El Auditorio Víctor Villegas acoge esta noche el estreno en Murcia de El cuidado de la esencia, suite para guitarra flamenca y orquesta compuesta por Carlos Piñana y todo un reto tanto para el guitarrista cartagenero como para la Orquesta Sinfónica de la Región, que le acompaña en esta ocasión dirigida por el asturiano César Álvarez.

Asegura Álvarez que Carlos Piñana «ha dado un paso más allá» a la hora de hacer de la guitarra flamenca el instrumento solista de una sinfónica, lo que hace su partitura muy diferente a otras muchas. «Es una obra clásica con un lenguaje flamenco», define el director de orquesta, que, aunque reconoce la dificultad para interpretarla, asegura que es una música «muy entendible para el público, porque llega al corazón».

El cuidado de una esencia, como explicó hace unas semanas Carlos Piñana a esta redacción, servirá para rendir homenaje al desaparecido Paco de Lucía. «Fue un músico fundamental para el país, como marca y como símbolo de España, como lo son Plácido Domingo y Julio Iglesias, y, para el mundo del flamenco, su genialidad era insuperable».

César Álvarez fue hasta 2010 profesor del Conservatorio de Música de Murcia y ha dirigido numerosas orquestas nacionales e internacionales, con una consolidada, aunque dura carrera. «El futuro de un director es muy difícil, hay pocas orquestas para poder hacer una carrera y cuesta encontrar la oportunidad necesaria, pero al final siempre hay gente que hace cosas», dice Álvarez, quien asegura que en los últimos años sí ha habido un mayor interés en España «por recuperar a los artistas nacionales».

El director asturiano dirigió durante años -aún acude asiduamente- la Orquesta Filarmónica de Tomsk, una de las más antiguas de Rusia, y reconoce que allí todo parece más sencillo. «Hay un nivel tremendo, desde la organización al apoyo del público, que quizá es algo que en España sí arrastramos». «En nuestro país -explica- costará tiempo cambiar las cosas y se necesitan políticas muy bien hechas, y ahora quieren quitar hasta la educación infantil». Pero recuerda que esto no es sólo un problema de la música clásica. «En los teatros o conciertos de rock estamos muy acostumbrados a la cultura de 'dame una invitación', cuando los centros viven de las entradas», concluye.