El presidente de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, ha asegurado a Efe que su reunión de mañana con la junta directiva de esta institución no será para discutir sobre la reversibilidad de su dimisión, sino para plantear de qué manera se va a llevar a cabo.

"Yo voy a dimitir. Mañana se replantearán otras cosas: si dimito el 13 de febrero o en otro momento", así como los detalles de hacer efectiva esa dimisión, ha explicado en conversación telefónica.

De la Iglesia, sumergido en la preparación del rodaje de su próxima película, "La chispa de la vida", anunció ayer que dejaría su cargo al frente de la Academia tras la celebración de la XXV edición de los premios Goya, por su desacuerdo con la denominada ley Sinde.

A pesar de lo repentino y lo heterodoxo de su anuncio -lo realizó mediante un artículo en el periódico El País- ha asegurado que algunos miembros de la junta directiva de la Academia ya conocían su decisión antes de que él la hiciera pública, y asegura que acudirá a la reunión extraordinaria de mañana con "muy buenos ánimos".

"De los ánimos del resto de miembros no puedo hablar, sólo puedo asegurar que los míos son buenos", ha añadido, y ha aplazado cualquier declaración sobre las peticiones para que reconsidere su decisión por parte de la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, a la jornada de mañana.

"No quiero decir nada más, porque ya he dicho en Twitter todo lo que tenía que decir", ha asegurado. "Mañana, tras la reunión, ya hablaremos", ha añadido.

En su "tweet" de hoy, De la Iglesia insistía en las razones que le han llevado a disentir respecto a la Ley Sinde, que fue lo que detonó el anuncio de su dimisión: "Comencé un diálogo con las partes afectadas. Busqué puntos en común y los encontré. Busqué propuestas y se me ofrecieron, y los hice llegar al gobierno y a la oposición, como era mi deber".

"El resultado de esos acercamientos me hizo cambiar de opinión acerca de la ley, y la redacción final del texto no me resultó satisfactoria, y así lo expresé. Sin embargo, considero que yo no puedo imponer mi forma de ver las cosas al resto de los compañeros de la profesión, y pido disculpas por ello", aseguraba.

"Como presidente debería mantenerme al margen de valoraciones personales sobre temas tan graves como éste, y no he sabido, o no he podido hacerlo a la hora de responder con sinceridad a las preguntas que se me hacen, por lo que creo que lo más honesto es dimitir", concluía.