Ben Yehuda, la calle principal del centro de Jerusalén, se llenó hoy de pequeños superhéroes, princesas, vaqueros, aladas hadas e incluso algún que otro Ronaldo en miniatura.

Muchos adultos también se disfrazaron y, si bien la pareja de Homer y Marge Simpson fue una de las que más expectación creó, tampoco dejó indiferente un hombre con sentido del humor que se atrevió a disfrazarse de "ultraortodoxo", con tirabuzones postizos y un sombrero, un atuendo que en esta ciudad es para muchos su forma de vestir habitual.

En los festejos no faltaron gigantes y cabezudos, mimos, payasos, dragones chinos, hombres y mujeres zancudos, marionetas, bailarines, magos y, por supuesto, la música y los dulces: manzanas caramelizadas, algodón de azúcar y helados.

Subido a unos zancos para ver el mundo por encima de sus once años de altura Tomer, israelí de origen argentino, explicó a Efe que Purim celebra que "Ajashverosh al final no mató a los judíos" y por eso en esta fecha "se festeja y se divierte y se come y se hace el loco".

El origen de Purim está en el Libro de Esther, donde se narra la ocasión en la que Haman, gran visir del Imperio Persa, pidió al rey Ajashverosh que exterminase a todos los judíos de su reino.

Cuenta el Antiguo Testamento que el rey se dejó convencer y emitió un decreto que ordenaba la masacre de todos los judíos en su territorio, pero la reina Esther intercedió ante el y logró, milagrosamente, que los judíos se salvasen y se impusiesen a sus enemigos.

Esta fiesta se toma hoy en día por tanto como un símbolo de la victoria del pueblo judío sobre el antisemitismo.

Aunque el pequeño Tomer se contenta con comer dulces y beber refrescos, señala que los adultos aprovechan esta ocasión para "tomar mucho vino", algo que confirma también el payaso-actor Esiai Haufman, que asegura que "lo que hacemos en Purim es beber mucho. El objetivo hoy es estar muy contentos y muy borrachos".

La participación del alcohol en la fiesta forma parte de la tradición, que estipula que se debe beber hasta que no se distinga al "bendito Mordechai" (héroe del Libro de Esther), del "maldito Haman", es decir, hasta estar beodos.

La parte más espiritual de la fiesta incluye un día de ayuno (el pasado jueves, día 14 del mes hebreo de Adat) y lecturas del Libro de Esther en las sinagogas y los hogares, además de rezos específicos para esta fecha y bendiciones especiales antes de las comidas.

La casa y la mesa tienen que estar especialmente arregladas, se deben vestir las ropas del "sabath" (día sagrado de descanso para los judíos) y también se ha de practicar la caridad con los pobres.

Entre los platos típicos están unos dulces llamados Humen-Taschen y conocidos como "las orejas de Haman", el malvado de la historia, que se elaboran con margarina, harina, azúcar y semillas de amapola.

Las ciudades amuralladas, como Jerusalén, disfrutan la fiesta un día después que en el resto del país y, si Purim coincide con el "sabath", como ha ocurrido este año, las celebraciones se alargan durante tres días.

Esta ocasión también se aprovecha para enviar comida y dulces a los amigos y familiares.

La festividad se ha celebrado en Jerusalén bajo estrictas medidas de seguridad y se han establecido puestos de control en la entrada de cada calle de acceso a la peatonal Ben Yehuda, en los que abren todos los bolsos y se pasa un detector de metales y explosivos para impedir que ocurran atentados en una fecha tan especial para la comunidad judía.