mimmo Rotella. Quizá uno de los creadores más influyentes del pasado siglo XX, la producción del italiano no era ni mucho menos desconocida para ella, licenciada en Bellas Artes por la Real Academia de San Carlos, pero hubo algo entonces que le hizo clic, algo que en ocasiones anteriores no supo ver; y eso que el particular Warhol del país transalpino es una referencia absoluta en la técnica del (de)collage..., que es precisamente la que trabaja Carbonell. Pero tal vez el momento fuera ahora, ahora que María ha sabido recoger las enseñanzas del maestro para hacer algo nuevo.

«Cada cierto tiempo, me gusta ponerme ante situaciones... desconocidas», explica Carbonell (Murcia, 1980), quien hasta ahora nunca había trabajado con las manos. «Yo me desenvuelvo habitualmente en el collage digital, por así decirlo: cojo fotos de Internet, las retoco y las descontextualizado, y con el resultado compongo mis propias imágenes. Sin embargo, ahora -a partir de la influencia de Rotella- lo que hago es llevar esa forma de fragmentación de la imagen al terreno literal, de manera física, con esos papeles y recortes que he ido recolectando y desgarrando», desarrolla la creadora, que ayer inauguró en T20, dentro del programa 'Rut-Art', una muestra con parte de esta nueva producción. ¿El objetivo? Mantenerse en constante evolución: «No me gusta repetir fórmulas; cuando siento que me acomodo a una forma de trabajar, que me enfrento a la obra como una autómata, me obligo a reflexionar sobre mi proceso creativo. Por eso, cuando esto pasa, intento ponerme en entornos desconocidos para mí, en situaciones incómodas como esta, porque eso me obliga a encontrar soluciones a través de nuevos procedimientos, a abrir nuevos caminos de expresión», aclara.

De hecho, en Artificial landscapes -que es como la artista ha bautizado la exposición que ya puede visitarse en la galería de la calle Victorio de Murcia- la técnica del collage utilizada no es la única novedad en la obra de Carbonell, que también ha querido trabajar un género hasta ahora ajeno a su producción: el paisaje. «Mi trabajo siempre se ha caracterizado por centrarse estéticamente en la figura humana, así que verme ante este proyecto era para mí un auténtico reto. En resumen, la idea era revisar, a través del decollage de Rotella, de esos desgarros en los muros de papel, el paisaje -como género- desde un punto de vista contemporáneo, y el resultado es una imagen híbrida en la que se suceden dos realidades distintas y separadas. Por un lado -detalla-, vemos en primer plano esos 'carteles' medio arrancados que hacen referencia a los residuos del paisaje urbano, mientras que de fondo vemos una estampa exótica, en aparencia bella, idílica, pero que en realidad son fotografías sacadas de bosques de Brasil, Filipinas y Colombia que actualmente están en riesgo de desaparecer debido a la tala descontrolada de árboles», señala Carbonell, quien apunta también que son zonas en las que el asesinato de personas que defienden el Medio Ambiente es cada vez más habitual. «Se trata de reflexionar sobre nuestra relación con el entorno que nos rodea, de repensar la relación del hombre con la naturaleza», dice la artista.

Y es que Carbonell no concibe su arte -ni ahora ni nunca- sin esa parte de cuestionamiento social o político. «En general, en todos mis proyectos hay algo así. Mi última exposición en el Párraga ( Más allá del cuerpo, inaugurada en enero de este año) tenía, por ejemplo, un carácter más político: hablaba sobre la utilización de la figura femenina desnuda como forma de protesta», recuerda la murciana, aunque aclara: «Me interesa trabajar con este tipo de tensiones, pero para mí la parte plástica de la obra sigue teniendo muchísimo peso; vamos, que no queda en un segundo plano. Lo ideal es encontrar un equilibrio entre el concepto y la materia, y que por medio de ambas partes consigas provocar emociones al espectador». En concreto, Carbonell habla de «desconcierto», de «inquietud», de «incomodidad... «Es la forma de hacer reflexionar a la gente -aclara-. Por eso yo no trabajo con imágenes dadas. Cuando yo me guardo una fotografía y la recupero para hacer una pieza con ella la tengo que 'romper' (en un sentido normalmente figurado), la tengo que descontextualizar; no puedo pintar sobre ella tal cual. La cosa es buscarle nuevos significados, y eso es lo que va a desconcertar al público, acostumbrado a recibir información de una manera más fácil y directa. Y el objetivo, claro, es que se cuestionen, y esto cada uno lo hará a su manera dependiendo de sus experiencias vitales», advierte.

Un nuevo lenguaje

Carbonell, que por primera vez expone en solitario en T20, aunque ya se le haya visto ligada a la galería murciana en anteriores ocasiones (ARCO 2020, sin ir más lejos; feria, por cierto, de la que se ha convertido en artista habitual), se muestra «muy motivada» con esta nueva etapa de su trayectoria artística. «Piensa que el proceso creativo ya era muy diferente a lo que yo estaba acostumbrada por el simple hecho de que partía de un trabajo físico que los anteriores no habían tenido, con lo que para mí era algo completamente nuevo y que he disfrutado muchísimo», asegura la autora de las trece piezas que cuelgan de las paredes de la céntrica sala de su ciudad natal. Entre ellas hay diez «obras pictóricas» y tres «obras gráficas»: estas últimas son collages sobre papel que Carbonell ha realizado con los recortes originales que durante un largo periodo inicial fue recolectando, mientras que el resto responden a un 'encuentro' entre la vieja María y la nueva. «Normalmente, lo que hago es meterme a Internet y ponerme a buscar imágenes utilizando palabras clave del proyecto en el que estoy trabajando, y eso ya es un proceso muy largo porque piensa que tienes que hacer una visualización de unas 200 para quedarte con tres o cuatro que realmente te interesan visualmente. Pero, en esta ocasión la fase de acopio de imágenes también ha sido física», señala. Páginas que se encontraba en revistas, estampas que le atraían por su textura, recortes de todo tipo..., retales que, por supuesto, posteriormente pintó con acrílicos, que desgarró emulando a Rotella... «Entonces los recojo, los trabajo, los fotografío, y ya pasamos a la parte digital, al ordenador, donde voy quitando partes, retocando e introduciendo esa imagen de fondo que, en esta ocasión, hace referencia al medio natural», explica. Y luego, a pintar: con óleos, esmalte, una combinación de diferentes técnicas... «Este proyecto tiene una parte muy importante de experimentación», indica Carbonell, que en T20 presenta un «cambio del lenguaje».