Un día antes de que se reúna en el Vaticano con el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, el Pontífice romano habló del Primado de Pedro durante la audiencia pública de los miércoles, celebrada hoy en dos escenarios distintos: la basílica de San Pedro y el Aula Pablo VI, para acoger a las cerca de 20.000 personas asistentes.

Benedicto XVI dedicó la catequesis a la figura del papa León Magno, doctor de la Iglesia, cuyo papado duró 21 años, desde el 440 hasta el 461, durante el que logró disuadir a Atila para que no prosiguiera la invasión de Italia.

León Magno no pudo, sin embargo, impedir la llegada de los vándalos, pero si logró que Genserico, que llegó a las puertas de Roma, no quemara las basílicas de San Pedro, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros.

"León Magno fue un promotor incansable del Primado de Pedro, presentándose como auténtico heredero del apóstol Pedro y de ello fueron conscientes numerosos obispos, en gran parte orientales, reunidos en el Concilio de Calcedonia", afirmó el Papa Ratzinger.

El Obispo de Roma añadió que el "papel" del Sucesor de Pedro (el Papa) es "único en la Iglesia, ya que sólo le fue confiado a un apóstol y comunicado a los otros".

Benedicto XVI agregó que, tanto en aquella época como ahora, "el Primado romano es necesario para servir eficazmente a la comunión, característica de la única Iglesia de Cristo".

En noviembre del pasado año, las iglesias ortodoxas griega y chipriota y el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla (Estambul) reconocieron al Obispo de Roma como "Primer Patriarca", aunque siguen discrepando con los católicos sobre la interpretación de sus prerrogativas.

Oriente y Occidente se separaron con el cisma de 1054. Les separan razones teológicas, como el rechazo de los ortodoxos al primado de la Iglesia de Roma y la negativa de la infalibilidad del Papa.

Visto que el primado de Pedro es uno de los escollos, Juan Pablo II dijo en varias ocasiones que estaba dispuesto a que teólogos y expertos discutieran ese tema para buscar una solución que fuera aceptada por todos.

El Concilio de Calcedonia, del año 451, condenó el monofisismo y definió la doble naturaleza de Cristo, humana y divina, unidas sustancialmente en una sola persona divina.

Los armenios no reconocieron el concilio y junto con la Iglesia Copta (Egipto y Etiopía) y la Jacobita (Irán y Armenia) insistieron en el monofisismo.

Así nació la Iglesia Armenia no católica (existe otra iglesia armenia en comunión con Roma) a la que no se le puede llamar ortodoxa porque es anterior al 1054, cuando el cisma de Oriente.

Esa disputa con Roma duró hasta diciembre de 1996, cuando el patriarca armenio Karekin I y Juan Pablo II firmaron en el Vaticano una "declaración conjunta cristológica" en la que se reconocía la doble naturaleza de Cristo, "humana y divina".

Fue un gran paso hacia la plena comunión, pero todavía les separa la cuestión del Primado del Papa de Roma, cuya autoridad tampoco es reconocida por los armenios.

Durante la catequesis de hoy, Benedicto XVI también se refirió a la liturgia cristiana y dijo que ésta no es un "mero recuerdo del pasado, sino la actualización" de los misterios de Cristo.

Como es habitual, el Papa saludó en diferentes idiomas, entre ellos en español, y tuvo palabras de afecto para los fieles llegados desde España y América Latina, a los que invitó a profundizar en el misterio de la Encarnación y les dijo que Cristo vino al mundo "en ayuda de nuestras debilidades".

Entre los asistentes se encontraba una banda musical de Puebla (México), cuyos componentes, ataviados con grandes sombreros blancos, cantaron al Papa varias canciones del folclore mexicano.