'El Drogas', Enrique Villarreal, que fue el cantante y bajista de Barricada durante tres décadas, regresó el pasado octubre con el lanzamiento de un disco quíntuple, Solo quiero brujas en esta noche sin compañía (Warner, 19), nada menos que 42 nuevas canciones de timbres y ambientaciones diferentes. Su banda y las diferentes colaboraciones y productores que participaron en su grabación enriquecen aún más el sonido de la obra. Ahora, tras acompañar a La Polla Records en la gira de su cuarenta aniversario, el navarro se ha embarcado en una gira de presentación que arrancaba ayer en Barcelona y continúa esta noche en la sala Garaje Beat Club de Murcia, donde no faltarán clásicos de la banda que le dio la fama en un extenso repaso a su dilatada carrera. Acompañado de sus inseparables Flako Txarrena, Txus Maraví y Brigi Duke, El Drogas, uno de los frontman más carismáticos del rock estatal, una de las voces más reconocidas del panorama y, en definitiva, un artista icónico, vive una segunda juventud ofreciendo conciertos arrolladores.

¿Cuál es la razón de publicar un disco quíntuple?

No sé..., las circunstancias. Se dio la posibilidad, y me tiré a ello; realmente, entendido cada disco -de entre 28 y 30 minutos- tampoco es que sea tanto... Y, bueno, a mí este formato me da la posibilidad de dar con diferentes ambientaciones musicales.

Nadie te ha intentado disuadir? ¿Qué te dijo tu compañía cuando les anunciaste que ibas a sacar un disco quíntuple? ¿Qué cara puso la banda?

Parece un poco locura, sí, pero luego, conociendo cómo me gusta a mí hacer las cosas, creo que lo entendieron de manera relativamente rápida.

No se conoce semejante hazaña desde El salmón , de Calamaro, precisamente con esta misma discográfica. ¿Cuestión de incontinencias? ¿Había que enlazar ambientaciones? ¿Un disco llevó a otro?

Un disco llevó al otro, sí, pero lo tenía bastante pensado; es un trabajo muy cerebral. Los tres primeros los tenía bastante claros. La composición de las canciones del primero ya la tenía para antes de la actuación del directo en la Ciudadela (Pamplona), y el siguiente sabía que tenía que ser con música cañera y una temática que fuese dura. El tercero también lo tenía claro, pero más en la teoría: sabía que quería tratar las letras, meter expresiones lunfardas, de tango o así... Por ahí digamos que esos tres estaban bastante teorizados, incluso alguno, ya digo, ya compuesto. Luego, dentro de eso, me di cuenta, una vez que arranqué a componer las canciones del tercero, de que me apetecía mucho hacer uno con ambientación más industrial, y ahí es donde vi el cuarto, y el quinto son canciones que me servían a mí de oxígeno cuando estaba bloqueado en algunos de los 'timbres': cogía el piano o la acústica y me ponía a hacer canciones sencillísimas, que es lo que ha formado el quinto disco. Ese sería el resumen de todo el proceso.

Timbre equivocado llamas tú a ese último.

Sí, precisamente por eso: el timbre que no esperaba hacer, el que ha ido saliendo conforme iba componiendo los demás, y es una especie de cajón de-sastre (todo junto).

Me hago una idea... En ningún momento pretendías hacer una especie de Sandinista , ¿no?

No exactamente. Si son trabajos largos, prefiero subdividirlos en discos más cortos y que me permitan ambientaciones diferentes; o sea, no hacer un trabajo uniforme, sino salirme, no tanto de lo que la gente pueda esperar, sino de lo que yo mismo pueda esperar de mí. Me gusta experimentar, me gusta el camino que hay una vez que te arrancas con un trabajo, ese que va trascurriendo conforme vas dando pasos hasta que llegas al final.

El título del álbum lo has sacado de un verso de Leopoldo María Panero. ¿Qué significado tiene para ti ese título que sirve para enmarcar los cinco discos?

Otros las llaman 'musas', yo las denomino 'brujas', porque realmente no cuentan tanto lo que uno quiere, sino lo que ellas mismas desean, que es lo que viene a desvelar el párrafo de Eduardo Galeano para abrir el libreto. Las palabras cuentan lo que quieren.

