El pasado mes de diciembre, la cadena de restaurantes Quanjude, la más antigua de China y especializada en la elaboración de este plato, anunció su intención de sustituir los tradicionales hornos de leña donde se asan los patos por otros eléctricos y computerizados, con tecnología alemana.

Ello, según los responsables de la empresa, simplificaría el proceso.

El diario recogió una reciente encuesta llevada a cabo por el portal de internet Sina.com.cn, uno de los más populares de China, según la cual, el 76,8 por ciento de los entrevistados se opuso a los planes de Quanjude.

En cambio, el 62,8 por ciento mostró su preocupación "por la posibilidad de que el pato laqueado se convierta en un plato de comida rápida".

Los participantes en la encuesta alegaron, entre otras cuestiones, que detrás de la elaboración del pato laqueado descansan una tradición y una cultura centenaria que ha pasado de una generación a otra, y que si Quanjude opta por cocinar este plato de un modo automatizado no habrá diferencias entre sus establecimientos y los de comida rápida.

Hecho al estilo tradicional, el pato laqueado tarda unos 45 minutos en asarse al calor de las llamas que desprende el horno, en los que es el cocinero controla el proceso para que la piel quede crujiente y la carne, tierna y suave.

Después, el también llamado "pato de Pekín" es trinchado por el mismo chef frente al comensal.

El primer y más famoso restaurante Quanjude, situado al sur de la plaza Tiananmen, en Pekín, fue fundado en 1864, durante la dinastía Qing (1644-1911) y pasa por ser uno de los principales puntos de atracción turística de la capital china.

Quanjude cuenta hoy con 70 franquicias, cinco de ellas en el extranjero, vende más de tres millones de patos al año a una cartera de clientes de unos cinco millones y ha ganado en Bolsa un total de 52 millones de dólares desde que salió al parqué el año pasado.