Cuando Picasso le preguntó a su biógrafo Josep Palau i Fabre a quién más había conocido, este le contestó: «A Lorca y a Artaud», y después siguieron la charla como si tal cosa, una más de las muchas conversaciones que sostuvieron y que Palau recogió en su testimonial e intimista Querido Picasso (Galaxia Gutenberg).

La conversación de aquel día, 15 de marzo de 1972, se extendió un poco más porque el genio malagueño quiso saber si su biógrafo había conocido también a Dalí. «No, no lo conozco, no me interesa conocerlo», contestó Palau, y

añadió para sus lectores: «Es la pura verdad y a ella me he mantenido fiel (...) Pero tanto o más que por su postura política, Dalí me repugnó el día en que leí unas declaraciones suyas en la revista Arts de París, hacia 1958, cuando al preguntarle qué había pensado al conocer el asesinato de Lorca, contestó: '¡Olé! Como estaba enamorado de mí, así me desembaracé de él'».

Picasso siempre fue generoso con Palau y era habitual que en aquellas visitas le regalara dibujos, le dedicara libros, folletos y publicaciones de toda índole que rubricaba junto a dedicatorias y dibujos de todo tipo, hasta conformar una colección que se conserva en la Fundación Palau y Fabré y que se reproducen en su totalidad en este libro, en edición de Julià Guillamon.

Picasso contra la especulación

A Picasso le molestaba que su obra se empleara como mera inversión o especulación económica, cosa que Palau pudo comprobar el día que le mostró un libro en el que, veinte años antes, Picasso le había hecho un dibujo firmado. Aquello le complació tanto que volvió la página y le «regaló» otro dibujo junto a la leyenda «Y aquí otra vez», y al devolverle el ejemplar le dijo con humor: «Y ahora vuelve a traérmelo dentro de veinte años más».

Palau solía llevar, para que Picasso las examinase, obras de coleccionistas españoles y, en una ocasión en que descubrió una firma suya falsificada, le regaló un autógrafo junto a un dibujo diciéndole: «Que imiten esto».

Palau llegó a sugerir a Picasso que reuniera sus firmas en un volumen, a lo que el pintor respondió: «Al fin y al cabo, lo que hace un pintor en un cuadro no es otra cosa que firmar. Cuando Velázquez realiza un trazo, cuando da un golpe de pincel en la nariz de una de las meninas, continúa firmando».

Autor de una biografía monumental de Picasso en cuatro volúmenes, Palau i Fabre, uno de los grandes expertos en la obra del malagueño, lo visitó con frecuencia durante casi treinta años en busca de datos biográficos con los que completar su obra.

De todas aquellos encuentros fue llevando anotaciones que, con el tiempo, se convirtieron en un diario que acabó conformando las páginas de Querido Picasso, una obra que dice tanto del carácter y de la personalidad del genio como del propio Palau, por quien Picasso siempre sintió confianza, hasta el punto de considerarlo su mejor biógrafo y motejarlo como 'El velludo'.