España mantiene el liderazgo mundial en donación -con una tasa del 33,8 por millón de habitantes- y trasplantes desde hace catorce años.

En el área infantil -pequeños hasta 15 años- en 2006 se hicieron 150 intervenciones y el registro histórico contabiliza 2.266, según la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).

Actualmente hay dos niños -una bebé en A Coruña y otro en Madrid- que esperan un corazón pequeñito. Otros cuatro menores necesitan un trasplante de intestino, nueve de pulmón, 19 de hígado y 29 más de riñón, según informó a Efe el Coordinador Nacional de Trasplantes, Rafael Matesanz.

En las intervenciones renales, el tiempo medio puede ser de un año, mientras que en las demás son entre dos y seis meses de espera y en el caso del corazón es imprevisible, producto de una casualidad, por las coincidencias de tamaño y grupo sanguíneo que precisa.

"El tamaño del corazoncito de un recién nacido es como una tarjeta de crédito -explicó Matesanz-. Encontrar uno que cuadre perfectamente entre donante y receptor es complicadísimo".

El pasado año se hicieron 69 trasplantes hepáticos, 58 renales, 10 de intestino, 7 cardíacos y 6 pulmonares..

En ocasiones, la cifra de operaciones no depende tanto de la oferta de órganos como de la demanda, ya que "cuando es posible se da prioridad a los niños, como en el caso de riñón e hígado", dijo a Efe Matesanz. En estos dos supuestos se aplica además la donación en vivo, en su mayoría de padres a hijos o entre hermanos, "con una supervivencia bastante buena".

Sin embargo, en las pulmonares y, sobre todo, de corazón, hay una limitación: la concordancia de tamaño, aunque en el caso del pulmón es posible hacer una reducción.

INTERCAMBIO DE ÓRGANOS

Los trasplantes de corazón en bebés son "operaciones de verdadera filigrana, que los cirujanos hacen con lupas y una habilidad tremenda", para conectar una serie de venas y arterias "que son como cañerías, con un tamaño determinado y acorde entre donante y receptor", afirmó Matesanz.

En 2006 hubo 47 donantes infantiles, y de ellos 13 de entre 0 y 2 años para los cuatro grupos de sangre, "por lo que las posibilidades de encontrar un corazón compatible son pocas, en cualquier país".

El supuesto cardíaco infantil -con un registro histórico de 216 intervenciones- origina el mayor intercambio de órganos con Europa.

"Si aparece un donante y no hay receptor de esas características, los órganos sobrantes se ofertan a los países europeos y éstos hacen lo mismo con nosotros", explicó.

El donante infantil es "tan escaso y preciado" que un corazón puede obligar a desplazamientos larguísimos si puede salvar una vida.

Los trasplantes pulmonares (77 en el registro histórico) se suelen dar en adolescentes con fibrosis quística. Si no es posible encontrar uno de su tamaño, se puede trasplantar un lóbulo de adulto.

El renal es el trasplante más antiguo. En total se han practicado 1.065 en niños y cada año se hacen entre 60 y 75, que vienen a ser los que hay en lista de espera, ya que pueden recibir un órgano adulto y tienen prioridad.

En los hepáticos (875 desde que comenzaron), los pequeños pueden recibir un hígado infantil o uno adulto previamente reducido para encajar en el abdomen.

Además, en los últimos años se ha desarrollado un tipo de intervención casi específicamente infantil, el trasplante de intestino, que suele estar asociado a otras vísceras por una enfermedad que ha destrozado el sistema digestivo. Se han hecho 33 desde el principio y 10 de ellos en 2006.

El hospital madrileño de La Paz es el único que lo practica en España y uno de los pocos en el mundo por su complejidad. Y "al niño le cambia la vida", asegura Matesanz.

Hace ahora un año, Cristina, de 15 meses, recibió seis órganos: estómago, duodeno, intestino, páncreas, hígado y bazo.

La pequeña evoluciona bien, dijeron a Efe fuentes del centro sanitario, y hace vida prácticamente normal, libre de nutrición parenteral desde tres semanas después de la operación.

Casi todos los ´récords´ de supervivencia a largo plazo en España y en el mundo son de niños, ya que su estado general suele ser mejor y tienen menos complicaciones extratrasplante.

El mayor lo ostenta una joven a la que se trasplantó el hígado en 1985, cuando tenía siete años, en una de las primeras intervenciones que hizo el doctor Carles Margarit. En el caso del corazón, una mujer que lo recibió hace 21 años, cuando era adolescente.

Los datos de supervivencia son superiores a las de los adultos, grupo en el que oscilan entre el 50 y 60 por ciento en los trasplantes pulmonares -a los cinco años de la operación-, el 65 por ciento en el hepático, el 70 por ciento en el cardíaco y el 80 por ciento en el órgano del riñón, que en los niños "es más del noventa y muchos por ciento", indicó Matesanz.

LOS INMIGRANTES CERCA DE LOS ESPAÑOLES

La tasa global de donación en España en 2006 se situó en el 33,8 por millón de habitantes, y las negativas familiares en torno al 15%, la cifra más baja en todo el mundo, y "un factor sobre el que todavía se puede actuar", aseguró el director de la ONT.

La tasa se ha ido reduciendo cada año, y "ante un fenómeno que podría haber provocado lo contrario, la población inmigrante", a la que van a orientarse campañas próximas.

Un 8,4 por ciento de los donantes son de nacionalidad no española. De ellos, la mitad son de origen europeo, más de un tercio latinoamericanos y el resto africanos, asiáticos y de América del Norte.

Es significativo, destacó Matesanz, que ciudadanos de países latinoamericanos, donde la negativa familiar es del 70-80 por ciento, "donan casi al mismo nivel que los españoles", probablemente por la labor de los coordinadores de trasplantes.

El problema surge con personas de países en los que dar órganos "es algo ajeno a su cultura", por lo que llegar a ellos es muy complicado, y un aspecto que hay que trabajar, concluye.

De cuando en cuando se hacen públicas peticiones de un órgano por familiares de un enfermo. El Real Decreto de 2000 que regula la donación y el trasplante prohíbe estos llamamientos, que son "inútiles", ya que no hay donaciones dirigidas "salvo si son en vida", precisó Matesanz, "y se viven mal desde las listas de espera, donde uno confía que el sistema sea equitativo y con todas las garantías".