A comienzos del pasado verano, el mundo de la televisión y el cine español estremecía: Narciso Ibáñez Serrador, 'Chicho', maestro de la pequeña pantalla y de la ciencia ficción y el terror, fallecía a los 83 años después de toda una vida dedicada al audiovisual. A él le debemos obras pioneras para la mal llamada 'caja tonta' como Historias para no dormir y, especialmente, el Un, dos, tres... responda otra vez, programa icónico de la televisión pública española que marcó un antes y un después a la hora de trabajar delante y tras la cámara. Pero también dos cintas de culto como La residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976) que, de nuevo, abrieron camino y otorgaron al cineasta uruguayo el honor de ser uno de los padres del cine de género en nuestro país.

Por eso, el Festival de Cine Fantástico Europeo de Murcia, rebautizado este año como 'Sombra' para su novena edición, no podía dejar pasar en este 2020 la oportunidad de rendirle tributo a la figura de tan icónico realizador, y, para ello, qué mejor que tener como aliado a su propio hijo, el también cineasta Alejandro Ibáñez. El heredero de Chicho se estrenó el pasado año en el largo de ficción con Urubú, una cinta en la que recoge todo lo aprendido de su progenitor y que competirá del 20 al 28 de marzo en la Sección Oficial del certamen murciano. Tal y como explicaba ayer su principal responsable a esta redacción, el filme es ya de por sí un homenaje a Ibáñez Serrador, pero ni él ni la dirección del Sombra quisieron quedarse ahí.

«En diciembre preparamos en Madrid junto a la SGAE una exposición con objetos curiosos sobre su vida y obra, y dado que tenía que venir a Murcia a presentar Urubú, le propuse a Javier [García Caballero, director del certamen], traerla con motivo del festival. Y él, encantado», recordaba Alejandro Ibáñez ayer tras la presentación de la muestra, que ya puede visitarse en el hall de la Biblioteca Regional bajo el título Historias para no olvidar, un juego de palabras con el nombre de su recordada serie para Televisión Española.

Sobre lo que los visitantes pueden econtrarse si visitan la generosa colección, Ibáñez es claro: «La trayectoria laboral de mi padre es muy extensa; no se puede mostrar todo lo que ha hecho ni todo lo que tenemos de él. Lo que veréis son pequeñas pildoritas de todas sus etapas». Pero quizá el hijo del cineasta peque de humildad, ya que entre las reliquias que desde ayer guarda la biblioteca murciana se encuentra, por ejemplo, el original de su primera obra, titulada Obsesión, que estaba desaparecida, así como guiones originales con acotaciones de su puño y letra; figurines de su película La Residencia firmados por Vitín Cortezo, o material del Un, dos, tres. También se puede ver el guión original de ¿Quién puede matar a un niño? -con un título diferente en la portada, por cierot-, y cartas personales de su infancia dirigidas a su padre, así como cuadernos de escuela del propio Chicho.

Además, la muestra cuenta con algunos de los premios que recibió, como la Ninfa de Oro del Festival de Televisión de Montecarlo por Historias para no dormir en 1967 y el Goya de Honor que recogió pocos meses antes de su muerte, así como la cartelera original de La Residencia, ¿Quién puede matar a un niño? y la digitalizada de El hombre que vendió su risa, obra con la que se presentó en RTVE en 1963 y se puede considerar la llave que le abrió las puertas de la televisión en España. Aunque si su hijo tuviera que destacar alguno de estos recuerdos, lo tiene claro: la Rosa de Oro de Montreux por Historias de frivolidad en 1968. «Es el primer premio que recibió TVE a nivel internacional -recuerda-, el que permitió que el resto del mundo viera lo que se estaba producciendo en la televisión española».

El filme, protagonizado por Carlos Urrutia y Clarice Alves, centra el foco en un ornitólogo que viaja a la selva amazónica con su familia en busca del urubú albino, un extraño pájaro del que no existe registro en libertad. Sin embargo, la desaparición de su hija convertirá la aventura «en una terrible pesadilla», señala la productora Prointel. «La hemos rodado como en los setenta, todo a mano, como hacía mi padre. Ni chroma ni efectos visuales, como antiguamente, cuando hacer una película era mucho más complicado que ahora...», apunta el cineasta, quien advierte de que Urubú tiene muchos guiños al cine de su padre: «Él me ha marcado mucho como director; me ha enseñado a ver las cosas como las veía él».