"Los territorios en un radio de cincuenta kilómetros en torno a Chernóbil no podrán ser habitados nunca", dijo Alexéi Yáblokov, dirigente del partido ecologista ruso Los Verdes.

Yáblokov, académico y especialista en asuntos ecológicos, dijo que actualmente al menos cinco millones de personas viven en las zonas contaminadas por la explosión del 26 de abril de 1986 en los territorios de Ucrania, Rusia y Bielorrusia.

"Han pasado 21 años y, aunque parece que el nivel de radiación en el suelo es menor, en realidad es cada vez mayor el número de gente contaminada", subrayó Yáblokov citado por la agencia Interfax.

Explicó que la gente se contamina porque consume alimentos (carne y vegetales) contaminados con radiación que se encuentra en el subsuelo, productos que también llegan a otras regiones.

Según Yáblokov, en las zonas contaminadas la mortandad es hasta el 4 por ciento mayor que en otras regiones y en los próximos quince años supondrá la muerte de al menos 300.000 personas.

Actualmente, Chernóbil está administrada por una entidad estatal encargada de su seguridad y de ejecutar un programa para el desmontaje de los reactores y reciclaje del combustible nuclear de tres de sus cuatro reactores.

La explosión en el cuarto reactor esparció al medio ambiente al menos 200 toneladas de material nuclear con una radiactividad de 50 millones de curies, equivalente a unas 500 bombas atómicas como la que estalló sobre Hiroshima.

Por efecto inmediato de la explosión murieron 31 personas entre operarios y bomberos, y en años sucesivos no menos de nueve millones más fueron contaminadas por la nube radiactiva que cubrió Ucrania, Bielorrusia, Rusia y otros países de Europa.

De acuerdo a las estadísticas oficiales, 2.300 poblaciones y aldeas en 12 regiones de Ucrania quedaron contaminadas con radiactividad, lo que obligó la evacuación de centenares de miles de personas.

Aunque no hay cifras oficiales definitivas, fuentes ucranianas, rusas y bielorrusas calculan que en los últimos 20 años al menos 350.000 personas murieron a consecuencia de la radiactividad que produjo la explosión.

Durante los primeros días que sucedieron la explosión, en medio del más estricto secretismo oficial más de 850.000 militares, obreros, ingenieros, y especialistas de toda la Unión Soviética fueron movilizados a la zona del siniestro.

A marchas forzadas, este ejercito de hombres y máquinas construyó a corto plazo el "sarcófago", una enorme coraza de acero y hormigón para cubrir el cuarto reactor destruido y centenares de toneladas de escombros altamente contaminados de radiación.

El trabajo de estos hombres salvó al planeta de un enorme y letal foco radiactivo, pero le costó la vida o convirtió en inválidos a la mayoría de los que participaron en las obra.

Los llaman los "liquidadores" y, según organizaciones sociales, en los tres países se contabilizan más de medio millón, que necesitan ayuda médica porque su salud empeora con los años.

El presidente ucraniano, Víctor Yúschenko, anunció ayer que en el curso de este año comenzarán los trabajos para construir un segundo "sarcófago" sobre el antiguo, que tras veinte años está muy deteriorado y presenta numerosos grietas y fugas.