El final del verano en el Ampurdán tiñe con la belleza y nostalgia de su luz el último disco de estudio de Sidonie, "El regreso de ABBA", obra extensa pero ágil, nacida de las páginas de una novela que reivindica el papel de la música y en la que dan entrada a sonidos latinos insospechados para estos roqueros.

"Hay que asumir la hostia que nos han dado el reguetón y el trap", justifica Marc Ros en ese sentido en una entrevista con la Agencia Efe junto a sus ya veteranos cómplices, Axel Pi y Jesús Senra, por la publicación del primer disco con material inédito desde "El peor grupo del mundo" (2016) y el que toma el relevo al recopilatorio por 20 años de carrera, "Lo más maravilloso" (2018).

Deberían haberse tomado entonces un descanso, pero el vocalista y principal compositor del trío catalán se enfrascó en la escritura de su primera novela, titulada también "El regreso de Abba", que se desarrollaba en el mismo escenario de sus veranos de infancia en la Costa Brava, con una protagonista para la que la música se convertía en un elemento de supervivencia.

Así fue como Ros empezó a imaginar también cómo sonarían los temas que podría componer y escuchar su personaje principal y emprendió en paralelo la composición de este álbum de 23 canciones ("pero que dura 68 minutos, lo que la mayoría de discos desde tiempos del CD") y que fue fruto de "un chorreo inspiracional y un chute poco sano de adrenalina".

"Algún domingo llegué a marearme, a punto del desmayo y diciéndome a mí mismo que no podía ser bueno para mi salud, aunque lo fuera para hacer canciones", recuerda ahora el músico, que durante mucho tiempo durmió lo justo, trabajando de lunes a viernes en la novela y los fines de semana en el álbum.

El recurso efectista del título (la protagonista se llama Abba) no es indicativo del contenido, pues no hay más pop sueco aquí que techno industrial, y alude más bien al espíritu que rodea ambas obras.

"ABBA en realidad está presente en toda la carrera de Sidonie; su 'Dancing Queen' es un tema atómico que condensa en 3'52" todas las emociones del ser humano y como compositor uno aspira a acercarse a la sombra escuálida de esa canción, que es a lo que aspira la protagonista de la novela", explica Ros.

En cuanto a referentes, añaden, este trabajo estaría más cerca de "Tommy" de The Who, "que casi se acerca al musical o la ópera rock", o el "The Lamb Lies Down On Broadway" de Genesis, y coge con pinzas el calificativo de "álbum conceptual", "que suena a chapa de disco progresivo de los 70", cuando es en realidad un álbum muy diverso.

Bajo la producción una vez más de Santos y Fluren, incluye la luz y optimismo de "Me llamo Abba", el primer sencillo junto a la actriz y cantante Kimberly Tell, la reivindicación personal de "Mi vida es la música" junto a Delaporte, además del tema en catalán "Portlligat", en el que la voz de Ros aparece más grave que de costumbre, o los citados sonidos latinos de "Mi guerra".

"No sabemos si esta es una vía de futuro, porque con Sidonie nunca sabes. Desde luego nos hemos sentido muy cómodos y han llegado de manera natural", afirma Senra, el primero en ser seducido por unas escuchas de música peruana y colombiana de los años 60 tras las que llegó un viaje de trabajo a Medellín que los "empapó" del todo.

La esencia latina también está en "Nirvana internacional" o "Ragatón", gracias a recuperar la sonoridad del sitar que había quedado aparcado de su música desde el año 2000 y al "caradurismo de mezclar el reguetón con la música india, como si Maluma y Ravi Shankar hiciesen música juntos".

El último tema que llegó al álbum fue su versión del "Gracias a la vida" de Violeta Parra (en la línea de "reivindicación feminista" que Edith Piaf hizo de ella). Como curiosidad, lo había profetizado en un viaje de ayahuasca el pintor chileno afincado en Barcelona Matías Krahn, el cual realizó el cuadro que sirve de portada al álbum.