El próximo 25 de octubre -el domingo de la próxima semana- se cumplirán 139 años del fallecimiento de uno de los mayores genios que ha dado este país: Pablo Picasso. Tanto es así que, desde hace ya un tiempo, esta fecha sirve para celebrar anualmente el Día Internacional del Artista, y la verdad es que, con la que les está cayendo a los creadores en este pandémico 2020, en esta ocasión se hace particularmente necesaria dicha conmemoración... Así lo entienden en el Ayuntamiento de Cartagena y así lo entiende Javier Lorente, reconocido pintor, fotógrafo, cartelista y activista cultural. Por eso, ese fin de semana -desde el sábado 24-, el artista trasladará su estudio a la Plaza de San Sebastián de la ciudad portuaria, donde trabajará en horario de mañana y tarde para disfrute de los viandantes más curiosos y aquellos amantes de la pintura que se quieran acercar. ¿El objetivo? Recordarle a la gente que, aunque las exposiciones han caído en picado a consecuencia del covid-19, ellos siguen creando y teniendo que pagar el alquiler.

Este año lo de celebrar el Día del Artista cobra particular relevancia dadas las circunstancias a las que os estáis teniendo que enfrentar los creadores por culpa del covid-19, ¿no?

Sí... Lo cierto es que, por lo general, todas las diciplinas del arte están pasando por una pequeña gran crisis; todos nos quejamos y la verdad es que es difícil saber cuál está peor: que si los fotógrafos, los pintores, los dramaturgos, los actores, los técnicos del teatro, la gente del cine... Y el problema entonces no es solo que necesitemos del arte y de la cultura desde un punto de vista emocional o psicológico, es que esto además es una industria, y hay mucha gente que vive, malvive o intenta vivir de ella; no es simplemente un 'adorno', como algunos quieren pensar... Por eso la situación es tan delicada; por eso hay tantas iniciativas y artistas reclamando un trato especial o ayudas por parte de los gobiernos regionales y del ministerio.

Lo de este fin de semana en Águilas y lo del día 24 y 25 en Cartagena va por ahí, ¿no? Por aquello de reivindicar la figura del artista y, en cierto modo, hacerse ver.

Claro. Pero, aparte de eso que dices -que lo suscribo totalmente-, hay otra cosa a tener en cuenta tanto en mi caso concreto como, en general, en el de la mayoría de los artistas. Mira, el otro día, en el estreno de Una estatua sin palomas en el Auditorio El Batel, el director de la obra, Pedro Segura, pidió un aplauso de todo el equipo para el público, para agradecerles que estuvieran ahí, porque al final los artistas necesitan trabajar para vivir, pero también es necesario tener el reconocimiento de la gente para continuar. Y por esos estos meses ha sido tan duros..., económicamente por supuesto, pero también porque el contacto con el público se ha visto muy mermado o directamente eliminado. Y ese 'cordón umbilical' que une al artista con la gente está, en mi caso, en la calle. Yo, como cualquier pintor, trabajo mucho en mi estudio, pero desde niño me ha gustado mucho pintar del natural, y durante casi diez años he participado activamente en el circuito nacional de pintura al aire libre, de pintura rápida... Así que, durante los meses de confinamiento, una de las cosas que hice fue colgar día a día en mi página de Facebook fotos de las obras que he ido haciendo a lo largo de este tiempo mientras me recorría España con mi paleta. Las acompañaba del lema 'Yo volveré a pintar en la calle', y si la pieza en cuestión la había hecho en Segovia, por ejemplo, etiquetaba al Ayuntamiento, a la Concejalía..., y la verdad es que recibí bastante feedback. La gente me decía que cuando todo esto pasara me volverían a invitar para pintar en sus calles, y de ahí salió lo de Águilas, que ha sido magnífico.

Una bonita experiencia.

Preciosa. Se acercaron familias con hijos, compañeros artistas, profesores de dibujo... Para mí ha sido como recibir una inyección de oxígeno. Y, la verdad: creo que para la gente también; se les notaba felices por ver cómo el arte salía de nuevo a calle.

