LOS MARAÑONES + ANTONIO CASINELLO

Lugar: Teatro Circo de Murcia.

Fecha y hora: Sábado, 21.30 horas.

Entradas: 12 euros.

La hora de la revolución abre Historias sin principio ni final, el nuevo disco, undécimo, de Los Marañones, impregnado de esa agridulce nostalgia lubricada por una ácida ironía. Esta última entrega, más íntima y relajada, incluye rock de toda la vida, elegante swing, pinceladas de ska, folk a lo Buffalo Springfield, psicodelia hendrixiana y bonitas baladas pop, que encuentran ese punto de equilibrio entre la preciosidad de sus canciones y una fuerte carga de positividad. Han volado veinticinco años y siguen aquí. Eso sí, todavía inefablemente señoriales. Mañana presentan su nuevo disco en el Teatro Circo de Murcia acompañados por Antonio Cassinello Rock and roll Trío, unos buenos amigos con los que han compartido caminos y que también estrenan álbum: Hipnotizado. Velada para bailar rock and roll. Miguel Bañón y Román nos cuentan los pormenores.

Los Marañones son uno de esos grupos que, a estas alturas, no necesitan demostrar nada a nadie. Debe de ser todo un orgullo llevar veinticinco años en la carretera. ¿Alguno de vosotros se atrevería a realizar un resumen escueto de todo este tiempo?

M. B. Cuando éramos pequeños, Ricardo, Román y yo, con algunos amigos más, jugábamos a componer y grabar canciones como si fuéramos los Beatles revividos. Hoy, aunque Ricardo no toca en directo, lo seguimos haciendo, con otros amigos, pero de la misma manera, aproximadamente.

¿Qué conceptos han perdurado desde los comienzos?

R. El concepto básico sigue siendo el mismo: tenemos canciones que creemos que merece la pena que escuche más gente.

M. B. Ha cambiado, sobre todo, que ahora sabemos plasmar las ideas mejor que entonces.

Me da que esta vez habéis puesto rumbo al sur.

M. B. En realidad nunca lo hemos dejado, es nuestro hogar. En nuestro caso, el ramalazo country-folk pasa por su conexión con el pop. Siempre nos han gustado más los Byrds o Buffalo Springfield que John Denver (sin menospreciar a este último en absoluto).

R. Vivimos en el sur, y no se puede ir mucho más abajo sin cambiar de continente.

La revolución es un tema recurrente en vuestros discos; alguno lo habéis titulado así. «Los estudiantes acampando en Sol». ¿Es un guiño al 15M? ¿Es la hora de la revolución? ¿De qué revolución?

M. B. De cualquiera, es el momento de cambiar las cosas, de hecho, es necesario cambiarlas constantemente.

La portada suele ser obra habitual de Román, ¿qué trataba de expresar?

R. Después de utilizar dibujos y fotos nuestras en las últimas portadas, habíamos decidido que esta vez queríamos hacer algo diferente, utilizando la fotografía. Ya sabíamos que el disco se iba a llamar Historias sin principio ni final y le pedimos a nuestra amiga Inma Alcázar que nos pasara algunas de las fotos que había ido haciendo por aquí y por allá. Desde el principio me gustó la imagen del banco vacío, como un lugar donde puede que haya sucedido o vaya a suceder alguna de esas historias.

Estas navidades hicisteis unas presentaciones sorpresa por tabernas. ¿Cuál era la idea? ¿Cómo han resultado? ¿Cómo está funcionando el disco?

M. B. Para mí ha sido una experiencia única, presentarnos ante la gente de tú a tú, sin aparatos de ningún tipo, sin tapujos, conexión directa y honesta, tal y como pretendemos que sea nuestra música. Me sorprendió gratamente el silencio del público, ya que se requería un esfuerzo extra por parte de éste para poder oírnos sin altavoces.

R. La idea era llevar nuestra música allí donde está la gente. En esas fechas hay muchos amigos que viven fuera y que vienen a pasar las fiestas con la familia, así que nos parecía una buena forma de juntarnos con ellos y de que la gente se fuera enterando de que tenemos disco nuevo. Y parece que sí, que se van enterando. Y, por lo que dicen, les está gustando.

