El nuevo espectáculo de los monjes, con "dos horas de pura acción 'kung fu'", tal y como se presenta en el folleto publicitario que se está repartiendo en Barcelona, se titula "Shaolin & WuDang. La otra cara de China".

Esta particular propuesta se ha presentado hoy en la entrada del emblemático mercado de la Boquería, en plenas Rambles barcelonesas, ante la curiosidad de unos y el enfado de algunos que querían pasar a comprar.

Los protagonistas de la exhibición, entre ellos Xiao Ze, un niño aprendiz de Shaolín de 9 años, van ataviados con vestimentas blancas los de Wu Dang, y de color naranja los de Shaolín.

El espectáculo se podrá ver en el Teatro Tívoli de Barcelona del 5 al 24 de febrero y viajará después a Pamplona y a Lleida y más tarde a París, tras haberse exhibido ya en algunas ciudades italianas.

Es una producción del promotor austríaco Georg Hartmann en asociación con el músico chino residente en Austria Cao Wei.

El equipo de monjes, maestros y pupilos que aparece en escena está formado por diecinueve personas, mientras que otra docena se halla detrás del escenario en la parte técnica.

Está apoyado por la música en directo ritual de la "Ying Yang Orchestra", dos de cuyas intérpretes femeninas han mostrado también el sonido de sus instrumentos populares en forma de una especie de flauta y de guitarra.

La orquesta utiliza también otros instrumentos como el violín pequinés o una serie de gongs o de palitos que tañen las cuerdas de una tabla, todos ellos típicos de la Ópera de Pekín o de la música ritual.

La demostración, hoy, de las técnicas que se exhibirán en el escenario ha sido coreada con varios "oh" por los turistas y clientes del emblemático mercado de Les Rambles cuando los monjes de Shaolín han exhibido lo que en Occidente podría conocerse como "romperse la crisma" con la ayuda de una barra, y que aquí ha sido meramente una demostración de control del dolor.

Como si fuera Bruce Lee, un joven monje con el torso desnudo ha resistido sin pestañear, primero, un golpe en su espalda con una barra o palo, que se ha partido y, a continuación, un golpe en su cabeza rapada con otro palo que se ha roto en dos.

Ya con técnicas de artes marciales mucho más relajadas, dos jóvenes monjes Wu Dang, de unos veinte años, han exhibido las contorsiones de su cuerpo en movimientos que se asemejaban a la danza contemporánea, uno de ellos provisto con un gran abanico rojo.

Los monjes, maestros y pupilos pertenecen a dos núcleos monásticos budistas chinos, bastante alejados geográficos el uno del otro, practicantes de budismo zen, los de Shaolín, y de taoísmo, los de WuDang.

Shaolín significa montaña y tiene sus orígenes en una zona boscosa a 1.200 kilómetros de Pekín, mientras que la práctica WuDang, que quiere decir monte, procede de una montaña que está mucho más cerca de la capital china.

Con este espectáculo, que en China no se ve como tal, en un teatro con espectadores pagando entrada, sino que se ofrece en los "Holy festivals", los promotores chino y austríaco pretenden acercar al espectador de Occidente la cultura y tradición chinas.