Reproducir las imágenes familiares que se realizan en los estudios fotográficos pero con un escenario muy diferente –el de sus cocinas– era la intención de Vanessa Pastor, mientras que la californiana Beth Yarnelle Edwards prefería ´espiar´, fotografiar a la gente en su día a día y retratarlos, además de por su físico, a través de sus casas, sus habitaciones y las cosas que hay en ellas.

Ambas fotógrafas, dos generaciones de artistas, fueron las encargadas ayer de abrir Fotoencuentros, el festival que organiza la Fundación Cajamurcia, con las muestras La familia y la comida en Europa –en la que Pastor y otros siete jóvenes europeos exponen sus imágenes de ocho países– y Escenas domésticas –en la que Edwards se ha adentrado en las casas de Silicon Valley (California) y de otras ciudades europeas–; exposiciones que acoge el Centro Las Claras de Murcia y que ayer presentaron las artistas y el director de la sala, Ángel Campos.

Cuenta Vanessa Pastor que todos los participantes en el proyecto europeo Setse han «aportado una visión particular de los países» en los que han trabajado –nunca el suyo– y comenta que, a través de las imágenes, «se ve la diversidad y también los puntos de unión entre culturas».

Pastor dirigió su objetivo hacia las familias eslovacas, «muy recelosas de su privacidad». «Son personas que no te acogen sin conocerte, pero que después lo dan todo... ni siquiera me preguntaban qué iba a hacer con las fotografías», explica la joven, cuyas imágenes cuelgan en la sala junto a otras centradas, por ejemplo, en las manos de los finlandeses –manos que parten pan, que preparan sushi o que dan el biberón–, en las viandas polaca o en los rostros de los italianos ante sus platos de comida.

Edwards, por su parte, recuerda que su proyecto arrancó hace 15 años, cuando decidió entrar en las casas de sus vecinos de Silicon Valley para tratar de descubrir por qué este lugar se ha convertido en «un paraíso, en la Meca» de la clase media y alta. De esta zona residencial de California saltó después a los hogares de España, Francia, Alemania e Islandia; casas a las que llegaba «sin tener ni idea» de lo que buscaba y «haciendo muchas preguntas», pero siempre «con respeto». Cuenta que para ella fue más fácil hacer fotografías en Europa que en EE UU porque «la gente es más honesta y estaba menos interesada en parecer modelos de revista». Y es que las poses –intencionadas o no– es algo que esta fotógrafa trata siempre de evitar, muchas veces por el bien del propio ´modelo´. «Si quisiera ridiculizar a la gente sería muy fácil, pero esa no es mi intención; quiero algo más verdadero, no fotografías de belleza», afirma esta creadora de «imágenes hiperrealistas» que está convencida de que «las casas y las cosas de las casas retratan a la gente».