­El viaje como opción de vida. La Literatura como herramienta para sentirse a salvo. Ana Vidal Egea (Dolores de Pacheco, 1984) ha convertido su éxodo por una decena de ciudades de medio mundo en Dolores-Manhattan (La Fea Burguesía, 2016), un poemario bilingüe en el que la poeta cuenta su vida en forma de versos. La autora ha venido desde Nueva York hasta Murcia para presentar el libro, que ya se puede comprar en librerías o desde la web de la editorial.

¿Qué es Dolores-Manhattan?

Es una biografía contada con versos, que es la parte original. Son poemas de verso libre, sin rima, que no tienen tanto que ver con las ciudades, sino con el momento vital en el que me encontraba cuando estaba ahí. Nueve capítulos de las ciudades donde he estado desde que me fui de Dolores de Pacheco con 18 años.

¿Cómo definiría su poética?

La mía es una poesía libre, bastante oscura, densa. Y no es tampoco una poesía que ensalce la belleza; no es inocente ni suena bien. No busca el placer inocente del poema, sino que te obliga a enfrentarte con tus miedos, a escarbar en los conflictos.

¿Cuándo empezó todo?

Cristóbal Crespo, que me acompañó en la presentación el pasado 21 de diciembre en Murcia fue el ´profe´ del cole que me animó a seguir escribiendo, juntar todos los poemas y hacer un libro. Llevo escribiendo desde que tenía seis años. De hecho, el primer poema lo publiqué en LA OPINIÓN.

¿Cómo lo recuerda?

Él era profesor en Dolores, pero se trata de una persona que había viajado por todo el mundo. Conectó conmigo de una manera muy especial y me invitó a seguir escribiendo. Ese primer poema lo tuve que dictar, porque no sabía ni escribir, y se envió al diario, que lo publicó en una carta al director.

Pero Dolores-Manhattan no es su primer libro.

No. De hecho, justo un día antes de presentar este poemario en Murcia presenté otro, cuaderno de Asia (Amargord, 2016) en Madrid. También he publicado la novela Noches Árticas, que salió en 2012, y antes La otra vida, un libro de relatos, que apareció en 2010.

Dolores-Manhattan aparece en edición bilingüe en castellano y en inglés. ¿Por qué?

Esa es una petición que hice a la editorial. Yo vivo en Nueva York, pero soy de Dolores de Pacheco. Me gusta que las personas del lugar donde vivo puedan leer los poemas tanto como que lo hagan en el lugar de donde soy.

Madrid, Edimburgo, Helsinki, Buenos Aires, Mexico DF y Miami, Nueva York... son ciudades en las que ha vivido desde que abandonó Dolores de Pacheco. ¿Vivir tan lejos de la raíz afecta a la construcción del poema?

No es tanto la salida como la manera de ser de cada uno. Yo he viajado porque lo he elegido, es lo que me gusta hacer. Creo que vivimos para experimentar, y el mundo es demasiado grande para quedarnos quietos. Me atrae la novedad y hay muchas cosas que descubrir.

Es un acto de valentía.

Todo el mundo puede irse, pero hay cierta comodidad en estar quieto. No es que no tenga miedo, sino que lo supero. A mí, por ejemplo, me da pánico volar, pero cojo aviones, me atrevo, y esa es la esencia de la vida. Aunque reconozco que cada vez me canso más y voy buscando cierta estabilidad. Soy una inmigrante y ese sentimiento es extraño. Lo soy tanto aquí como en América. En el momento en el que se pasa tanto tiempo fuera de casa te conviertes en ´el extranjero´ en todos los lugares.

¿Lo más duro de estar fuera?

Se paga un precio muy alto, que es estar lejos de mi familia. Yo no me puedo venir a España de un día para otro si pasa algo grave en mi familia. Afortunadamente, hasta ahora no ha sucedido nada malo, pero ocurrirá, y yo no voy a estar. Eso es lo que peor llevo: es el precio que pago por estar en una ciudad como Nueva York.

¿Y qué tal es Nueva York?

La única ciudad que me ha enganchado de esta manera es Nueva York porque es muy plural. La ciudad cambia a un ritmo vertiginoso. Hay gente brillante, guapísima, alucinante: siempre te obligan a buscar una mejor versión de ti.

¿Todo eso está en su libro?

Yo soy el libro, soy el cambio, el viaje... yo lo elijo y lo quiero. Me encantan los comienzos, pero no puedo vivir siempre de ellos. Ahora estoy en un momento de transformación, es como si fuera una nueva persona. Me han ofrecido hace poco un trabajo en Corea del Sur y he elegido quedarme en Nueva York. Estoy como observándome. Dolores-Manhattan es el preámbulo a mi estabilidad.Dolores-Manhattan quedó finalista del prestigioso premio Adonáis en 2014, pero ve la luz en La Fea Burguesía en 2016.

¿Cuesta tanto editar poesía?

Yo nunca me planteé que se publicara. Todo fue porque me invitaron a un festival en Austria, nos pidieron los libros ya publicados, y yo no tenía, por lo que la invitación ha quedado aplazada. Eso fue en febrero de 2016, así que en marzo comencé a enviar libros a editoriales. Tenía dos, el Cuaderno de Asia, que construí en mi viaje por el continente y que ha sido finalmente editado con fotografías a color, y Dolores-Manhattan, que quería que saliese en editorial murciana.

Quería que en mi Región se conociera lo que hago, estar vinculada para siempre a mi tierra, que es de donde salgo.

En el currículo de su web (www.anavidalegea.com) aparecen trabajos de actriz, periodista, profesora... Ha ganado premios de relatos, de poesía, ha adaptado novelas al teatro... ¿Es apropiado utilizar el adjetivo ´multidisciplinar´?

Lo que no me gusta es comprometerme con algo en concreto. Mi motor es hacer tantas cosas a la vez. Si no tuviera que hacer mil cosas al mismo tiempo no sería feliz.

¿Está atenta a la ´eclosión poética´ que se vive hoy en España?

Me parece maravilloso. Y creo que el nuevo todo de la poesía es algo que va con las nuevas generaciones. Hoy ya no se pueden ver películas largas, la gente se aburre. Emprender hoy la lectura de una novela como las de Dickens es casi una utopía: la gente ya no tiene la capacidad de atención para enfrentarse a eso. Por eso creo que la poesía funciona, porque no exige un compromiso a largo plazo, es inmediata. Así pues, me parece estupendo que la gente escriba, que se exprese. Aunque mi poesía no es de recital, sino para leer a solas, para enfrentarte con tus miedos. Es una poesía muy seria que exige un esfuerzo de interpretación por parte del lector, que leas un verso, te detengas y explores.