Las brujas ya estaban en algunas de tus canciones, como El tiempo que arde o Conmigo no se juega . ¿Te atraen las brujas?

Sí en cuanto al concepto de 'bruja' como mujer libre e independiente. Todo lo que la 'Santa Inquisición' hizo con un montón de mujeres independientes fue quemarlas precisamente por eso, por ser libres. Tomado así el término, sí me gusta y lo defiendo; y luego, también, me atrae mucho tomado como sustituto de 'palabras', como esas palabras independientes que dicen lo que quieren.

Parece que últimamente te sientes muy atraído por la revolución feminista.

No es solo de ahora. Siempre me ha llamado la atención el porqué los hombres no dejamos sacar más nuestra parte femenina. Eso, en cierta ocasión, lo llevé a la práctica como «escritora de escritos» con aquel pseudónimo de Eva Zanroi. Creo que ganaríamos mucho todos como sociedad, como comunidad, si nos dejásemos llevar más por nuestra parte femenina, y no sacar tanta testosterona.

Estoy pensando ahora en otra canción, 5 cuchillos , de Timbre oxidado , sobre la violación de la manada. ¿Cómo ves tú esto, que parece una auténtica epidemia?

Precisamente así. El 'abuso machista' termina siendo 'agresión machista' y, luego, 'terrorismo machista'. Vivimos en una sociedad que en cierto modo no termina de reconocer que ese otro 50% del planeta es igual que el género masculino. Entiendo el feminismo como 'igualdad', y así lo defiendo, y el machismo lo entiendo como soberbia y como posición de privilegio del abusón.

Timbre oxidado también trata el tema de la crisis humanitaria que se está dando en el Mediterráneo. ¿Cuál es tu punto de vista? ¿Crees que hemos perdido todo atisbo de humanidad en Europa, en Occidente?

Me da la impresión de que sí. No digo un 'sí' rotundo porque hay gente que está trabajando, y de manera anónima. Estamos escuchando constantemente las declaraciones de los imbéciles estos -de Vox, del PP, de Ciudadanos, en el vecindario, en universidades, en colegios...- que se suben a la parra contándonos milongas de que vienen a robarnos el trabajo, la seguridad social, la vivienda, el alimento? Volvemos atrás en el relato de lo que estamos haciendo como sociedad... Europa, los países democráticos, sí que tiene una pena de muerte que es el mar Mediterráneo, el mar 'Muerteterráneo', donde miles de personas terminan hundidas en el agua, y otras entre los escombros de sus casas, de sus poblaciones, bajo una lluvia de bombas made in cualquier país de Europa, de occidente, del primer mundo, desde Estados Unidos a los exportadores de muerte como España, que vende armas a Arabia Saudí para que golpee en Yemen.

Cuando hablabas de «los imbéciles» me acordaba de otra de tus canciones, Al salir la luz , muy optimista por el contrario, en letra y música. ¿Nos estamos recreando últimamente en la imbecilidad?

No sé. Creo que estamos dejando que parte de nuestro espacio individual sea tomado por la imbecilidad de otra gente que hace que, a la vez, nuestra propia imbecilidad se potencie. En vez de empujarla hacia el orto, dejamos que nos salga por la boca, y entonces terminamos creyéndonos eso que nos cuentan de que el enemigo lo tenemos enfrente, que es el diferente... Y eso es lo que hay. Mucha gente vive de eso y vive bien, parece ser, y entonces nos tienen que tener constantemente enfrentados, y eso es ante lo que nos tenemos que buscar la fórmula de autodefensa, para no dejar ni un centímetro de nuestro espacio a estos estúpidos y estúpidas.

El humor es también una buena fuente de defensa. Tú, en Timbre canalla y de bullaca , parece que te vas a esos aires argentinos, lunfardos, pero he leído en algún sitio que en realidad la canción está inspirada en el ambiente de los cómics tipo El Víbora o el Tótem . ¿Eras muy lector de ese tipo de publicaciones underground ?

