Organizada por el Museo Reina Sofía y abierta hasta el 16 de junio, la muestra inspirada en el particular espacio en el que se exhibe está formada por un grupo de trabajos representativos de la larga trayectoria de Abakanowicz (Falenty,1930), considerada como la artista polaca más reconocida en todo el mundo con obra en los principales museos y colecciones de arte contemporáneo.

Representativas de la última producción de la artista, grandes figuras soldadas de acero inoxidable alusivas a la leyenda del Rey Arturo, como Parsifal, Galahad, Mago o Lancelot, se muestran al público por primera vez. También por primera vez en su trayectoria la artista ha creado figuras que están paradas pero que expresan movimiento.

Rodeadas por estas, se muestra un grupo de esculturas muy representativos de la artista como son "Bambini", serie de noventa esculturas de cemento y resina que conforman grupos y que representan el cuerpo de una niña pero sin cabeza "ya que el cuerpo no puede mentir, la cara si", y "Embriologías", grandes piezas en acero "mucho más pesadas, con fracturas que parece que se van a abrir", según Abakanowicz.

La experimentación del espacio del Palacio de Cristal ha sido uno de los aspectos que ha interesado especialmente a la artista en esta exposición, en la que ha intentado plantear un contraste entre la imagen de la naturaleza y la imaginación humana. "Era importante la penetración de la luz a través de fragmentos arquitectónicos que dan vida a las esculturas".

En la obra de Abakanowicz hay "un aspecto artesanal y anti-ingenieril destacado", en opinión de Manuel Borja Villel, director del Museo Reina Sofía, para quien en ella existe voluntad de cuestionar la racionalidad extrema y la creencia en la racionalidad del progreso, "lo que hace su obra muy interesante".

En un mundo de conocimiento universal, de grandes ferias, "esta artista utiliza elementos que tienen que ver con las leyendas los mitos, que contrastan con esa voluntad de conocimiento universal".

Además, según el director, la carpa que cobija las obras tiene mucho que ver con lo nómada "en extrema oposición con el elemento de racionalidad de la modernidad".

Desde que inició su trayectoria, la artista polaca explora la condición humana, la tensión entre lo individual y lo social, la identidad y el anonimato, el deseo, la realidad y al individuo dentro de un conjunto gregario.

Testigo en su infancia de los dramáticos acontecimientos de la II Guerra Mundial en Polonia y de la posterior inclusión de su país en el área de influencia soviética, estudió en la Academia de Bellas Artes de Varsovia y, tras unos primeros trabajos en gouache sobre papel, en los años sesenta comenzó a interesarse por la escultura, utilizando telas y fibras naturales que tejen el soporte al mismo tiempo que forman la imagen creando monumentales formas tridimensionales que llamó "Abakans".

Su obra evolucionó desarrollando, en primer lugar, relieves que dieron paso al volumen posteriormente. A mediados de la década de los años setenta, construyó sus primeras figuras/maniquí, composiciones hieráticas, sin cabeza, hechas de fibras de sisal y yute, piezas que remiten a la obra de Giacometti y Fontana y que constituyen un claro exponente de sus figuras de bronce posteriores.

En los años ochenta amplió el repertorio de materiales de sus composiciones con el empleo de madera, arcilla, metales y piedra.

Durante esta época llevó a cabo una serie de esculturas monumentales en bronce, piedra, hierro y madera, creando además "espacios experimentales permanentes" al aire libre, como los siete grandes discos de piedra del Israel Museum de Jerusalén, las diez cabezas metafóricas de animales del Parque Olímpico de Seúl, o las cuarenta figuras humanas de bronce del Museo de Arte Contemporaneo de la Ciudad de Hiroshima.