La publicación de una fotografía de Miguel Hernández en el portal 'La Historia, a color' en Facebook y Twitter ha generado una curiosa, bonita, aunque también extraña anécdota sobre las tonalidades del iris del poeta oriolano, hijo adoptivo de la ciudad de Murcia. Tanto, que solo en la primera red social la imagen sobrepasa los 3.000 'me gusta' y los 300 comentarios, aunque en Twitter ocurre más de lo mismo porque... ¿de qué color tenía los ojos Miguel Hernández?

El editor ha seleccionado una imagen del poeta oriolano con 26 años sacada de su carnet de soldado -en el que consta su profesión de mecanógrafo en la sección de zapadores-, y ha optado por un color gris claro para sus ojos pese a la diversidad de opiniones y la falta de consenso. De hecho, según su esposa Josefina Manresa, eran verdes, aunque para el escritor y Nobel español Vicente Aleixandre eran azules y, sin embargo, en el expediente militar quedaron registrados como pardos. Tampoco la hemeroteca teñida de blanco y negro despeja dudas.

«La realidad era algo más compleja: el color del iris de Miguel Hernández era cambiante en su tonalidad; no se percibía siempre igual. Pasaban de ser percibidos como marrones claros (pardos) a percibirse como grises claros o verdosos claros, pero rara vez -como quiso Aleixandre- azules intensos o claros como los que lucía él mismo. Estas alteraciones en la percepción se producen en personas con unas circunstancias corporales determinadas: el aumento de melanina y la edad oscurecen los pigmentos del iris; pero, especialmente, tanto las condiciones de luz del momento como los destellos de la ropa que se viste alteran la percepción de los matices», indica el investigador Jesucristo Riquelme, biógrafo del poeta, quien agrega que «es cierto que los ojos avellana -seguramente los de Miguel Hernández- se perciben marrones claros cerca de la pupila y algo más verdosos en la periferia del iris».

Sea como fuere, la «controversia» suscitada en las redes sociales evidencia la fuerza del legado hernandiano, la poesía que abre ojos, despierta conciencias, vigente y necesaria, con mirada directa y limpia como la que retrató Buero Vallejo al carboncillo.

«Vivimos en una sociedad de la imagen... Nos deleitamos con lo nuevo -lo inaudito o lo 'nunca visto'-. Existe un placer y una atracción por la imagen modernizada y alterada. El color añade el plus de modernidad, de lo insólito a lo conocido. Miguel Hernández es una imagen en blanco y negro; sin embargo, atrapan estas imágenes en color: coloreadas artesanalmente», indica Jesucristo Riquelme, catedrático de Lengua y Literatura y autor de La obra completa de Miguel Hernández.

Verdes, marrones, pardos o azules. La paleta de colores de los ojos de Miguel Hernández, quizás, se ha transformado en un aliciente para acceder a la emoción y justicia que encierra su obra poética, y que Pablo Neruda recordó así en Confieso que he vivido: «(...) su rostro era el rostro de España. Cortado por la luz, arrugado como una sementera, con algo rotundo de pan y de tierra. Sus ojos quemantes, ardiendo dentro de esa superficie quemada y endurecida al viento, eran dos rayos de fuerza y de ternura».

El encendido debate de 'La Historia, a color' se volvió viral, y miles de personas rebotaron la imagen coloreada de Miguel Hernández y, con él, la voz de un poeta que convirtió «su palabra poética en palabra ética». «Si por una vez hemos de corear y jalear el efecto cibernético de la divulgación de la imagen de la cultura -aunque solo sea en su imagen o superficie- es esta: el carácter viral de la imagen de uno de los grandes poetas del siglo XX que sigue leyéndose en el presente y que debe ser leído para que las utopías del ayer vengan a declararse derechos de hoy o del mañana inminente. Y siempre con el valor de la belleza de la palabra de un poeta de la estirpe de los poetas auténticos», concluye Jesucristo Riquelme.