Su nombre ha vuelto a aparecer, y esta vez a lo grande. Ya lo hizo el año pasado como finalista del certamen de bandas sonoras de Bodegas Juan Gil, como responsable de la traslación sinfónica de la última locura de Maldita Nerea con la OSRM y como segundo premio del Concurso de Composición Internacional de Música de Cine de Montreal (Canadá); pero, esta vez, lo ha hecho en los créditos de Dolor y gloria, la última película de Pedro Almodóvar. Y es que la murciana Alicia Morote forma parte del equipo de Alberto Iglesias, toda una leyenda de la música para el séptimo arte en nuestro país: tres nominaciones a los Oscar y la friolera de diez Goyas, nada menos. Ahora, el donostiarra suma un nuevo galardón por su trabajo más reciente -es colaborador habitual- con el laureado realizador manchego: el que el jurado de Cannes concede a la Mejor Banda Sonora de la Sección Oficial del prestigioso festival; y esta joven (del '88) también está en la pomada. Hablamos con ella sobre este premio y sus últimos proyectos.

Bueno, ¿cómo está? Ultimamente escuchamos su nombre con frecuencia, lo que supongo es una buena señal...

Pues abrumada, contenta, feliz... Evidentemente, este premio es algo importante; vale que es de Alberto, pero también es un logro para mí. Y la verdad es que sí, que últimamente vengo haciendo muchas entrevistas y estoy que no paro, pero es genial poder contar mi experiencia y que la gente aprenda en qué consiste hacer una banda sonora y el trabajo que conlleva.

Supongo que no estuvo en Cannes y que, al final, un premio como este, como ha dicho, es bastante nominativo, pero ¿qué se siente al formar parte de un proyecto que ha tenido el reconocimiento de uno de los jurados más valorados y exigentes del mundo del cine?

Pues mucho orgullo, pero también te digo que esto no para. Mira, ahora mismo estoy metida en otro proyecto y, cuando llega algo así, te alegras en el momento pero dices: «Vale, genial, pero hay que seguir trabajando». El otro día precisamente llame a Alberto para felicitarle por el premio y me dijo que lo había celebrado, pero muy discretamente, tomando una cerveza con la familia. Y a seguir.

Cuénteme, ¿cuál ha sido exactamente su labor en el desarrollo de la banda sonora de Dolor y gloria ?

Yo me he encargado de hacer las partituras de lo que ha escrito Alberto. He elaborado una general orquestal para el directo y las partes de cada instrumentista. Hablamos de 28 piezas, de entre uno y cuatro minutos; vamos, muchísima música, mucho curro [Risas]. No sabría decirte cuántas partituras en total, pero unas ciento y pico.

No es la primera vez que trabajas con Alberto Iglesias, ya lo has hecho anteriormente en Yuli y Ma Ma . ¿Qué tal es trabajar con él? Hablamos de uno de los compositores de cine más reputados que tenemos en nuestro país...

Un gusto. Es una persona muy tranquila, un hombre muy organizado y con todo muy claro. Dentro de lo que es la música de cine hablamos de plazos muy cortos, con mucha presión, pero él nunca pierde la calma; siempre hay un rato para echar un café, salir a comer o hablar de otras cosas. Y como persona es... luz [Ríe], es todo lo que puedo decir de él. Es un intelectual, un hombre al que merece la pena conocer, y me siento muy afortunada de haber estado cerca de él.

Y de tenerle, un poco, como maestro. Porque supongo que, siendo todavía joven, estas experiencias a su lado le habrán hecho aprender mucho.

Muchísimo. Todo lo que he estudiado a lo largo de los años lo he puesto en práctica en su estudio. De hecho, siempre que voy allí, el primer día, digo: «¿Pero qué hago yo aquí? No voy a ser capaz de sacar todo esto adelante...» [Ríe], porque todo está muy organizado, al detalle, y encima dominan mucho... Así que se aprende un montón, no solo por la gente de la que te rodeas, sino también por la exigencia.

Pues ojalá siga contando con usted, ¿no?

Sí. Él ya me considera parte de su equipo y ahora mismo estamos ya a la espera de una próxima película. Que cada una tiene su ambiente, por cierto. Dependiendo de la peli trabajamos con un estado de ánimo u otro: si es triste, más solemne, pero en películas como esta -aunque no sea del todo una comedia- funcionamos más alegremente.

Poder decir que ha trabajado -aunque sea indirectamente- con Almodóvar tampoco está mal...

Hombre, estar en los créditos de una peli suya es algo muy grande. Además, me encanta su obra; siempre que estrena algo voy a verlo. Y es historia del cine, igual que Alberto Iglesias.

Oye, y ¿cómo consigue uno entrar en la rueda? ¿Que consejo le daría a los jóvenes compositores que, como tú, quieren trabajar en el mundo del cine?

La verdad, lo mío ha sido raro. Yo entré en el equipo de Alberto mandando mi currículum, así que... [Risas]. Estas cosas de la música y el arte suelen ir a través de contactos, así que mi recomendación siempre es mantener esos contactos; pero no solo un mail de vez en cuando, sino con un café. Y asistir a eventos culturales, sobre todo si vives en ciudades grandes como Madrid y Barcelona: allí el primo del amigo con quien te tomes una cerveza es director de cine o músico. Yo tuve la suerte de conocer a alguien del equipo de Alberto y le pedí su dirección de correo.

Últimamente le estamos viendo mucho como arreglista -se me ocurre, además de tu trabajo en esta película, lo que hizo con Maldita Nerea-. ¿En qué faceta se siente más cómoda?

A mí, cuanto más creativo sea el trabajo más me va a llenar. En este caso, dentro de que no he sido creadora -sino que he preparado los materiales-, he estado tan cerca de Alberto y de su música que al final acabas por sentir esas composiciones muy cerca, y eso también llena bastante. Pero cuanto más pueda crear, mejor. En Maldita Sinfónica, por ejemplo, me sentí muy viva, pero mi meta es ser la compositora de proyectos así, tener mi propia voz en la música y crear música; poco a poco, ser yo la que tenga sus propios asistentes.

En cualquier caso, ya ha firmado sus propias obras en el mundo de la televisión, la publicidad, los videojuegos... ¿Algún campo que le llene especialmente?

A ver, dentro de que me encanta hacer música para cine, cortos y videojuegos, lo más grande es hacer teatro musical; creo que es lo más cercano que hay a una obra de arte total, igual que en la opera. El subidón que tienes cuando terminas de hacer un espectáculo es..., no hay nada igual. Una peli es como cuando grabas un disco, que luego lo reproduces las veces que quieras y ya está, pero el teatro musical siempre varía, siempre es distinto, y cada experiencia es única.

Lo dice, supongo, por Rainroad . ¿Qué tal fue la experiencia?

Fue un antes y un después en mi aprendizaje y en mi vida. Al final, este proyecto, como es una creación propia, es como un hijo, como empezar una empresa: siempre está ahí, y constantemente estamos en proceso de cambiar, de modificar de añadir... Es una semilla que plantas, que germinas y que luego hay que cuidad. Ahora, de hecho, nos vamos a Londres a presentarlo ante varias productoras.

Y, mientras tanto, ¿algo entre manos?

Pues estoy a punto de empezar a hacer la música para una serie alemana de Amazon. También, en mi faceta como teclista, toco con algún grupo, pero lo principal ahora es la serie, y estoy con mucha ilusión.