El pasado día 30 de diciembre me llega la desagradable noticia, que me consterna, del fallecimiento en La Alberca, de donde era natural y residía, del nonagenario José López Beltrán, ´Pepe el de Manuela´ por ser el patronímico de su madre.

López Beltrán era hijo de Antonio López y Manuela Beltrán Zapata, hermana de mi abuela paterna María, y por lo tanto primo hermano de mi padre, lo mismo, lógicamente, que sus hermanas Paca y Mariquita. Pepe contrajo matrimonio con María Sánchez Amor, natural de Bullas, y fruto del mismo fueron sus hijos Manuela, Antonio, Paco, María y Matilde.

Con sus noventa y cuatro años, Pepe era el último de los hermanos que quedaba con vida, ya que sus hermanas Paca y Mariquita hace años que le precedieron en la ausencia terrena. Era también, por su edad, el decano de las familias López y Beltrán.

Hasta hace unos meses, me solía encontrar con él cuando salía de un bar-cafetería, cercano a su domicilio, de tomarse su clásico café diario, y se dirigía con su paso lento, pero el cuerpo erguido, hacia su casa. Le saludaba y unas veces le acompañaba, y otras, después de charlar un rato, nos despedíamos en la esquina de su calle. Al verle alejarse, su paso me hacía recordar al de mi padre, idéntico al suyo.

Pepe era muy trabajador y, con su esfuerzo diario y constante, y la inestimable ayuda de su no menos trabajadora esposa, la entrañable María, sacaron adelante a su familia, que contaba, además de los hijos, con su madre, la tía Manuela, como la llamábamos no sólo sus sobrinos sino también los hijos de éstos, entre los que me cuento.

López Beltrán era de trato cordial y conversar con él era una delicia y suponía recibir amenas lecciones de su experiencia. Recuerdo que hace unos años le visité en su domicilio con la pretensión de que, como veterano de la calle Francisco García Villalba, antes calle Nueva, en la que residía, me contara en los años en que sus padres construyeron su casa, una de las primeras de aquella nueva arteria urbana en aquellos años, con objeto de conocer su antigüedad.

Su respuesta fue una amplia información, no sólo de la casa de sus padres, sino también de las de sus vecinos cercanos de aquel tramo de calle, que linda con la Carretera del Valle, que anteriormente era un olivar. Cuando le agradecí su información, me dijo: «Sobrino, aquí me tienes para lo que te haga falta».

Pero la vida es así y José López Beltrán, ´Pepe el de Manuela´, tenía, como lo tenemos todos, fijado el fin de su amplio periplo vital el día 30 de diciembre de 2010, y éste se cumplió inexorablemente. Pero nos queda, a todos los que tuvimos la suerte de conocerle y tratarle, el imborrable recuerdo de una persona prudente y amable, y esencialmente, de un hombre bueno. Descanse en paz.