No parece un rapero. No va de malote ni de perdonavidas. Rayden ganaba hace una década batallas de gallos rapeando jeta a jeta con otros vestidos con camisetas XXL (ganó la Red Bull Batalla de los Gallos de 2006). Hoy, varios discos y dos exitosos poemarios más tarde, presenta Sinónimo, el segundo álbum de una trilogía —después de Antónimo y antes de Homónimo— que ajusta cuentas con la palabra, a la vez su herramienta y su medicina. No lo digo yo, lo dice él: "En tiempos en los que se consume música como comida rápida, meterse en un proyecto de cinco años y un triple disco es raro. Tengo una pedrada muy grande en la cabeza". Para la trayectoria de Rayden, es un quinto disco en el que el lenguaje musical de rap fluye con naturalidad por un pop del siglo XXI. En este disco pone a prueba la libertad de expresión española a la vez que rapea sobre nuestro día a día personal y social.

Sinónimo suena a clásico, pero también a actualidad. Aúna en analógico y digital los estilos que remueven al artista para conseguir formar uno solo que se instala rápidamente en los oídos de quien escucha.

El rapero madrileño se ha deshecho de las costuras del género para indagar en sus inquietudes musicales y crear así un sonido propio. Ha reunido en su disco a Rufus T. Firefly, Andrés Suárez, Bely Basarte, Iván Ferreiro y Pablo López para realizar diferentes colaboraciones.