Enrique Arroyas y la barcelonesa Francesca Cañas hace años que se conocen. El profesor de la UCAM y articulista de LA OPINIÓN y la socióloga catalana exponen sus reflexiones literarias en un blog compartido bajo el nombre El Club de los Domingos, pero esta vez han llevado mucho más allá su afinidad y amor por las letras. A cuatro manos, se han lanzado ante el folio en blanco en un proyecto mucho más ambicioso que un post para su web -aunque aseguren que en ningún momento tuvieron la intención de escribir una novela-. Sea como sea, el resultado se ha llamado Después del diluvio (Caligrama), y, «al menos, cinco años» después, ya está en las librerías.

Su primer libro. ¿Qué le ha llevado a lanzarse a la novela?

Escribir siempre me ha gustado, he escrito desde siempre; y la lectura está en el principio de todo, claro. Francesca y yo compartimos un blog literario, El Club de los Domingos, en el que desde hace años hablamos de literatura, escribimos de los libros que nos leemos, que nos gustan..., y empezamos a escribir juntos varios relatos. Un día ella me envió una escena con un personaje, la leí y la continué -ya eran dos personajes-, y fuimos tirando del hilo sin proponernos siquiera escribir una novela, pero pronto nos dimos cuenta de que esos personajes nos interesaban y de que nos apetecía contar su historia.

O sea que han sido los personajes los que les han forzado a escribir Después del diluvio .

Sí. De alguna forma está en nuestra manera de escribir, en cómo entendemos ambos la literatura. Es una novela de personajes; de personajes y de emociones. No es que tuviéramos una historia pensada previamente, sino que fueron esos dos personajes los que nos arrastraron a su historia; fueron ellos los que iban construyéndola. Nosotros simplemente indagábamos en sus vidas y la lectura iba surgiendo. En el fondo, decir personajes es también como decir uno mismo, e indagar en sus vidas es hacerlo en aquello que nos intriga de nuestras propias vidas.

Al final, pocos periodistas se acaban resistiendo a, al menos, intentar ponerse con un libro. Aunque, como profesor de Periodismo, supongo que alguna vez ya le habrá dicho a sus alumnos que una cosa y la otra no tienen nada que ver...

En el fondo sí tienen que ver. Tienen un punto en común clarísimo, y es que el periodismo indaga en nuestras propias vidas, en las vidas del presente, en los problemas que la gente tiene, y eso es también lo que hace la literatura: indagar en la vida de esos personajes. Y aunque es verdad que el método de escritura cambia mucho, a la hora de responder a esas preguntas en ambos casos lo hacemos a través de la palabra. Así que tiene bastantes puntos en común.

Me ha hablado de los personajes, pero, cuénteme: ¿Cuál es la trama de Después del diluvio ?

La historia empieza con la relación de tres jóvenes universitarios en la que hay un enamoramiento entre dos de ellos. La historia se cuenta en dos planos temporales: en ese, en esa etapa de estudiantes, y lo que ocurre quince años después. Toda la novela intercala esos dos momentos de manera que van construyendo la historia de estos personajes en ese intervalo de tiempo que se crea entre los dos planos. Lo importante aquí es cómo esos personajes cambian, maduran, cómo afrontan ellos mismos su pasado, sus emociones... Lo que nos ha interesado, digamos, es cómo el amor se sostiene en el tiempo; cómo cambia, cómo pervive, cómo se reinventa y cómo puede sobrevivir, en su caso, al paso del tiempo.

Han dicho que en este libro «lo vivido y lo imaginado conviven con las mismas oportunidades de alterar las vidas de las personas».

Digamos que es una forma de entender nuestra propia experiencia vital. En la vida de cualquiera se cruza constantemente lo que vivimos con lo que creemos que hemos vivido. La vida es una constante invención o reconstrucción de lo que somos; y lo que intentamos decir es que lo que somos tiene tanto de realidad como de imaginación. Las cuestiones que tienen que ver con las relaciones personales están llenas de secretos y lagunas, y si nos ponemos a pensar qué sabemos de nosotros mismos veremos que tenemos más incógnitas que certezas.

¿Cómo es eso de escribir a cuatro manos? ¿Ha sido complicado?

Tiene algo de complicado y algo de fácil. Ella suele decir que lo importante no es el cómo, sino con quién. Tiene que ver con la forma que tenemos nosotros de entender la literatura, como algo tan cercano a la vida. Cuando escribir es algo tan íntimo -como te decía, al final se escribe sobre uno mismo-, uno se pregunta cómo se puede escribir con otra persona; y puede parecer extraño, pero es sencillo de entender: como es algo que tiene que ver con la vida, y para nosotros la vida tiene que ver con la escritura, si escribes con alguien tiene que ser con una persona con la que compartes cosas íntimas de la vida. Si Francesca y yo no fuéramos amigos, no podríamos escribir juntos. Hay que estar muy compenetrados.

¿ Y se nota cuando escribe uno y cuando escribe el otro? Porque -y de nuevo vuelvo a su faceta como profesor-, supongo que le habrá tocado corregir trabajos grupales de estos en los que se nota perfectamente cuando el texto cambia de autor.

Si se notaran cambios de estilo sería una deficiencia. La gente que nos ha leído dice lo contrario, que es difícil identificar a uno y a otro. Quien me conoce mucho a mí o a ella quizá pueda identificar algunas cosas, pero no debe notarse el cambio. Y ahora, por ejemplo, cuando releemos la novela, en muchas ocasiones no sabemos quién ha escrito un párrafo determinado, y es que la novela está muy editada. A ella le gusta decir que no está escrita por dos personas, sino por cuatro: la Francesca escritora y el Enrique editor, y el Enrique escritor y la Francesca editora. Toda la historia surge de ese proceso de edición.

¿Y cuánto tiempo les ha llevado? Porque, por lo que me cuenta, parece que ha sido lento...

Ha costado..., no sé, al menos cinco años seguro, aunque probablemente más. Porque no nos dedicamos a escribir de forma profesional, tenemos nuestros trabajos y eso te impide dedicarte plenamente a la novela. Ha habido meses que a lo mejor lo abandonábamos porque nos era imposible escribir o porque no encontrábamos el momento. También están los habituales bloqueos o desfallecimientos, y luego todo el proceso de corrección, edición... Me he dado cuenta de que escribir una novela es muy difícil.

¿ Después del diluvio tenía algún objetivo? En su caso, me refiero. ¿Es una forma de oxigenarse, de evadirse, un pasatiempos que ha crecido hasta el punto de convertirse en libro...?

Ni un pasatiempo ni una evasión. Escribir forma parte de mi vida tanto como comer. No es una evasión, todo lo contrario: escribimos porque vivimos, y no podríamos hacer una cosa sin la otra. Yo siempre lo digo: Escribir es como vivir dos veces, lo mismo que leer. Muchas veces, en según qué momentos, nos queda esa sensación de que no hemos aprovechado lo suficiente una situación, y escribir nos permite revivirla, volver a vivirla con más intensidad.

Y esta experiencia, esta alianza literaria, ¿puede tener nuevas referencias en el futuro?

Sí. De hecho, hace un año que empezamos a escribir otra novela. Está avanzada, pero teníamos Después del diluvio en un cajón y decidimos que no podía quedarse ahí después de todo el esfuerzo que nos había costado, así que la retomamos para editarla, corregirla, y dejarla a punto.