Si al inicio del proyecto la idea de las instituciones vascas de levantar en Bilbao un Museo de Arte Contemporáneo en colaboración con la Fundación Solomon Guggenheim de Nueva York recibió críticas tanto de tipo político, como económico (por el enorme gasto que iba a suponer en época de recesión en Vizcaya), como cultural (por el temor a que se convirtiese en un caso de colonización artística), éstas se apagaron durante el primer año de funcionamiento, al rebasar con creces el objetivo de atraer medio millón de visitantes.

Diez años después de su inauguración, el museo celebra su aniversario sin ningún tipo de controversia económica, política o social, respecto a la utilidad que el equipamiento cultural ha tenido a la hora de situar a Bilbao en el mapa de los circuitos artísticos internacionales de primer orden y en actuar como motor de la regeneración urbana y económica de la villa y del País Vasco.

Realizado en piedra y cristal y revestido de titanio, característica que le hace único en el mundo, el Museo Guggenheim de Bilbao destaca también entre todos los existentes en la actualidad por su tamaño, con 11.000 metros cuadrados de espacio expositivo disponible.

La construcción del inmueble, incluyendo los gastos de explotación hasta su apertura, impuestos y gastos varios, tuvo un coste final para las arcas de las instituciones vascas de 27.705 millones de las antiguas pesetas (unos 166,5 millones de euros), según el informe de fiscalización realizado en su día por el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas (TVCP).

El Museo Guggenheim de Bilbao ha llevado a cabo en sus diez primeros años de existencia un total de 54 exposiciones temporales aunque no siempre fueron de arte contemporáneo o moderno, como reza su definición, sino que abarcó también al arte clásico, al arte etnográfico de culturas como la azteca, la china, la africana o la rusa y otras más difíciles de encuadrar en el concepto de arte como las dedicadas a la historia de la motocicleta o a los vestidos diseñados por el modisto italiano Giorgio Armani.

Los visitantes pudieron ver también muestras dedicadas a artistas de la talla de Andy Warhol, Anselm Kiefer, Mark Rothko, Calder, Richard Serra, Rauschenberg o los vascos Oteiza, Chillida y Cristina Iglesias, entre otros grandes creadores contemporáneos.

Estas exposiciones atrajeron al museo, durante su primera década de existencia, a casi 10 millones de personas, mientras que 15.800 vizcaínos se convirtieron en Amigos del Museo, la cifra más alta de socios individuales conseguida por un museo español, según precisaron fuentes de la pinacoteca.