Marc Minkowski es una especie de investigador musical que ha abierto nuevos horizontes en aquellos terrenos donde indaga y cuyo abanico amplía día a día. Sin embargo, el director galo rehuye la etiqueta de "especialista" para afirmar que, en todo caso, es "un especialista de la no especialización".

Comenzó su carrera musical como intérprete de fagot, pero pronto pasó a la dirección de orquesta; hasta que, con 20 años de edad inició su propio camino al fundar "Les musiciens du Louvre", un conjunto especializado en música barroca.

Minkowski compareció hoy ante la prensa en el Teatro Real de Madrid para presentar dos eventos: El concierto que ofrecerá el viernes con su formación, junto a la mezzosoprano Anne Sofie Von Otter. Y el lanzamiento del disco-libro con suites de "La Arlesiana" y "Carmen", ilustraciones de Van Gogh y otros coétaneos de Bizet, y de edición limitada.

Acompañado por Les musiciens du Louvre y utilizando los instrumentos originales de la época, Minkowski ha querido, dice, "iluminar la dramatización" de Bizet y "reconstruir su auténtico sonido".

El disco marca el comienzo de la colaboración "a largo plazo" entre Minkowski y la discográfica Naïf,- en España a través del sello Diverdi- y supone la ruptura con su tradicional compañía, la Deutsche Grammophon.

"¿El porqué?" se pregunta el maestro. Y responde que su nueva discográfica coincide con él en la visión del disco como "objeto artístico. No sólo musicalmente, sino también visual e intelectualmente".

Tras haber explorado la música barroca, tanto francesa como europea, sacando a la luz nombres y piezas hasta entonces olvidadas, Minkowski ha querido "cambiar de registro", en busca de "la versatilidad".

"Mi trayectoria musical es una superposición de capas, como un sandwich, donde la base tiene la misma importancia que el último piso, y hay que comerlo todo a la vez", explica. Para luego añadir: "No he dejado el barroco ni lo voy a dejar pues tengo proyectos; pero mi intención es abarcar el clasicismo, el barroco y el romanticismo, usando los instrumentos de aquel tiempo".

Y para ello cuenta con Les Musiciens du Louvre, una formación "joven y con músicos de altura, apasionados con los instrumentos antiguos la recuperación de viejas piezas. Pueden -apunta Minkowski- interpretar cualquier música con ellos y mezclarlos con otros actuales".

Viejo conocido del Teatro Real, Minkowski muestra su admiración por España: "Por su incesante actividad musical y porque siguen brotando salas de conciertos como por arte de magia", cuenta. Y bromea hablando de ampliar la sede de su formación -hoy en Grenoble- para pasar a llamarse "Les musiciens du Louvre-Prado".

Recuerda cómo ojeando un libro sobre el centenario del Real, se topó con una foto suya "con un aire muy triste", lo que no dejó de sorprenderlo pues, cuenta, "guardo recuerdos excelentes personales y artísticos, como mi colaboración con 'La Fura dels Baus'".

Explica que su frenética actividad, es fruto "del gusto por el instante y del tiempo en las salas de espera de los aeropuertos". Y cuando le recuerdan que siempre ha sido tachado de enérgico y hasta seco, alejado de la calidez lírica, remite al periodista al Adagio de "La Arlesiana" que contiene el disco.

Y añade: "Con la edad, las cosas se van calmando", para luego puntualizar: "Lo esencial es hallar la identidad de un autor, y si bien yo uso todo tipo de dramatizaciones, es cierto que potencio los contrastes. Puedo pasar por momentos muy líricos...u00A1pero cuando hay que pegar la estocada, se pega!.

Obras de Van Gogh y otros artistas de su tiempo ilustran el disco pues, para Minkowsski esos pintores captan la luz de Provenza y ésa es "la luminosidad que Bizet plasma en su obra".