La buena vida es como una reivindicación de la holganza. Viviendo sin trabajar.... ¿Hay mucho de ironía en esto?

M. B. Probablemente, aunque no nos gusta desvelar el sentido de las canciones, es obvio que hay bastante ironía en la mayoría. Pero vivir sin trabajar mola, aunque suene políticamente incorrecto.

R. De todas formas, tanto el trabajo como la holganza están sobrevalorados.

Lleváis algunos discos creando mundos paralelos donde nada es mejor ni peor, pero sí distinto. No hay mitos, sólo puntos de vista donde prima el sentido del humor más que el sentido común.

M. B. Y a veces el sin sentido. Con la imaginación los viajes resultan perfectos, y ¡más baratos!

R. Yo creo que el sentido del humor y el sentido común siempre van de la mano.

¿Los Marañones son unos tipos inquietos?

M. B. Inquietos pero reposados.

¿El paso de los años os ha enseñado a ir más a lo esencial?

M. B. La verdad es que nunca hemos sido de muchos complementos, pero sí, de unos discos a esta parte hemos adoptado un sonido característico en el que no hay nada que esconder, empezando por la canción.

R. Supongo que es una evolución natural y que es parte del aprendizaje: vas descubriendo qué es lo realmente importante.

¿El último disco es siempre el mejor?

M. B. Al menos este sí, qué quieres que te diga. Es cojonuda esa ilusión por el último, en el que lo has dado todo. El tiempo te hace preferir unos un poco más que otros, pero creo que de modo subjetivo, o al menos personal.

Se ha hecho un musical, Cruzando las galaxias, sobre vuestras canciones ¿Qué pensáis? ¿Y sobre que las canten actores?

M. B. Magnífico, un espectáculo muy divertido que ha usado nuestras canciones como hilo conductor. Además nos ha acercado mucho al público más joven, que es un potencial que intuíamos. Ahí ha estado Javier González Soler luchando por éste y otros proyectos contra viento y marea.

R. La idea surgió de él y contó con nuestro apoyo desde el principio: el libreto lo escribimos entre él y yo, y Miguel se encargó de la dirección musical. Además, volvimos a grabar las bases de algunas de las canciones para adaptarlas a los cantantes. Nos gusta mucho eso de ver nuestras canciones interpretadas por otros y en un contexto tan diferente, y es un placer estar entre el público y comprobar que se lo están pasando bien, tengan la edad que tengan.

¿Cuál es la historia de ese verano lento que se hace largo?

M. B. Un verano en la ciudad puede ser algo especial. Supongo que tiene su propia poética. En esta ciudad, en particular, es una lucha con los elementos... pura épica.

R. En verano es cuando se va todo el mundo, pero es cuando la ciudad se queda tranquila y los encuentros son más intensos.

¿Cómo creéis que encaja este trabajo desde el punto de vista de la evolución de vuestra carrera?

M. B. Es una especie de síntesis. Es más, las canciones estaban por ahí, la mayoría sin terminar, y nos parecían demasiado buenas para que no vieran la luz.

¿Qué se va a encontrar de familiar el fan de siempre de Los Marañones?

M. B. El fan de Los Marañones, si los conoce bien, lo va a valorar bastante, porque en él está la esencia y está todo.

R. Además, precisamente aquél que nos haya seguido desde siempre, siempre, se va a encontrar con algunas canciones que le pueden resultar familiares, porque algunas las habíamos tocado ya en directo en tiempos inmemoriales.

¿Empezáis a creeros lo de que el tiempo suaviza las pasiones o aún os dejáis llevar por ellas?

M. B.Las pasiones no se pierden, ni suavizan; se transforman y canalizan de otras formas.

Y en la música española en general, ¿Es posible que se esté perdiendo la esencia rockera en favor de estilos más ‘suaves’?

