Zaragozana, aunque de origen palestino. Más de diez años recorriendo el globo de punta a punta con la única misión de contar historias, de destapar o mostrar la crueldad y la injusticia que nos rodea. Maysun, fotoperiodista freelance, impartió ayer la primera de las dos sesiones de una master class con motivo de las XII Jornadas de la Asociación de Informadores Gráficos de Prensa y TV de la Región, que se celebran en el Centro Cultural Las Claras Cajamurcia de la capital del Segura.

Le he leído decir que el periodismo para usted es una forma de ser responsable con el mundo que nos rodea. ¿Se siente responsable de mostrar esos conflictos o desastres que a veces da la impresión de que en occidente nos son ajenos?

Sí. La verdad es que no solo yo debería sentirme responsable, sino todo el mundo. Todos somos ciudadanos de la sociedad en la que vivimos y creo que es importante que seamos activos, independientemente de nuestro trabajo, ya seas fotoperiodista o médico. Lo que pasa es que sí creo que esta profesión es una buena herramienta para poder ser activo y responsable con lo que haces.

Desde 2005 ha viajado con su cámara a los Balcanes, Asia, África y Oriente Medio, casi siempre para retratar injusticias o acciones violentas. ¿Disfrutas con tu trabajo o es más, como decía, una cuestión de responsabilidad?

Son las dos cosas. Quiero decir, a mí esta profesión me parece fascinante, y me encanta poder contar historias; que tu trabajo tenga una faceta de responsabilidad no significa que no puedas disfrutar. Si que es cierto que veo mucha injusticia, mucha crueldad, destrucción, pero bueno, creo que es importante no perder el hilo. Eso sí, disfrutar no quiere decir que se frivolice con esas escenas.

¿Con el tiempo -más de diez años cámara en mano-, ha podido, entre comillas, acostumbrarse a vivir de cerca estas situaciones crueles o injustas, o nunca se deja de ser sensible a casos como éstos?

Creo que todo el que se dedique a esta profesión, si deja de ser sensible, debería dimitir. Uno de los timones importantes para dedicarse a esto es tener empatía; si uno se vuelve cínico y deja de sentir lo que hace no tiene sentido que siga haciéndolo. Ahora, que seas sensible no quiere decir que te dejes dominar por esas sensaciones a la hora de hacer las tomas, a la hora de hacer las fotografías. Esta profesión te da herramientas psicológicas suficientes para mantener la mente fría cuando estás trabajando, pero sin perder la empatía y el respeto.

¿Sus raíces palestinas le han influido en esa voluntad de retratar según qué tipo de conflictos?

No decidí dedicarme al fotoperiodismo de forma consciente. Quería ser egiptóloga, estudié Arqueología y me gustaba la fotografía, y traté de combinarlas. Pero mientras estudiaba comencé a utilizar la cámara como herramienta para comprender lo que me rodeaba y mi propia identidad. Al ser palestina, me ha tocado vivir de cerca el conflicto palestino, es lo que tenía en casa, así que comencé por ahí, pero no me quedé ahí. Lo que me llamaba la atención era la injusticia, ya fuera en la sociedad más cercana o en otros países. Mi origen solo fue un disparador. Al fin y al cabo, la injusticia no tiene nacionalidad, sucede en todas partes.

Hay mucha polémica en cuanto a cómo se paga el trabajo de los freelancers , que en muchas ocasiones se están jugando la vida para llegar a zonas en conflicto. ¿Merece la pena?

Depende de qué me preguntes si merece la pena. Me merece la pena seguir en este trabajo sin importar los sacrificios porque es mi vocación, y tengo la necesidad de contar esas historias; y, como te decía, para mí es una responsabilidad. Pero si tuviera que hacerlo solo por ganarme la vida, haría otra cosa, porque vivimos un momento de precariedad tremendo. La situación no es nada buena a nivel económico y, además, la sociedad cada vez se fía menos de la información que recibe; y los medios no siempre ayudan.

¿Cuál es la idea que pretende transmitir a los asistentes de la master class que imparte en Murcia?

Que ésta es una profesión preciosa para la que hay que trabajar mucho y ser muy exigente con uno mismo. Hay que querer mucho esta profesión y tener muy claro cómo hay que hacerla. Normalmente en las escuelas recibimos una educación más teórica o práctica -en técnicas fotográficas y demás-, pero no nos suelen enseñar a funcionar en el mercado actual, desde la idea de la foto hasta que la has vendido.