Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez tenían una fecha en mente: junio de 2020. Fue antes de que la idea de una pandemia mundial que nos obligase a una cuarentena de cien días no fuese más que la premisa de cualquier película alemana de sobremesa dominical.

Después de separar sus caminos hace un par de años, el cantante y el guitarrista de M-Clan planeaban volver a cabalgar juntos. El calendario casi lo exigía: en 2021 se cumplen dos décadas de Sin enchufe, el directo en acústico con el que la banda murciana se alejó definitivamente del rock sureño, desarrolló su faceta pop y, de paso, se hizo hueco en la radiofórmula.

Tarque y Ruipérez lo tenían claro: «Grabar en junio, publicar [un Sin enchufe 20 aniversario] en noviembre y girar en febrero de 2021», explicaba el de La Alberca.

Gran parte de eso ya es historia. Es lo que tienen las pandemias. Sin embargo, M-Clan fue una de las primeras bandas en ponerse en marcha cuando se permitió la celebración de conciertos. La banda anunció hace unas semanas 21 conciertos entre julio y septiembre. Después de arrancar la semana pasada en Barcelona, anoche tocaron en Murcia. Fue en Murcia Río, como parte de la programación de Las noches del Malecón.

Entradas agotadas

Anoche faltaron bailes colectivos, brazos sobre hombros y alguna que otra cerveza surcando el cielo murciano, pero hubo simbolismo a patadas. Dentro de la nueva normalidad -un contexto que no deja de ser un intento de que las cosas vuelvan a ser como eran-, la banda más grande (para lo bueno y para lo malo) que ha dado la Región agotó las entradas en menos de una hora en su vuelta a la tierra en que pasó de ser Los Mierda a M-Clan -pasando por Murciálagos, El clan de los Murciélagos o Murciélagos Clan-, donde Tarque pintaba fachadas de bares míticos, se paseaba con camisas de chorreras y se iba cociendo el mejor frontman que ha visto este país en décadas.

«Para M-Clan ya no es tiempo de hacer discos por hacer», decía Ricardo Ruipérez en noviembre. Y se vislumbra en cualquier paso que han dado en los últimos tiempos: están en esa liga en que no tienen que plegarse demasiado a las exigencias del mercado. Son conscientes -y lo exhiben con orgullo- de que su legado lleva años hablando por ellos.