Uno de los grandes atractivos de la próxima edición de Cartagena Negra será la celebración de una mesa redonda -y, a la vez, podcast en directo- titulada 'El País de los Horrores'. En ella, Irene Merino, directora y presentadora del programa, charlará con tres de los peridistas de sucesos más reconocidos del país: hablamos de Manuel Marlasca (que pasó ayer por esta sección), de Beatriz Osa (que lo hará mañana) y del protagonista de esta entrevista, Alfonso Egea (Murcia, 1976). Conocido principalmente como la mano derecha de Susanna Griso en Espejo Público (Antena 3), cuenta con una extensa trayectoria en medios de comunicación, pero, además, también se ha sumergido en el sector editorial de la mano del true crime. Es el caso de trabajos como Hay chicos malos: El caso de Marta del Castillo (2009) y su más reciente 29 balas y una nota de amor (2018), dedicado al crimen del pantano de Foix, entre otros. Eso sí, en este caso, Egea es de los que opina que tomar ideas de la ficción para un artículo periodístico nunca es una buena idea.

La primera pregunta es obvia: ¿es aficionado al género negro?

Es curioso, porque en lo que a literatura y/o cine se refiere nunca he sentido una especial predilección por el género negro. Me apasiona la literatura divulgativa. Eslava Galán me puede contar entre sus acólitos. Supongo que es una de esas ocasiones en las que en casa de herrero se usa cuchara de palo. Veinte años consecutivos sumergido en el true crime [no ficción] creo que me ha hecho huir voluntariamente del género fuera de mi oficio, ya sea escribiendo o en cualquier otro medio.

¿ Y cómo llegó entonces usted al noir ?

Como autor fue más una necesidad de tener más espacio para contar más detalles que otra cosa.

¿Un autor o libro que le haya marcado?

Creo que, por encima de todos, Paul Auster. El realismo es en general un estilo que valoro en casi todo lo artístico, tal vez por mi falta de olfato o por mi deseo de sentir la realidad muy de cerca. Lo vivo y lo muerto está separado por un solo segundo y en esas descripciones llenas de pura realidad Auster ha sido un genio. Me gusta pensar que es un Bukowski rebajado con agua.

¿Qué cree que tiene el noir (si hablamos de ficción) o los sucesos (si nos adentramos en el campo del periodismo) que engancha tanto a los lectores/espectadores?

¡Todo! Esta pregunta la he leído siempre en todas las entrevistas que me han hecho y me sorprende que permanezca como si quien la hace no sintiera esa atracción omnipotente que tiene la muerte, la violencia, la investigación policial, la cárcel? Queremos de todo eso pero lo queremos con la misma mezcla de miedo y admiración que sentimos en un zoológico. Queremos ver al tigre siempre que haya un cristal entre él y nosotros. Con los sucesos pasa igual: queremos saberlo todo, casi sentirlo, pero sin padecerlo. Es una mezcla de voyerismo, empatía y egoísmo. Deseamos saberlo todo, lamentamos lo sucedido, pero nos alegramos de que hoy eso a nosotros no nos haya tocado? Pero, mañana, ¿quién sabe?

Por cierto, 2020 está siendo un año cargado, quizá no tanto de sucesos, pero sí de enventos noticiables y, en un buen número, no demasiado positivos... ¿Cómo está viviendo estos meses desde el punto de vista profesional?

Ha sido durísimo. En lo profesional y en lo personal. En el trabajo, sin comerlo ni beberlo nos encontramos cuatro gatos (literal) haciendo un programa diario de cinco horas en directo, intentando comprender lo que estaba pasando para poder explicárselo a los espectadores. Para nosotros, los que dábamos la cara, nunca hubo teletrabajo, ni rotaciones ni descansos. Cada día a las cuatro y media de la mañana me ponía en pie para hacer un programa más. Llegó un momento en el que contar fallecidos se hizo insoportable. Era como si cada día cayeran dos aviones repletos de pasajeros en nuestro país. Seguro que cometimos muchísimos errores, pero lo hicimos lo mejor posible durante 25 horas semanales de riguroso directo durante casi tres meses. Yo mismo perdí a mi madre durante la pandemia. Me ausenté lo justo para viajar a Murcia y al par de días de estaba de nuevo en la brecha. La vida es así, la nuestra por lo menos.

