Impreso inicialmente en Francia en junio de 1857 y luego mutilado por la censura, el poemario se reedita este mes en una cuidada edición bilingüe, acompañada por ilustraciones que magnifican los versos del irreverente poeta, crítico y ensayista francés.

Autor de vida bohemia, apariencia "dandy" y carácter atormentado, Charles Baudelaire (1821-1867) escribió en "Las flores del mal" versos que rompieron con el romanticismo imperante en su época, asentaron los principios estéticos del simbolismo y escandalizaron a la sociedad por su temática libertina.

Un siglo y medio después de ver la luz, la lírica sórdida y sublime de Baudelaire continúa impactando al lector, y se presenta renovada por las ilustraciones de Joos, capaces de aportar una nueva dimensión a los versos y de llegar a un público más amplio.

Con técnicas tan variadas como la acuarela, la tinta china o el pastel, y en formato de viñetas, recuadros o a toda página, las ilustraciones elevan a cotas más altas -si cabe- el poder evocador de los 58 poemas seleccionados para su inclusión en este volumen.

Si por los versos de Baudelaire desfilan las pulsiones más oscuras e insondables del alma humana, en los obras de Joos predominan el negro y el rojo, plasmados con trazos gruesos y vehementes, entre el expresionismo y el impresionismo contemporáneo del poeta.

Joos, ilustrador del mundo del jazz y profesor de cómic, pintura y guión, explora en algunos de sus dibujos el carácter visual y descriptivo de los versos de Baudelaire, como en los poemas "El albatros", "La belleza", "Una dama criolla" o "Spleen".

Para otros, como "Elevación", "Obsesión", "Recogimiento", "El crepúsculo vespertino" o "Alquimia del dolor", el artista belga se decanta por pinturas no figurativas para recrear con formas abstractas y tonalidades las sensaciones suscitadas por las rimas.

Las obras de Joos alumbran así el viaje de Baudelaire en busca de la belleza y de la salvación, un periplo que el poeta narra en sus versos y que le condujo al hastío (que él denomina "Spleen"), a vagar por las calles de París (como "flaneur" o caminante), a entregarse al vicio y a su "descenso a los infiernos".

Baudelaire concibió "Las flores del mal" como un libro más que como un poemario, estructurado como recorrido a través de los capítulos "Al lector" (preámbulo en que declara sus intenciones), "Spleen e ideal", "Cuadros parisinos", "El vino", "Flores del mal" y "Rebelión", cuyo último poema es "La muerte".

Cuando el "poeta maldito" por excelencia publicó su obra magna a mediados del siglo XIX, el gobierno francés le acusó de "ultraje a la moral pública y a la religión", le sancionó con una multa y le obligó a suprimir seis de los poemas del libro de las ediciones posteriores, censura que no se levantaría hasta 1949.

Influido por literatos como Téophile Gautier, Edgar Allan Poe o De Quincey, Charles Baudelaire fue también un gran amante de la pintura, una pasión que cultivó en sus críticas artísticas, que él consideraba tan importantes como su obra lírica.

El legado de "Las flores del mal" fue fundamental para la obra de los poetas simbolistas Paul Verlaine, Stéphane Mallarmé o Arthur Rimbaud, y su influencia también se extendió hasta la corriente modernista hispanoamericana y las vanguardias.