M. B. Hay de todo tipo de tendencias pero, en general, no creo en militancias.

R. Yo no estoy demasiado al tanto de lo que se está haciendo en general. Lo que siempre me sorprende es la variedad que hay.

No hay cambios espectaculares. ¿Es aquello de «Si no está roto no lo arregles»?

R. Entre los cuatro hemos encontrado un sonido con el que estamos cómodos y que nos permite suficiente flexibilidad como para darle a cada canción el tratamiento que necesite.

M. B. Creo que hemos encontrado un sonido que nos identifica y que concuerda del todo con lo que las canciones transmiten. Es un sonido sencillo y cuidado al mismo tiempo, no hay nada gratuito. Los arreglos están concebidos en función al sentimiento que rodea tanto a la música como a la letra, y no viceversa.

Luna de abril es un bonito cierre para el disco, ¿la razón es que está aislada del resto?

M. B. No, es un disco con muchos matices y este es uno más. Podíamos haber acabado con Volando al fin que es muy psicodélica, y crear la misma impresión al respecto, o con Sin remedio que es más R’n’R.

R. Siempre intentamos que el orden de las canciones sea fluido para quien escuche el disco del tirón, y nos gusta que si alguien se toma la molestia de escucharlo hasta el final se quede con un buen sabor de boca.

Me gusta eso de «he despedido a la razón porque discrepaba el corazón», ¿hasta qué punto hacéis vuestra esa frase?

M. B. Bastante, de hecho es una de esas frases que te salen sin pensar. Se trata de liberar la mente. Al fin y al cabo son sentimientos, no matemática pura.

¿Cómo definiríais el disco y cómo se compara con sus antecesores?

M. B. El título dice mucho al respecto, hay una continuidad, una evolución y un guiño al devenir de las cosas.

¿Qué hace de Los Marañones una banda tan sólida?

M. B. Nos conocemos mucho, mucho tiempo, pero siempre hay facetas nuevas que descubrir de cada uno de nosotros. Supongo que disfrutamos todos haciendo esto y eso nos mantiene con toda la ilusión, más que verlo como una empresa que funciona bien o mal.

R. Este es el cuarto disco seguido que grabamos con la misma formación, y últimamente vamos sacando más o menos un disco cada dos años, así que sí, parece un momento bastante estable.

En este disco se encuentran las letras más trabajadas de Los Marañones hasta la fecha. ¿Os habeis vuelto más exigentes?

M. B. Imagino que somos cada vez más exigentes en todo. Es un afán continuo de superación en todos los frentes, si lo conseguimos es que vamos por el buen camino.

R. Nos tomamos nuestro tiempo hasta que quedamos satisfechos y preferimos dejar la canción aparcada para un mejor momento antes que publicarla con una letra para salir del paso.

¿Es mucho más fácil que la gente tenga empatía por una letra si la siente cercana?

M. B. Algo de eso hay, nosotros intentamos que lo cotidiano sugiera otros niveles más profundos y que cada cual pueda hacer suya la letra.

Se atisba un cierto optimismo.

M. B. Siempre hemos sido vitalistas, la realidad es ya bastante cruda para andar remozándonos por el barro, lo que, por supuesto, es una opción como otra cualquiera, pero no la nuestra.

R. Siempre hemos preferido el buen rollo al mal rollo. Es una cuestión de principios.

¿Historias sin principio ni final es lo mismo que sin ton ni son? ¿A qué obedece el título?

M. B. Yo no lo veo así, ni mucho menos. Es una alusión al carácter sugerente, abierto, diferente, evanescente y a veces mágico de nuestras historias.

¿Qué objetivos os habéis marcado con este nuevo disco?

M. B. A nivel terrenal, que llegue al máximo número de gente. Creo que hay que escucharlo con los oídos bien abiertos y sin esperar arquetipos de ninguna clase. Mi impresión es que es un disco que va ganando con las escuchas.

¿Qué encontraremos en el concierto del sábado? ¿Grandes éxitos o fotografía del grupo en la actualidad?

M. B.Tocaremos todo el disco nuevo salpicado de algunas de las canciones que nos han hecho ricos y famosos.