Volvamos a centrar el foco: Cartagena Negra. ¿Qué espera de estas jornadas?

Tengo una ilusión tremenda por acudir.Para empezar, hablamos de la región en la que nací, y Cartagena es un lugar con el que tengo estrechos vínculos familiares. De hecho, te respondo a estas preguntas desde mi casa en La Manga y las publicas en un periódico en el que escribí con apenas 19 años breves crónicas locales? ¡cuánto ha llovido! Además compartiré los días con grandes amigos como Manu Marlasca o Bea Osa, titanes del género y compañeros de oficio. Muchísimas ganas de Cartagena Negra.

Participa en una mesa redonda titulada 'El país de los horrores' junto a otros periodistas especializados en sucesos. ¿Qué tienen preparado? ¿Que se van a encontrar los aficionados que acudan a la tertulia?

Nosotros, los plumillas de sucesos -otros nos llaman periodistas de investigación-, hemos crecido con el género. Me siento muy orgulloso de compartir generación con unos periodistas que poco tienen que ver con los que nos precedieron. Aquellos fueron grandísimos maestros de los que lo aprendimos todo, pero nuestra obligación era igualarlos y superarlos, como cualquier alumno. Creo que nuestro periodismo de sucesos ha alcanzado un nivel de formación, profesionalidad y rigurosidad nunca visto antes. Seguimos siendo la oveja negra del oficio -el periodismo de sucesos no viste mucho en las grandes ocasiones-, pero hay que estar muy preparado para ejercerlo. En nuestro caso los errores se pagan de verdad porque hablamos de investigaciones policiales y delincuentes, depredadores y víctimas, condenas y absoluciones. Sin duda estamos hechos de otra pasta y hemos visto cosas que otros ni imaginan. De eso queremos hablar en Cartagena Negra.

Que la literatura negra goza de buena salud es un hecho casi irrefutable, pero ¿cuál es el estado del periodismo de sucesos? ¿Cómo ha cambiado desde que empezó en la profesión?

Enlaza con lo anterior. Hace mucho que dejamos atrás La Nota Roja. Hace mucho que la investigación policial dejó de ser rudimentaria para convertirse en una auténtica ciencia. Si ellos evolucionan, los delincuentes lo hacen también. La conciencia forense es ahora lo normal en casi todos los casos: matar pensando en cómo lo investigarán. Pues a todo eso nos hemos tenido que adaptar los plumillas. Hemos protagonizado una completa actualización. Y suma y sigue.

Que la realidad da, tristemente, muchas ideas a los escritores del género es evidente. Pero ¿el periodista de sucesos puede sacar algo de la novela negra? Partiendo de la base, claro está, de que hay que diferenciar siempre y mucho entre ficción y realidad.

Jamás. Es mi opinión. Si quieres escribir algo más que un artículo vete al formato libro y practica en el ensayo true crime. Eso me ha pasado a mi en todos mis libros. Yo no soy escritor, soy un periodista al que le faltaba espacio para contar un caso y que convenció a un editor para explicarlo en un libro. Respeto mucho a los novelistas de ficción especializados en el género negro, pero eso y el periodismo no se parecen en nada, así que tomar ideas de la ficción para un artículo nunca me parecerá una buena idea. Lo contrario sí, faltaría más.

Por último: ¿Le recomienda a nuestros lectores una novela con la que enamorarse del género?

Lo tengo claro: Joël Dicker como autor y en concreto La verdad sobre el caso Harry Quebert (2012).