La XXI edición del festival La Mar de Músicas de Cartagena, celebrada en julio de 2015, se dedica a Chile, encargándosele el cartel a Ángel Haro. El cartel, que aquí vemos reproducido, se presenta el 10 de abril a los medios de comunicación, y el propio pintor explica que lo ha ideado teniendo como referente los discos de vinilo de música latina de los años cincuenta. Haro ha hecho fotografiar un instrumento musical imaginario que él mismo ha construido; en el instrumento, que alude a tradición y modernidad, ha incluido una estrella blanca de cinco puntas en claro vínculo con el país invitado (la estrella es un elemento simbólico que forma parte de la bandera chilena); unas sombras de palma ponen la nota nocturna y mediterránea en el cartel.

El objeto creado es un folitraque. Haro explica el sentido del término: algo creado como un collage extraño, sin aparente lógica en su forma o posible funcionamiento, pero que, sin embargo, resulta cuando menos impactante o atractivo, con posibilidades de aprovechamiento o utilidad.

Un homenaje a su madre. Un tipo de ensamblaje objetual que será muy común en el trabajo de Haro en los últimos años; objetos utilizados a menudo como base de un cartel. Algunos de estos carteles, de Ángel Haro, parecen poemas visuales, y vinculan su trabajo como diseñador a ciertas obras de Joan Brossa y al madrileño Isidro Ferrer, Premio Nacional de Diseño 2002.

Olvidemos, por un momento, la dilatada y excelente labor de Haro como pintor o autor de carteles, y pongamos el acento en el trabajo que este artista multidisciplinar viene realizando en torno a la escenografía y el mundo del teatro desde años atrás. En enero de 2002 Ángel Haro diseña la escenografía y la gráfica de la obra Tusitala, montaje de la compañía Ferroviaria sobre textos de Stevenson; el cartel, con dominantes tonos rojos, deja ver una calavera y la rosa de los vientos con los puntos cardinales. El 14 de marzo 2003 se estrena en Lorca El Enfermo Imaginario de Moliere, producida por Arena Teatro y dirigida por Paco Maciá; el cartel y la escenografía para la compañía Ferroviaria lo ha realizado Ángel Haro: un personaje vestido de blanco, tal que un orate, cae del triciclo compuesto por un váter, un guiño duchampiano. Otros carteles (y escenografías) para Ferroviaria, producidos para obras llevadas a escena entre 2002 y 2010, e incluso más tardíamente, fueron realizados por Ángel Haro, así como la escenografía, y en bastantes casos la gráfica, de Equus; El Aviador; Cuento de Navidad; Himmelwegb, Camino del cielo; El sueño de la Razón; La Mujer sin Atributos; Pulgarcito y sus Hermanos o Sedientos. Sus escenografías teatrales devienen exuberantes, casi barrocas. Y los carteles, que en ocasiones las complementan, tienen en el collage, en los objetos y las escenas construidas, su razón de ser, folitraques en absoluta concordancia con las propuestas escenográficas, con los montajes teatrales, que el propio artista concibe o en los que colabora.