México se disfruta con todos los sentidos. Una tierra hermosa y misteriosa, cargada de historia, de tradición y de las características propias de su estimulante identidad. Y quizá nadie como Frida Kahlo supo cargar con todo ese peso sobre sus maltrechas espaldas; con semejante orgullo, con tan impetuoso carácter. Una mujer eterna que estos días 'visita' Murcia de la mano del pintor murciano Pepe Claros, que desprende admiración por su vida y obra a cada palabra que dedica a su 'invitada'.

La casa azul -nombre que recibe el museo dedicado a Frida Kahlo en su ciudad natal y con el que ha titulado esta exposición- es, hasta el próximo domingo, el Palacio del Almudí, que Claros ha convertido en un pedacito de México con piezas firmadas por el artista, así como fotografías y otras curiosidades de la polifacética artista que ha ido reunido durante sus viajes a territorio azteca, entre ellos, unos pendientes que le regaló el mismísimo Picasso y un autorretrato de Kahlo.

El motivo de este trabajo es conmemorar la vida de Frida, más allá de su pérdida en 1954. «Todo lo que se ha hecho hasta ahora ha sido sobre su muerte, y yo quería celebrar su nacimiento, del que este año hacen 110 años», explica su autor, que asegura que tardó una semana en realizar toda la instalación en el Almudí, buen ejemplo de la magnitud de la muestra.

Máscaras, catrinas, retratos, acuarelas, bodegones... Y es que no hay Frida sin México y no hay México sin su gastronomía, su cultura, sus colores, etc. Temas que han pasado también por el pincel de Claros y que convierten la sala murciana en el Coyoacán de la primera mitad del siglo XX.

Pero, sobre todo, Frida. Una mujer marcada por su propio sufrimiento tras un trágico accidente de autobús que la dejó postrada en la cama la mitad de su vida; pero una mujer con envidiable dignidad y carácter. «Ella por las mañanas no salía de su habitación hasta que no estaba perfectamente arreglada, para que la gente la viese orgullosa pese a todo su sufrimiento. Quería representarla como la mujer que era, un espectáculo, no como una indígena muerta de hambre», afirma Claros.