La campaña de la Administración Turística del Tíbet supondrá por ejemplo bajar los precios del viaje por avión, desde los 700-800 euros que cuesta en verano un billete de ida y vuelta hasta 400 en los meses invernales, según las cifras que aporta "China Daily".

También se busca convencer a viajeros y agencias de viaje -que en la estación fría no suelen ofrecer tours al Tíbet- de que el invierno puede ser una buena estación para viajar al Techo del Mundo y no es tan fría como muchos viajeros piensan.

Pese a la altitud (casi 4.000 metros en la capital, Lhasa) las bajas latitudes de la meseta tibetana, el clima seco y las muchas horas de sol hacen que la temperatura media en los meses fríos sea de unos 10 grados, y el invierno sea más llevadero en el Tíbet que en ciudades como Pekín o Shanghai.

La Administración de Turismo negociará la bajada de precios con líneas aéreas y hoteles, aunque se espera que el precio de los billetes de tren se mantenga en unos 100 euros (sólo ida).

La campaña también podría buscar frenar la "invasión" de turistas chinos que la llegada del primer tren al Tíbet está causando en verano, y que está haciendo muy difícil o casi imposible conseguir en esa época reservas de hotel, billetes de tren y avión o entradas al Palacio Potala, que limita el número diario de visitantes.

Entre enero y septiembre de 2007, un año después de que se inaugurara el controvertido tren tibetano, el número de turistas aumentó un 65 por ciento con respecto al mismo periodo de 2006, ascendiendo a 3,8 millones de turistas (cifra mayor incluso que la de la población tibetana).

Los grupos independentistas en torno al Dalai Lama acusan a Pekín de estimular el turismo al Tíbet como una forma más de "colonizar" la zona, después de haber concentrado la mayor parte del poder de la región autónoma en manos de la etnia Han, mayoritaria en China.