La directora de cine y guionista Josefina Molina fue galardonada ayer con el Premio Nacional de Cinematografía 2019, que reconoce la carrera de un profesional del séptimo arte en cualquiera de sus facetas. En concreto, el fallo, que ensalza su labor como «un empeño personal» porque haya «una mayor representación» femenina en la industria, recuerda hechos destacados de su biografía, como que fue la primera mujer que obtuvo el título de directora-realizadora en la Escuela Oficial de Cinematografía, en 1969, hecho que le reserva un papel destacado en la historia como pionera del cine rodado por mujeres en nuestro país.

Fundadora junto a Isabel Coixet e Iciar Bollain de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) -de la que hoy es presidenta de honor-, Josefina Molina, «una referente de varias generaciones de cineastas presentes y futuras», señala el Ministerior, nació el 14 de noviembre de 1936 en Córdoba, y además de sus estudios audiovisuales, también completó la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense.

Entre 1962 y 1967 dirigió su propia compañía de teatro, Medea, que había fundado en 1962, y desde 1967 y hasta finales de los setenta trabajó en TVE ininterrumpidamente, primero como ayudante de dirección de Claudio Guerin y Pilar Miró, y después como directora de espacios dramáticos y documentales como Cárcel de mujeres, las series Paisajes con figuras o Conozca usted España. Entre 1979 y 1984, en cambio, la cineasta andaluza estuvo volcada en el teatro, que retomó en 1990 con la obra de Alfonso Sastre Los últimos días de Emmanuel Kant. Sus últimos trabajos en el escenario fueron La lozana andaluza, que llevó al Teatro Central de Sevilla en 2001, y su adaptación de Cinco horas con Mario (2011), con Lola Herrera. De hecho, Josefina Molina sigue siendo la única profesional que se ha enfrentado a un texto de Miguel Delibes en su doble vertiente: teatral -la citada- y cinematográfica ( El camino, en TVE en 1977).

En 1984 regresó al medio televisivo para dirigir la exitosa serie Teresa de Jesús, protagonizada por Concha Velasco, y en 1997, para adaptar la novela de Vicente Blasco Ibáñez en la serie Entre naranjos, que le valió el premio a la Mejor Dirección y/o Realización de la Academia de Televisión de España en 1998. Sin embargo, su trabajo en el terreno de la ficción es especialmente recordado por sus incursiones cinematográficas, que nos han dejado películas como Esquilache (1989), premiada con dos Goyas (Actor Secundario y Dirección Artística) y en el Festival de Biarritz, así como en el Latino de Nueva York; Lo más natural (1990), y La Lola se va a los puertos (1993).

En el año 2000, la Semana Internacional de Valladolid le dedicó un ciclo para el que Josefina Molina elaboró el libro Sentada en un rincón, un propio repaso a su vida y obra. Y es que la cordobesa también tiene una faceta literaria, como autora de las novelas Cuestión de azar (1997), En el umbral de la hoguera (1999) y Los papeles de Bécquer (2000).

Un reconocimiento más

Apunta el Ministerio también que «su mirada libre y sin prejuicio ha sido esencial para comprender la situación de la mujer en los años de la Transición y la consolidación de la democracia»; hecho que no ha pasado desapercibido por la industria, que en más de una ocasión la ha reconocido por su trayectoria profesional. Así, entre sus numerosos galardones destacan el Goya de Honor de la Academia Española de Cine, que recibió en 2012; la Medalla de Oro de las Bellas Artes y del Trabajo, en 2006, y también es desde 2016 académica de número por la sección de Nuevas Artes de la Imagen de la Real de Bellas Artes de San Fernando. Molina cuenta también con la Medalla de Plata de Andalucía (1994), el Premio 'Toda una vida 2003' de la Academia de TV y el Premio 'Mujer de Cine' que le otorgó el Instituto de la Mujer en 2011, entre otros. Hija predilecta de Andalucía, da nombre al premio que otorga la Asociación de Escritoras y Escritores cinematográficos de esta región (Asecan).