Lanzado desde la base kazaka de Baikonur a bordo de un cohete ruso Soyuz a las 05.19 GMT, el satélite de pruebas abrirá el camino a la flota de 30 aparatos que configurarán en 2010 el sistema de navegación europeo.

La misión de lanzamiento fue calificada de "éxito" por la Agencia Espacial Europea (ESA), responsable del proyecto junto a la Unión Europea (UE).

La fase balística, que consistió en poner el satélite en una órbita media de algo más de 23.000 kilómetros de la Tierra culminó a las 09.01 GMT y tres horas y media más tarde Giove A desplegó sus paneles solares, lo que marcó el final feliz de la misión.

Giove A no será uno de los satélites del sistema Galileo, pero su labor de prueba, completada por Giove B -que será lanzado en abril próximo- allanará el camino para la red de satélites operativos que tejerá el proyecto europeo.

El objetivo de esos dos satélites será, en primer lugar, ocupar las órbitas atribuidas a la ESA por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), que se las daría a China si las encontrara vacías en mayo próximo.

"Son unas órbitas y unas frecuencias muy preciadas y no podemos dejarlas escapar. Esa es una de las misiones de Giove A", dijo a EFE un portavoz de la ESA.

Pero Giove A tiene otras funciones, ya que se trata del primer satélite que la ESA envía a una órbita media, un punto idóneo para el emplazamiento de satélites de navegación.

Hasta ahora, los europeos habían enviado satélites de comunicaciones, situados en una órbita geoestacionaria -a unos 36.000 kilómetros de la Tierra-, o misiones interplanetarias, con órbitas especiales.

Giove A y B proporcionarán información sobre las particulares condiciones que existen en la llamada órbita media, unos datos que servirán para los 30 satélites de la red Galileo.

También probará algunos de los instrumentos que equiparán los satélites de Galileo, en particular el reloj atómico más preciso jamás enviado al espacio.

Este mecanismo es una de las claves de la precisión que tendrá Galileo, ya que permitirá combinar datos en tiempo real procedentes de diferentes satélites y todo ello con escaso error de tiempo, lo que le confiere una gran capacidad de acierto.

Gracias al reloj, el sistema europeo podrá localizar un punto en la Tierra con un error de un metro, frente a los 15 metros del actual GPS.

Los satélites del sistema Galileo estarán situados en tres órbitas circulares sobre la Tierra y lanzarán una señal de radio codificada constante que permitirá conocer en tiempo real la posición exacta de un cuerpo.

Aunque el despliegue definitivo de Galileo no está previsto hasta 2010, desde dos años antes la ESA contará con cuatro satélites de navegación en el espacio y con los centros de tierra operativos, lo que le permitirá comenzar a comercializar los servicios en Europa.

Habrá que esperar a que se envíen al espacio los otros 26 satélites para que Galileo cubra el conjunto del globo, incluidas las zonas de sombra que en la actualidad tiene GPS.

Con la puesta en órbita de Giove A, Galileo da su primer paso en el espacio, tras diversos retrasos políticos y burocráticos en Tierra.

Valorado en 3.800 millones de euros, Galileo es considerado por la UE como su proyecto más rentable, ya que cuenta obtener, al menos, 4,6 veces más de lo invertido.

El atractivo del proyecto ha permitido a la ESA recibir ofertas de múltiples países deseosos de invertir en Galileo. China lo ha hecho con 200 millones de euros e Israel con 18 millones.

México, Brasil, Australia, India, Marruecos, Corea del Sur y Ucrania están en negociaciones para integrar el capital del proyecto, mientras que Argentina, Chile, Malasia y Canadá han mostrado su interés en hacerlo.