Una exposición reúne desde este jueves en Londres los trabajos que Sickert (1860-1942) llevó a cabo entre 1905 y 1912, con los que no sólo reinventó el desnudo femenino, sino que se situó entre los artistas británicos más importantes del siglo XX.

Eran los años previos a la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los crímenes de "Jack el destripador" seguían frescos en la memoria colectiva y los británicos devoraban las historias de Sherlock Holmes, que Arthur Conan Doyle comenzó a publicar en 1887.

Ese es el ambiente que encuentra Sickert cuando, tras vivir en Francia e Italia, decide regresar a Londres e, interesado como estaba por reflejar la realidad, instala su estudio en Camden Town, entonces un peligroso barrio de clase obrera del norte de la ciudad.

Frente a las refinadas Venus y ninfas que ve en los museos, que no duda en calificar de "monstruos obscenos", el pintor fija su mirada en las prostitutas del barrio, indicó hoy el comisario de la exposición, Barnaby Wright, en la presentación a la prensa.

Sus mujeres aparecen tendidas, de forma descuidada, en desangeladas camas de hierro, en posiciones que sugieren más cansancio que placentero abandono, y, en ocasiones, el peinado, las joyas sobre sus cuerpos desnudos o la ropa apilada en una silla cercana confirman su condición de prostitutas.

El pintor juega con los estándares de decencia de la época y muestra de forma gráfica los genitales femeninos, algo considerado tabú entonces, y modifica el punto de vista para convertir al espectador en un "voyeur" que ha entrado en la habitación.

Sickert estaba probablemente en París cuando una prostituta de Camden Town llamada Emily Dimmock fue asesinada en la madrugada del 12 de septiembre de 1907, un caso que ocupó las portadas de los periódicos hasta la detención y posterior absolución del principal sospechoso, el artista Robert Wood.

"El asesinato de Dimmock dio de repente un nuevo significado al trabajo de Sickert y la gente empezó a estar muy interesada por su obra", indicó el comisario de la exposición, que destacó cómo también el pintor también se vio influido por el caso.

El crimen pudo ser la inspiración para la inclusión de un personaje masculino vestido junto a la mujer desnuda que aparece en las obras que el mismo Sickert tituló como "The Camden Town Murder" (1908) o "L'Affaire de Camden Town" (1909).

Esos cuadros incluyen otras alusiones al caso, como, por ejemplo, una palangana que hace referencia a aquella en la que, según las crónicas periodísticas, el asesino se había lavado las manos tras el crimen.

Pero los cuatro provocadores óleos que pintó en relación con el asesinato de Camden Town, juntos por primera vez, no son imágenes del asesino en un sentido estricto e, incluso, el artista jugó a la ambigüedad, dando distintos títulos a esas obras en las diferentes exposiciones en las que las mostró.

Esa fascinación por las historias de crímenes también le llevó a interesarse por los asesinatos de "Jack el destripador" en el otoño de 1888 y llegó a creer que había dado con la identidad del asesino.

Tomando como base una historia escuchada a su casera, el pintor mantuvo que los crímenes que sembraron el terror en el barrio de Withechapel, en el este de Londres, fueron cometidos por un estudiante de veterinaria que se había alojado en ese mismo edificio.

Hasta llegó a pintar la que creía siniestra y oscura guarida del psicópata en su cuadro "Jack the Ripper's Bedroom".

Ese interés llevó a la escritora estadounidense Patricia Cornwell a mantener que el hombre que asesinó a cinco prostitutas en el Londres victoriano y que nunca fue atrapado no era otro que Sickert y que, incluso, cometió también los asesinatos de Camden Town.

En opinión del comisario de la exposición, que puede verse hasta el 20 de enero próximo en el Instituto Courtauld de Londres, esas teorías, muy descartadas en la actualidad, hubieran divertido al pintor, tan aficionado como era "a las cuestiones de identidad".