Carlos Saura estrenó la adaptación teatral de El coronel no tiene quien le escriba con Juan Diego, pero este se tuvo que retirar por problemas de salud. «Lo hacía que parecía a punto de fenecer», aseguraba el director. «A mí me sale el galán otoñal», respondía riéndose su sustituto, Imanol Arias, en una entrevista con la agencia Efe este verano. Ahora, ambos visitan la Región -en concreto, Lorca- para presentar esta versión, obra de Natalia Grueso, de la novela de Gabriel García Marquez.

Será esta noche, a partir de las nueve y en el Teatro Guerra. El eterno Antonio Alcántara de Cuéntame cómo pasó se mete esta vez en la piel de un hombre «en el final de su recorrido vital», explica Saura; de un viejo coronel que vive junto a su mujer en la miseria esperando una carta del gobierno en la que le comuniquen la concesión de la pensión prometida por sus servicios durante la guerra. Pero esa carta nunca llega y mientras tanto la pareja malvive en la pobreza alimentando a un gallo de pelea, que es su única esperanza de supervivencia. Pero, a medida que avanza el tiempo y el cartero sigue sin tocar a la puerta, deberán enfrentarse a un dilema: alimentar al gallo o alimentarse ellos.

La codicia del pueblo, la usura de los supuestos amigos, y la fatalidad y estupidez de la guerra se mezclan en esta obra con la soledad del viejo coronel vencido por la vida pero al que aún le quedan dos tesoros: el amor de su mujer y la dignidad. Su capacidad de resistencia ante las adversidades que le presenta el destino es infinita, guiado por una rebeldía tan sólida como su esperanza y su fe en el ser humano.