''La realidad descontextualizada» sintetiza las ideas del pintor Luis J. Fernández (Blanca, 1974) en su nueva etapa creativa. Series donde el autor mantiene elementos que caracterizan su producción -como los entramados de planos superpuestos- para representar lo humano desde dos espacios diferentes: «la realidad que vemos y aquello que imaginamos'', explica.

En varias de sus obras -como Gravedad discursiva y Sphynx, que han formado parte de la exposición colectiva Retóricas de la carne, recientemente clausurada en el Museo de Bellas Artes de Murcia (Mubam), donde atiende a esta Redacción-, observamos cómo una multitud de fragmentos coinciden en un espacio ''tan reducido como el propio cuadro'', comenta el artista.

¿Cómo se consigue esa abstracción? ''Por la acumulación de imágenes que no llegan a definirse, aunque tampoco se deforman'', responde. Ejemplo de ello es la franja textual que divide el cuadro: ''Los grafismos construyen el mensaje dirigido al espectador, cuya repetición se convierte en un recurso anafórico''.

La unión de iconografías ''flotantes'' en un mismo soporte proponen un relato alegórico a partir de la sucesión de metáforas visuales: ''Los objetos no se clasifican, sino que proporcionan una sensación de caos ordenado''. Las palabras ya no son legibles ni forman parte de un código verbal, se han convertido en un elemento de la composición.

La obra de Luis J. Fernández se construye a partir de superposiciones -como sus urbes-, gracias a la utilización de diversos materiales: ''Reservo espacios en el papel para impregnarlo con otros procedimientos y así crear diferentes texturas''. ¿Puede detallar el proceso? ''Son imágenes creadas a partir de distintos niveles'', señala mientras se acerca a uno de los cuadros. ''Una vez finalizadas, dejo visible la parte reservada, que se sitúa en un espacio inferior, lo que crea transparencias en las capas. La profundidad se consigue con el juego de luces, sombras y color'', apunta.

En Gravedad discursiva puede observarse que la figura del niño está desenfocada. ''Tiene que ver con el movimiento del propio cuadro. El mismo cuerpo se repite en distintas posiciones y, a la vez, representa la naturalidad con la que el individuo se muestra. El ser humano está en constante movimiento y no he corregido esa sensación, sino que he intentado acentuarla'', puntualiza.

Parece que simula un fotograma. ''La imagen está movida. Se reubica en el plano espacial y los bocetos se incluyen en el cuadro. Es parte del proceso creativo -continúa- , en el que corrijo la posición de la figura, pero no suprimo las pruebas de dibujo; las muestro al espectador y esto también produce una sensación de repetición de elementos''.

¿Qué significado tiene la combinación de espacios? ''En el cuadro del niño, la figura de Jaime -uno de sus tres hijos- aparece hablando con un cráneo. Se crea un diálogo entre ambos que otorga coherencia interna al relato. Los grafismos separan el espacio inferior, formado por varias calaveras'', explica. Para esta creación se ha inspirado en una pieza del escultor barroco Nicolás de Bussy que se puede contemplar en el Mubam.

Con Sphynx, por otra parte, ''la mujer representada mantiene la verticalidad, soportada sobre una línea horizontal, pero la cabeza de gato aporta un grado de surrealismo. En el espacio separado inferior, la figura femenina se sitúa boca abajo, pero no llega a caer. Se encuentra en un plano de abstracción'', destaca.

Hay una relación entre la iconografía del cráneo y la figura, que representan, por un lado, la infancia y, por otro, la muerte. ''El niño habita en un espacio de la vida real -explica-. Podemos intuir que se asienta en lo concreto y existe ese contraste entre vida y muerte'', dice mientras reafirma lo dicho gesticulando con las manos.

La construcción del relato por acumulación sigue presente en las obras. ''Lo vemos en los grafismos, que son muy importantes porque alejan la realidad, difuminan las imágenes o amplían la información para completar el significado de las obras'', señala.

Se ha producido un cambio de concepción desde trabajos como La mirada múltiple o Referencias colaterales al paisaje y al origen. ¿Qué incorpora en esta etapa? ''He sustituido algunos motivos de la arquitectura contemporánea y el paisaje urbano -también presentes en el Génesis-, pero no se trata de una ruptura estética como tal porque el procedimiento utilizado es similar: toda esa estructura se convierte ahora en una especie de mapa geográfico que representa la figura humana'', expone.

¿Cuál es la simbología? ''El cráneo o los textos ilegibles componen la condición de realidad descontextualizada y se convierten en naturalezas muertas porque ya no forman parte del plano vital. Vemos también la representación del ser humano -novedad en sus creaciones-. Asimismo, el girasol u otros motivos vegetales, como la rama de hiedra, continúan presentes en las obras'', revela.

La exposición exhibe obras de artistas murcianos como Nicolás de Maya, Martínez Cánovas o Paco Fernández, entre otros autores. La sala comienza a llenarse de visitantes mientras él detalla sus próximos proyectos. ''Continúo investigando en la línea de la representación del ser humano, desde distintos enfoques, pero no me he alejado de las estructuras inspiradas en la naturaleza, donde la luz sigue jugando un papel esencial'', afirma.

Al salir del museo muestra uno de los bocetos en los que está inmerso: el realismo de las vetas de la madera que el artista ha recreado en el objeto -'un columpio'- es cautivador. Una estructura realizada de materiales naturales que sigue manteniendo la confluencia entre la matemática de la perspectiva y la técnica a mano alzada.