«Lo que ocurre con los artistas de talla tan grande como él es que todo el mundo sabe que están ahí, pero de vez en cuando es más que necesario recuperarlos para que no se pierdan en el tiempo, para que la huella que han dejado en la memoria no se desdibuje». Estas son palabras de Lola Fernández Arcas, escultora y «representante» de los herederos de Juan González Moreno, uno de los grandes protagonistas de la escultura española del siglo XX. Íntimamente relacionada con la familia del artista -fue la esposa de su sobrino, el también escultor José González Marcos-, es la responsable de que ayer su obra volviera a ver la luz, y de que lo hiciera además en la reinauguración de la Sala Caballerizas de Los Molinos del Río, clausurada por problemas estructurales -y su consecuente reforma- hasta este mismo miércoles.

«La idea era que la sala -una singular muestra de arquitectura civil del siglo XVIII- fuera la protagonista en sí misma, pero el Ayuntamiento ha querido poner unas piezas, poquitas, y que fueran de una figura consolidada del panorama regional», explica Fernández Arcas. Y el elegido fue, efectivamente, González Moreno (Aljucer, 1908 - Murcia, 1996) que ocupa este espacio con siete yesos originales que, durante años, han permanecido custodiados por la escultora y, previamente, por su marido -fallecido en 2001-, que «los guardó celosamente en su taller» a la muerte de su tío.

Tal y como explica Fernández Arcas, los bustos expuestos -más que bustos, cabezas, además de una figura alegórica de Murcia que porta el escudo con las siete coronas y el corazón que aparecen en el escudo de la ciudad- sirvieron en su día a González Moreno para hacer piezas «definitivas» en bronce, como las que normalmente se han visto expuestas bajo la firma del escultor. «El yeso se ha considerado tradicionalmente como un material de transición, pero precisamente ahí está el valor de estas piezas: algunas, la mayoría, son el primer modelo que el escultor realiza tras su modelado en barro, vaciados originales salidos de las manos y el taller del autor», apunta. Además, ocupan un periodo histórico en la trayectoria del artista que va desde 1937 -la más antigua de las expuestas-, hasta los años cincuenta, por lo que se pueden apreciar «diferentes matices en el estilo. Aunque todas tienen la personalidad de González Moreno», señala la escultora lorquina.

En cuanto a la temática que aborda el artista en estos siete yesos, la muestra ofrece también una faceta algo menos conocida de González Moreno, maestro de la imaginería religiosa -«A la altura de Salzillo, y lo digo sin ningún pudor», apunta Fernández Arcas- y, en materia profana, dedicado escultor de obra mitológica. «Aparte de eso hizo también obra de corte más intimista, obra más pequeña, de caballete, donde trabajó el desnudo femenino con altas cotas de sensibilidad, y en la que también era muy frecuente el encargo de retratos», explica. En concreto, estos van desde una niña, pasando por adolescentes, cabezas de mujer y algún caballero, pero destaca especialmente un busto del pintor Benjamín Palencia: «En esta se nota un estilo más desenfadado, se nota que eran amigos; algo como: 'Ponte ahí, que te voy a hacer un retrato'. Mientras los otros son más analíticos, más cerrados».

Sin embargo, los que hasta finales de febrero sirven para esta peculiar reinauguración, no son los únicos de esta colección. «Se podría hacer una exposición más grande -asegura la artista-, y, de hecho, es una propuesta que ya le he transmitido a la Real Academia de Bellas Artes Santa María de la Arrixaca», de la que Fernández Arcas es subdirectora. Y es que hace ya unos cuantos años que los murcianos no podían disfrutar de una exposición en solitario de Juan González Moreno -la última, en 2015, en la Fundación Cajamurcia-, y por eso la artista, que había informado previamente al Ayuntamiento de la existencia de esta colección, no dudó lo más mínimo en ceder las obras para este acto cuando recibió la llamada del Consistorio. «Obviamente a estas cosas te tienes que prestar, porque es un bien para todos: para el escultor, para la ciudadanía...», asegura. Y es que, como ella misma dice, los grandes artistas siempre están ahí, pero nunca está de más mostrarle a las nuevas generaciones por qué su nombre suena a historia de Murcia.