Así lo aseguró el prefecto de esa congregación, el cardenal José Saraiva Martins, en declaraciones que publica hoy el vespertino de la Santa Sede, "L'Osservatore Romano", que precisó que el documento está dirigido a los obispos diocesanos y a los postuladores (los encargados de solicitar la beatificación y canonización de una persona venerable).

Se trata, precisó Saraiva, de unas "instrucciones" de cómo proceder a la hora de examinar la admisión de nuevos casos de eventual beatificación y de cómo actuar durante la fase diocesana (la que se realiza en la diócesis donde nació o murió la persona que se pretende sea beatificada).

"Este documento es necesario para responder al nuevo estilo introducido por Benedicto XVI para los ritos de beatificación. La beatificación de un siervo de Dios es algo que toda la comunidad vive en un clima de fiesta y alegría, ya que uno de ellos ha sido elevado a la gloria de los altares. Por ello, es necesario proceder aún con mayor cautela y con más meticulosidad", dijo Saraiva.

El cardenal salió al paso de las críticas que se hacen a la Iglesia de haberse convertido en los últimos decenios en una "fábrica de beatos" afirmando que los "santos existen y no se fabrican".

Saraiva también se refirió a los costes de las causas de beatificación o canonización y aseguró que las mayores cantidades de dinero están relacionadas con las retribuciones a médicos, teólogos y científicos, así como con la recogida de documentación y testimonios.

Tras precisar que los procesos son todos diferentes, el cardenal subrayó que la Congregación para la Causa de los Santos "no dicta los gastos" y que puede "asegurar" que, para reconocer la santidad, "no sirve ni la estatua más bonita ni el bolsillo más lleno".

"Cuando hay de por medio un santo de verdad, es la Iglesia la que se moviliza, y ese mínimo que es necesario se encuentra siempre", manifestó.

El purpurado portugués señaló que la "fama de santidad" es la única que hace que se ponga en marcha un proceso de canonización.

Preguntado sobre cuáles serán los santos y beatos que se proclamarán en 2008, Saraiva indicó que este año serán canonizados cuatro beatos, entre ellos la laica ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo y la monja helvética Beranda Butler, que fue misionera en Ecuador y Colombia.

Actualmente hay pendientes en la Congregación 2.200 causas de beatificación, explicó Saraiva.

Acerca del proceso de beatificación de Juan Pablo II, afirmó que sigue su curso y, "de momento, de tiempos para cerrarlo no se habla".

El camino hacia la santidad tiene tres escalones: el primero es venerable siervo de Dios, el segundo beato y el tercero santo.

Venerable siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica.

Para que un venerable sea beatificado, es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y, para que sea canonizado (santo), es preciso un segundo milagro que debe ocurrir después de ser proclamado beato.

En el caso de martirio, de aquellos que murieron por no renunciar a la fe católica, no es necesario milagro para ser beatificados, pero sí es obligatorio para la canonización.

Para la Iglesia Católica, es mártir quien da la vida por Cristo, quien es testimonio de fe, y no se considera como tal a quien la haya dado por un ideal, aunque sea noble.

Según la normativa de la Iglesia, sólo la canonización implica la autoridad del Papa.

La proclamación de un santo es diferente a la de un beato y uno de los actos más importantes del Papa, ya que en él se acepta la infalibilidad del Pontífice, pues la persona que presenta como santo es un cúmulo de virtudes, ejemplo a seguir para todos.

La Iglesia admite para el beato el "culto privado", es decir en la zona donde nació o ejerció su labor, mientras que al santo se le reconoce el culto universal y es modelo público para todos los creyentes.