A los 95 años de edad, decana de la interpretación en España y actriz de teatro, de cine y de televisión, con los premios más importantes en su carrera artística, Asunción Balaguer se va con quien tanto quiso, su marido y compañero, Paco Rabal a ese rincón del recuerdo de tantos y tantos españoles, de tantos amigos y amigas y de su familia, Teresa y Benito, y un montón de nietos y nietas, la persona que, naciendo en Manresa quería que se la enterrara junto a su marido en esa eternidad de la que solo nos libra el recuerdo sobre ella, que hablemos de ella y que sepamos que fue grande, muy grande como esposa, madre y amiga.

Tuve la suerte de estar durante muchísimos años cerca de ella y ahora quiero recordar con grandeza su vida y su profesionalidad, su sentido del amor y de lo familiar, así como su certidumbre de que si volviera a nacer querría ser, otra vez, actriz. Palabras con sentido puesto que ha trabajado hasta poco antes de encontrarse enferma de una caída y un ictus que acabó con su corazón para ser incinerada en Madrid, y enterrada junto a su Paco Rabal, el hombre de su vida, a quien le escribió una carta en la que le recordaba cómo iban las cosas por este lugar llamado España.

Catalana de nacimiento, la adoptó generosa y merecidamente Murcia y, sobre todo, Águilas, donde mañana le harán un homenaje, ante el Ayuntamiento, sus también paisanos adoptivos. Sus maneras y su corazón lo ha repartido entre quienes han conocido y amado, y se ha entregado a su trabajo tanto como a su marido, que es mucho.

Gracias, mi buena amiga Asunción Balaguer (La Balaguer, que le decíamos los más allegados) por existir hasta hace unos días, por haber sido como eras, por ser así, por todo el cariño y afecto que nos has dado. No te olvidaremos jamás, por lo que seguirás entre nosotros, en el celuloide de tu trabajo y en las fotografías que logramos obtener en la escena y en los muchos actos que hemos vivido juntos: homenajes tuyos y de Paco, fiestas y encuentros en festivales de cine, casas, abrazos y viajes. Es imposible olvidar a una de las señoras más elegantes que he conocido, a una amiga singular, a una persona única, y por única, muy grande, que es lo que ahora debo decir, algo que brota de mi corazón, también tocado, para que sepas que mientras haya recuerdo no hay olvido, por eso no te has ido totalmente, sino que permaneces y seguirás cada vez que haya un recuerdo donde tú estés, una palabra donde tú estés. Un corazón, donde esté el tuyo.

Besos y mi cariño, con el de toda mi familia, Juani, Pedro Pablo y Candela. Gracias por habernos dado tu amor y tu respeto sin igual. Nosotros, debes estar segura, seguiremos contigo en esto que es la memoria, el recuerdo a nuestra Balaguer, la permanente presencia de tu única y honda personalidad y una bondad natural que se nos hará inolvidable.