Jorge Guillén no es un violinista al uso; aunque le encanta tocar en orquestas, ahora mismo hay algo que disfruta aún más, y es volverse loco sobre el escenario. Con su violín siempre a cuestas, desde que nació, Jorge se define como un "chalado de la música"; con tan solo 28 años, el madrileño ha tocado en más de treinta países y lleva quince compartiendo escenario con Ara Malikian, de quien confiesa haber aprendido "a ver la música de otra manera". Esta noche (21.30 horas) llega a El Batel de Cartagena con su proyecto Strad, un show en el que él y su banda combinan distintos estilos en un espectáculo que levantará al público de las butacas para saltar y volverse loco con él. Porque él es 'el violinista rebelde', él es pura energía.

Se define como 'violinista rebelde'. ¿Cuántos tópicos del clásico instrumentista cree que rompe? Comenzando por el estilismo, con el cual ya nos deja claro que es un rockero puro.

Esto de violinista rebelde ha sido decisión de mi madre, me ha obligado a ponerme ese apodo porque dice que cuando era pequeño le llevaba por el camino de la amargura [Risas]. Sí, digamos que queríamos romper todos esos tópicos que yo creo que, de haber seguido así, hubiésemos acabado con gran parte del público de la música clásica, en general.

¿Fue por esa razón por la que surgió la idea del proyecto?

Sí, queríamos que gente de todas las edades y de todos los gustos pudiera disfrutar de nuestro show.

Usted es el violinista principal del grupo Strad, pero está formado por cinco músicos...

Sí, digamos que Strad es mi nombre artístico pero, a su vez, el nombre de la banda. En el directo estoy acompañado de cinco músicos maravillosos, así como de otras muchas sorpresas, por ejemplo hay un grafitero que va improvisando, y un pirotécnico.

Hábleme de ese espectáculo que ofrecerá Strad en el Batel de Cartagena. Tengo entendido que combina clásico, rock, flamenco, jazz, electrónica€ muchos estilos.

Eso es, en el espectáculo que traemos a Cartagena fusionamos música de míticos del rock, como AC/DC o Led Zeppelin, y pasamos por artistas como Michael Jackson y canciones preciosas de Serrat y Frank Sinatra. Todo ello, más temas nuestros, que son composiciones muy alocadas, para tirarse por el suelo, hacer la croqueta y pasarlo bien. Es un popurrí de estilos, que pensándolo bien se puede preguntar alguien: "¿Qué tienen que ver AC/DC y Serrat?"; pues sí, tienen mucho que ver. Y entre tema y tema habrá historias muy divertidas que irán explicando el porqué de esto.

Describen el show como «un espectáculo en el que solo importan la música y las emociones tan espectaculares que nos hace sentir». ¿Qué le hace sentir a usted la música?

Para mí, la música ha sido un quebradero de cabeza, porque soy adicto a ella, al trabajo. No concibo estar un solo día sin subirme al escenario, entonces igual mi opinión está un poco contaminada, pero yo creo que la música hoy día es necesaria. En el mundo en el que vivimos, con tantos problemas, como no estemos enganchados a la música... yo, al menos, sería incapaz de vivir.

Es una pasión que tiene desde siempre, entonces.

Yo estoy chalado con la música. Todo el mundo me acaba odiando, voy a todas partes con el violín... pero es que no sé hacer otra cosa, es mi vida, es mi pasión. La música hay que aprovecharla.

¿Hay algún estilo que no tocaría nunca?

Yo creo que toda la música, mientras se haga con cariño, es respetable y puede funcionar.

¿Desde cuándo toca el violín?

Pues yo creo que incluso salí del vientre de mi madre con un violín. En todas las fotos que veo tengo uno en las manos, creo que fue un poco en plan '¿qué le ponemos al bebé, un biberón? No, ponle un violín, que queda mejor para las fotos'.

Bueno, iba a preguntarle por qué el violín, pero parece que fue algo más bien impuesto...

