La exposición, en la galería Agnew's, ha sido organizada por Daniella Luxembourg, figura muy conocida del mercado internacional del arte, que formó parte de la casa de subastas Phillips, de Pury & Luxembourg hasta que vendió su participación hace tres años.

Luxembourg, que se ha establecido por su cuenta como marchante y asesora de arte en Londres, Ginebra y Nueva York, tres principales mercados, ha dedicado los últimos años a recorrer Europa en busca de algunos de las obras que se salvaron del incendio promovido por el régimen nacionalsocialista.

"Siempre tuve la idea de que el arte de esa época estaba infravalorado, así que me dediqué a viajar por Europa", explica Luxembourg, que dice haber encontrado la mayoría de las piezas que integran la exposición en Italia y Alemania.

"He querido montar una exposición de arte alemán por su enfoque utópico del modernismo en el período que va de 1910 a 1930", explica la marchante.

"La cultura era entonces parte de los cambios políticos y sociales, y aquellos creadores lograron liberar al arte de dogmas e ideas preconcebidas. El arte era realmente importante", recuerda Luxembourg.

La experta de origen judío, que perdió a diez familiares en el holocausto, convenció a los propietarios de las obras expuestas ahora en Londres de que era un buen momento para vender puesto que el mercado está sediento de obras de esa calidad artística.

Aunque con la llegada de Adolf Hitler al poder en 1933 se perdió toda aquella creatividad, el arte del período anterior sigue teniendo una gran relevancia, afirma Luxembourg.

"Lonely Profets" (Profetas Solitarios), nombre de la exposición, reúne obras de algunos de los artistas centroeuropeos más importantes de la turbulenta República de Weimar.

Se trata de figuras como Ernst Ludwig Kirchner, Max Pechstein, Oskar Kokoschka, Paul Klee, Lyonel Feininger, Otto Dix, Georg Grosz y Hans Arp, Christian Schad, Rudolf Schlichter o Carl Grossberg.

La exposición incluye hasta cuarenta pinturas, trabajos sobre papel y esculturas tanto del movimiento expresionistas como de la llamada Nueva Objetividad, que constituyó la primera reacción contra el expresionismo.

Por cierto que este último movimiento, del que forman parte figuras como los citados Schad, Schlichter, Grossberg o Manfred Hirzel, entre otros, fue objeto de un importante homenaje en el Museo de Arte Moderno de Nueva York con una exposición centrada en el retrato y titulada en inglés "Glitter and Doom".

Todos los artistas expuestos en la exposición londinense, que incluye a los representantes del movimiento denominado "Die Pathetiker" (Los Patéticos), estuvieron incluidos en la exposición de "arte degenerado" que organizaron los nazis en 1937

Los cuadros del suizo Paul Klee, por ejemplo, fueron comparados entonces por los nazis al arte del que eran capaces los retrasados mentales.

Cerca de 16.000 cuadros fueron descolgados de un centenar de museos alemanes, obra de artistas tan acreditados como Kirchner, Dix, Backmann, Nolde, Käthe Kollwitz y tantos otros, que se salvaron afortunadamente de la quema y hoy forman parte de las más prestigioas colecciones del mundo.

La exposición organizada por Luxembourg reúne importantes obras de ese período, desde el impresionante retrato del musicólogo Leo Kerstenberg, pintado por Oskar Kokoschka en 1926, hasta el recién descubierto de la actriz brechtiana Karola Neher, de Rudolf Schlichter.

Figuran también en la muestra retratos de Dix, como el que hizo de su colega Jankel Adler, deliciosos Klee, dibujos y óleos que muestran la fascinación de Grossberg por la maquinaria industrial, un muy sensual semidesnudo femenino de Beckman, y dos magníficas esculturas de Rudolf Belling, una de ellas, la icónica "Cabeza (de mujer)", claramente inspirada por el constructivismo ruso.