Sí, en los ochenta yo era lector más de cómics que de libros. Leía algún libro, pero sobre todo devoraba cómics, y El Víbora me encantaba. En esta serie de historias, aparte de lo que puede ser el vocabulario lunfardo, busco el punto común una vez que pongo esas canciones en el local con la gente que toca conmigo. Esos ritmos que yo había metido en la primera maqueta pasan a unos ritmos más de blues y R&B, y busco ese lugar común que son los clubs llenos de humo y licores de alta graduación. Un poco por ahí va. Es muy de ese cómic nocturno, oscuro, que regodeaba mis ratos de lectura.

El eslogan de El Víbora recuerdo que era algo así como «La revista más leída en los talegos de toda España».

Sí [Ríe], interesante. Posiblemente. Yo en los ochenta sí recuerdo que alguien que salía del maco te comentaba: «Allí lo que más se escuchaba era Barricada y Los Chichos». Era el rollo muy de cómic de esos años.

No voy a indagar en ellos, pero sí te voy a preguntar que, siendo los discos de tu quíntuple álbum tan distintos entre sí, ¿qué les da unidad?

La unidad es el sexto timbre, que es el timbre de mi voz. Es quizá lo único que tienen en común. Los tres primeros están pasados por el local y trabajados con el Flako, Txus y Brigi dando los colores que han terminado reflejando cada timbre, y luego, en el cuarto y el quinto timbre, la gran mayoría de instrumentos en todas las canciones los he metido yo, pero bueno, tienen sus diferencias, como te comentaba. Las ambientaciones de cada uno son muy diferentes.

¿Qué papel ha jugado tu banda a la hora de componer, escribir y grabar este disco?

Sería incomprensible la historia de El Drogas sin entender que llevamos ya diez años la misma gente desde que empezamos a ensayar juntos. Cuando pienso en El Drogas no pienso en mí como compositor y arreglista, sino como banda. De hecho, en los directos, en todo, para mí es incomprensible eso de que voy en solitario. Pues no. Igual que antes no se trabajaba al 25% ni ahora yo soy el que hace todo. Ese color de banda lo aportan ellos.

Son 42 canciones. ¿Cómo vas a confeccionar el set list ?

Joder, esa ha sido otra comida de tarro..., más complicada que hacer cinco discos. ¿Cómo hacer? Me gusta presentar todos los discos al completo. He llegado a la conclusión de que lo mejor que puedo hacer es presentar en esta primera tanda de salas los tres primeros, que son 25 canciones, más 15 de otras épocas (Barricada, Txarrena, Demasiado tonto en la corteza...): no llegan a 40 y son casi tres horas. Luego, a finales de 2020, principios del '21, intentaremos hacer una gira por salas -más o menos como la de ahora- para presentar los otros dos, y ahí tengo la excusa de tener el disco con sonido industrial, que es el Timbre fundido y que da pie a buscar otra estética en el escenario y recuperar canciones de La venganza de la abuela, que van más en esa onda.

¿Cómo ha transcurrido la gira que has compartido con la Polla Récords, con tu amigo Evaristo? ¿Cuánto habéis cambiado? ¿Os ha parado la Guardia Civil en la calle?

No [Ríe], no ha hecho falta; hace tiempo que nos deben de ver como los abuelos cebolleta, porque ya no nos paran. Yo creo que la última vez que me pararon fue a las afueras de Salamanca, en un control donde era la primera vez que yo veía un cartel de 'Control de drogas y armas'. El guardia civil cuando me ve, me dice: «¡Hombre, señor Drogas, siga usted con su viaje!». Fue un poco chusquero el tema... Y con Evaristo hemos estado muy a gusto, con un equipo de gente enorme para semejante montaje, trabajando todos al 100%. Han hecho que la historia sea muy cómoda para nosotros. Íbamos abriendo los bolos y siendo muy conscientes de eso. Del repertorio que preparé, de 21 canciones, diez eran a saco, muy ochentenas, así que salíamos y desde el minuto una la peña estaba cantando todas las canciones. Luego salía La Polla y se caía el local, o sea que muy a gusto.

¿El rock sigue siendo transgresor a estas alturas?

Esa vestimenta se la pone el que se la tiene que poner: el compositor, el que le tiene que poner la actitud? Yo, no tanto en el rock entendido como religión, pero sí como forma de expresión, me encuentro muy cómodo en ese aspecto. Necesito el rock para sentirme transgresor, sí.