Lo bonito es decir que no, pero tampoco me atrevo a decirlo muy fuerte. Creo que había una idea pensada de mis padres, que querían un hijo para que tocara el violín, no creo que yo con tres meses lo pidiera [Risas]. Pero lo cierto es que estoy muy agradecido de que lo hicieran, porque me ha permitido vivir de lo que me gusta, y eso es complicado.

Sobre todo en el mundo de la música. ¿Se considera afortunado?

Afortunado no, mega-afortunado. Yo creo que vivimos en uno de los países que tiene más artistas por metro cuadrado y que menos puedan vivir de ello. Y yo, con 28 años, puedo decir que no ha habido un momento de mi vida en que no haya tenido suerte; hay quien me dice que eso es porque lo valgo, y eso es mentira podrida. Es un resultado de trabajo, porque sí, me lo he currado mucho y practico seis horas diarias, pero también de suerte.

También influye tener un proyecto rompedor como Strad. Quizás es un tópico pensar que todo el que estudia violín es porque sueña con ser un músico de orquesta...

Yo cuando dije a mi familia, que son todos músicos, que iba a dejar mi puesto en la orquesta que tanto esfuerzo me había costado para tirarme por los suelos y hacer otros estilos... casi me desheredan. Es como normal que el deseo de un músico sea estar en una orquesta, a mí me encanta, y siempre que puedo toco en una. Pero ahora mismo tengo otra manera de querer estar en los escenarios, aunque no descarto que dentro de unos años lo que más me apetezca sea estar en una orquesta, porque amo la música clásica.

¿Toca otros instrumentos, aparte del violín?

La viola, pero porque es muy parecida al violín. Pero por la salud de mis vecinos no toco más instrumentos. Me encantaría, pero tendría que irme a vivir al monte, con Heidi, y que no haya nadie alrededor para empezar a tocar la trompeta, por ejemplo, que me encanta. Si lo hago ahora me echan hasta los perros.

Porque me ha dicho que practica seis horas al día...

Es verdad que cuando estás de gira no descansas y no tienes mucho tiempo para practicar, pero en épocas que estoy relajado sí saco las cinco o seis horas diarias.

¿Nunca se deja de mejorar? Si ha tocado desde siempre, ¿qué le queda por perfeccionar?

Yo creo que lo malo de la música es que da igual que lleves en ella treinta o cuarenta años, si pasas tres o cuatro días sin tocar, el público te lo nota. De hecho hay un dicho que me encanta que dice que si un día no practicas lo notas tú, si paras tres días lo nota tu pareja, y si lo dejas siete, lo nota el público. Eso es así, completamente. Estamos obligados a practicar siempre.

Además es violinista solista de las diferentes agrupaciones de Ara Malikian. ¿Está acostumbrando a que le comparen con él?

He estado quince años compartiendo escenario con él, por medio mundo. Me ha enseñado a ver la música de otra manera. Pero siempre he dicho que cada vez que me comparan con él me parece un halago increíble, es como si a un futbolista le comparan con Messi o Ronaldo. Pero bueno, quien viene a verte se da cuenta de que es un rollo muy diferente. Por eso creo que la gente tiene que venir a vernos para opinar.

He visto que realiza conciertos en más de 30 países. ¿Cómo es la vida de un músico joven que gira por medio mundo?

Es una vida adictiva. Tanto para lo bueno como para lo malo. Yo ahora mismo estoy 'reventaito perdio', llevo tres días sin poderme tumbar en horizontal, de aquí para allá todos los días... Pero es que si hubiese algún día que no tuviese nada que hacer ya me encargaría de buscar algo, de hacer alguna actuación, de Vivaldi, de boleros... no sé estar quieto, porque me gusta, aunque sea duro.

La verdad es que contagia mucha energía.

Pues sí, si me preguntas por una palabra que defina el show, diría energía. Energía y trabajo.