La muerte: tema tabú y, a la vez, de eterna reflexión; especialmente, en el mundo del arte. Como pintor, Juanjo Martínez Cánovas (Murcia, 1980) nunca ha sido ajeno a este concepto -con referencias y motivos fúnebres en multitud de obras-; como estudioso, tampoco. Y, por supuesto, como ser humano, también ha tenido que vivir episodios en los que la Parca fue protagonista. En concreto, hay uno que le marcó: la exhumación del cadáver de su abuelo, protagonista de su última exposición, Splendor lucis aeternae.

La muestra fue inaugurada ayer en el Centro Cultural Puertas de Castilla de Murcia dentro del proyecto 'Reactivos Culturales' y como colofón a la tesis doctoral del pintor, centrada en la perdurabilidad en el tiempo, la muerte y la eternidad y que se titula Identidad, impronta y revisión del concepto muerte en la creación artística figurativa de la Región de Murcia (2000-2019). Concebida como un proyecto audiovisual comisariad0 por Pedro Medina, en Splendor lucis aeternae el dibujo, la pintura y la escultura dialogan con la luz y proyecciones en Super-8 «sobre la muerte, la luz, el paso del tiempo y la huella», apuntan desde el centro.

El hecho que desencadena este relato, la exhumación del cuerpo del abuelo, es percibido por Martínez Cánovas como el suceso que desata un proceso que rememora un conjunto de hechos para describir la pervivencia de una persona, «aunque sin acudir a causalidades o a la definición de estaciones que se suceden una tras otra». Por ello, aunque la exposición se plantea como un recorrido libre, necesariamente la visita tiene un inicio que se hace coincidir con el ámbito de lo doméstico; es decir, «el marcado aún por las seguridades y el calor de la familia».

En esta primera etapa -representada como un salón antiguo- Martínez Cánovas busca un primer objetivo: el homenaje al abuelo apenas conocido, a través de la taxonomía de su historia vital; pero existe también un segundo, derivado del anterior: reflexionar sobre el propio acto artístico como acción para rememorar algo que ha ocurrido. El primero trae a la luz pública las vivencias de una persona para compartirlas con la comunidad; en segundo lugar, es un proyecto sobre la escena de la memoria, un ejercicio en el que lo pretérito pugna por salir de la penumbra de lo particular; «así, al ser mostrado, se convierte en el medium para analizar qué significa recordar y cómo se puede producir su narración», señalan los organizadores.

«Por tanto, Splendor lucis aeternae no se debe entender únicamente como el acontecer de los sedimentos de un relato familiar -señalan-, sino como el impulso que todos tenemos a hacer memoria, pero con la particularidad de desplegar sin complejos la dificultad que existe en la relación con un pasado del que solamente quedan vestigios, exponiéndose sin pudor a sentimientos, traumas o deseos cancelados».