¿Cómo han sido para usted estos últimos meses? Porque habrá alguno que hasta se piense que a los que trabajan en casa (véase escritores o pintores) incluso les ha podido venir bien la cuarentena para trabajar..., y en absoluto es así.

Para nada. Además, mira: yo aparte de pintor soy fotógrafo profesional, y me dedico fundamentalmente a documentar eventos culturales, festivos, musicales y teatrales (el Cante de las Minas, Lo Ferro, Carthagineses y Romanos...), por lo que directamente no he podido trabajar [al estar todo cancelado]. Y luego, también soy profesor privado de pintura: tengo una academia en la que doy clase en Murcia, Cartagena y La Unión, pero llevo desde marzo sin poder hacer nada... Hay muchos artistas que, además de en sus exposiciones, se apoyan económicamente de extras como estos, porque hablamos de una profesión muy dura e inestable, y más después de enganchar dos crisis, con lo que eso ha supuesto en lo que a venta de obras se refiere... Conozco a algunos que lo están pasando muy muy mal; a gente que no puede pagar las facturas ni la hipoteca...

A casi todos los artistas con los que hablo últimamente les hago una misma pregunta a raíz del confinamiento: ¿Pudo aprovechar aquellos días para pintar, o era difícil inspirarse con la que estaba cayendo fuera...?

Era difícil, sí... Yo estaba un poco acomplejado, porque me decía: «Con la cantidad de tiempo que tengo ahora y no lo estoy aprovechando..». Empecé a limpiar mi biblioteca, a ordenar mi estudio..., pero no terminé de centrarme; y eso que la cabeza no ha parado... Y yo pensaba en Goya, que hasta en los peores momentos tiró de genio e hizo las pinturas negras, pero yo no me podía concentrar. E hice cosas, ¿eh?, sobre todo dibujos, pero no me he metido en obras grandes. Digamos que no he terminado de sacarle a la cuarentena el partido que yo me creía que le podía. Y, por lo que he hablado con algunos colegas, ésto es algo que le ha pasado a muchos.

Al final trabajan con las emociones, y si ese huequito del corazón o la cabeza apunta en otra dirección, es complicado expresarse...

Sí... Yo, como todos, he tenido mis complicaciones a nivel personal con todo esto de la pandemia. Tengo una madre mayor a la que solo podía ver desde lejos, una hija que se pasó meses atrapada en Nueva Zelanda porque no encontraba la manera de volver..., y seguro que hay miles con situaciones todavía más rocambolescas; he escuchado cosas que dan para una película... Así que para un buen número de artistas ha sido imposible trabajar, aunque, también te digo: todo esto lo llevamos dentro y tarde o temprano acabará saliendo, porque lo que estamos viviendo nos va a marcar.

Ahora que parece que la cosa está algo más estable, ¿nota que se esté reactivando la actividad en lo que a las artes plásticas y visuales se refiere?

Sí, pero demasiado poco a poco. Por suerte empieza a moverse un poco el árbol, pero la situación todavía es muy dura... Como en todos los sectores, hay personas que van a tener que cerrar el quiosco porque seguimos sin poder volver a la 'normalidad'. Yo, por ejemplo, no he podido retomar mis clases porque hay alumnos con miedo, porque hay que adoptar medidas y distancias... Pero, en el mundo del teatro, por ejemplo, la cosa está fatal... En el estreno de Una estatua sin palomas, al final pudimos meter a 400, pero en principio iban a ser solo 70 personas entre el público, y así las compañías no se pueden mantener... Así que sí, es verdad que se van haciendo cosas, pero todavía hace falta mucha más ayuda por parte de todos: de la administración, del Ministerio y también de la ciudadanía: necesitamos que la gente sepa que la cultura es segura. Se ha dicho ya mil veces, pero insisto: fíjate que salen noticias y que los medios estáis al loro ante cualquier posible foco de contagio, y, sin embargo, no se ha dado todavía ninguno dentro de nuestro sector. Pero luego, en cambio, es el que más restricciones está sufriendo... Debemos recordarle a la gente que la cultura es fundamental para vivir, casi tanto como el aire que respiramos, y, por suerte, es de los sitios más seguros.