Diez años. Ese es el tiempo que ha tardado Yokoba en lanzar Pequeña adicción al drama (2020), tercera referencia de la banda murciano-alicantina. Una serie de catastróficas desdichas y la voluntad del grupo por firmar su mejor trabajo son los culpables de la espera. La pandemia, por supuesto, tampoco ha ayudado, pero las ocho canciones que componen este elepé no podían aguantar más tiempo escondidas en el local/estudio de Rubén García Bastida (vocalista) y los suyos. Hablamos con él para conocer un poco mejor lo que hay detrás de este álbum, que marca un antes y un después en la trayectoria de la banda y sirve para inaugurar una era de 'velocidad y ruido'.

P Su última referencia, La vida que elegimos, vio la luz en 2009; su sucesor, Pequeña adicción al drama, acaba de aparecer en Spotify, Tidal y demás plataformas de streaming. ¿Qué ha pasado en este La vida que elegimosPequeña adicción al dramastreamingimpasse

R ¡De todo! Cuando terminamos La vida que elegimos, que fue totalmente autoproducido, vimos que habíamos logrado grandes resultados con algunas canciones, pero nos quedaba la sensación de que, con lo que habíamos aprendido, ya éramos capaces de hacer algo mucho mejor. Fue una mala y buena sensación a la vez. Así que tomamos la decisión que nadie nos habría aconsejado: volver a grabar un nuevo disco por nuestra cuenta. Invertimos en más y mejor equipo y perfeccionamos el método. Podíamos haber cogido ese dinero e irnos a un estudio, pero, en lugar de eso, nos metimos en un proceso muy complejo mientras la vida personal y laboral apretaban y nos veíamos envueltos en incidentes de todo tipo, que incluyen desde la inundación de nuestro estudio a precintos policiales. Uno de nosotros incluso se tuvo que ir un año y medio a vivir al norte y decidimos esperar. Teníamos que hacer esto juntos.

P Y, después de diez años puliendo, trabajando, perfilando el disco... Imagino que estaban locos por enseñarlo, ¿no?

R Más que locos. Una de las consecuencias de convertir nuestro local en un estudio de grabación fue que tuvimos que dejar de tocar. Todo el equipo estaba dispuesto para las sesiones de grabación. Nos moríamos por volver al contacto con la gente y mostrar lo que estábamos haciendo. Nos encerrábamos allí, le dábamos al play y nos mirábamos como diciendo: «Nadie lo sabe». Ahora las canciones viajan sin nosotros y estamos muy felices.

P ¿Hay algo de nerviosismo en cuanto a cómo va a recibir su público esta nueva versión de Yokoba? Porque, más allá del tiempo que haya tardado en aparecer Pequeña adicción al drama

R No solo el sonido, sino las propias canciones. Fue algo natural. Pasamos de componer en una habitación de forma individual a hacerlo todos juntos, con más volumen y otra energía. Eso lo cambió todo. Las canciones nacieron más urgentes y más ricas a todos los niveles. Aunque no lo vemos como una fractura. Hay un hilo conductor que une todo lo que hemos hecho.

P Al hilo de la anterior pregunta, y metiéndonos ya de lleno en el disco, la canción que cierra, Velocidad y ruido

R Lo es. Es probablemente una de esas composiciones que decía. Es nuestro mensaje rápido y ruidoso. Velocidad y ruido es algo así como un manifiesto. Lo que dice es que nos mueve la música, que nos hace sentir vivos y que hemos sacrificado muchas cosas persiguiendo esa sensación. Por eso estamos aquí.

P En cualquier caso, en Pequeña adicción al drama podemos escuchar dos caras de Yokoba: una más pop (como puede ser la apertura, Hasta la vista), y otra más canalla, más rock and roll. Corríjame si me equivoco, pero la canción que da título al disco y Pequeña adicción al dramaHasta la vistaMala racha

R Tenemos muchas más de dos caras. Somos muy eclécticos, pero si alguien pudiera ver nuestros discos, podría entenderlo todo. El rock argentino está en la estantería junto a The Killers; Oasis, al lado de Bob Dylan; los Arctic Monkeys, debajo de Wilco y Quique González, y The Libertines comparten fila con Leonard Cohen. Muchos de los artistas que adoramos también han hechos discos que viajan por distintos géneros. No hay motivo para apartar una parte de lo somos.

P Lo que es una constante es el protagonismo de la guitarras y, también, una producción muy cuidada en los ocho cortes que componen el disco. ¿Satisfechos con el resultado?

R Hemos cuidado cada detalle, desde la grabación hasta el último matiz de la portada, que hicimos con el estudio murciano Lalak. Cuando terminamos de grabar queríamos el broche de oro y eso lo pusieron los últimos pasos. Mezclamos en Estudios Reno con el ingeniero Brais Ruibal, que nos entendió a la primera, e hicimos el master con Mario G. Alberni, un artesano del sonido que tiene su estudio en Cádiz, y también con Nick Litwin en sus instalaciones de Mastering Mansion en Madrid. Esperamos que se note.

P Bueno, otra de las cosas que obviamente llaman la atención es el título del álbum, con el que creo que muchos se sentirán identificados... ¿Porque somos todos (Yokoba incluidos) un poco adictos al drama?

R No sé si todo el mundo lo es, pero nosotros, desde luego. Si no fuéramos adictos al drama nunca habríamos formado esta banda.

P Desde luego, los tiempos que nos están tocando vivir son como para dejarse caer en el drama de vez en cuando... Sacar el disco, después de diez años, en plena pandemia, ¿es también de ser un poquito adictos al drama?

R Bueno, no ha sido una elección. Como nada en este disco. La pandemia nos atropelló, como a todos, cuando teníamos todo listo para el lanzamiento. Solo es otra de las muchas cosas que nos han ido pasando. Y aquí estamos. No le damos demasiada importancia. Para nosotros, lo normal es navegar río arriba.

P Dos videoclips, el disco... ¿Cuál es el siguiente paso de Yokoba? Imagino que está difícil lo de pensar en una presentación en vivo€

R Estamos metidos de lleno en los ensayos para volver al escenario. Nuestra idea era presentar el disco con una gran fiesta y concierto en Murcia, pero hemos tenido que posponerlo y todavía estamos decidiendo cuándo y cómo. Lo anunciaremos en nuestras redes sociales. Mientras tanto, seguro que damos alguna sorpresa.