La honda huella que dejó a su paso el cuarteto del venerable Dave Brubeck necesitó varios días de recuperación. La quinta jornada del Jazz sanjavier presentó un interesante programa doble: el elegante swing del Manhattan Jazz All Stars, dirigido por el baterista Lewis Nash, y el blues electrificado y feliz de la cantante y guitarrista Deborah Coleman, que tuvo como espectador de excepción a Mariano Rajoy.

El swing, su sentido del color, la inteligencia de sus solos, hicieron que el espléndido Lewis Nash tejiera una compleja trama enfatizada por los solistas en beneficio de un discurso diáfano, y, el festín sonoro concluyó en pura catarsis.

Lewis Nash ha trabajado, como el resto del septeto - el trompetista Lew Soloff, el altoísta Vincent Herring, el tenor Eric Alexander, el trombonista Wycliffe Gordon, el contrabajista Peter Washington y el pianista Bill Cunliffe -, con los mejores músicos. Fue miembro del trío de Tommy Flanagan, grabó varios discos con la gran dama del jazz Betty Carter, y fue reconocido como el gran baterista de su generación - inventivo, lleno de recursos, y de un buen gusto infalible.

Con Manhattan Jazz All Stars no sólo se ha rodeado de grandes instrumentistas, sino que ha resucitado el swing, con elementos distintivos del blues y el gospel, que hizo famoso al Modern Jazz Quartet, los Jazz Messengers o los quintetos de Miles Davis.

Si no lo sabes de antemano, no es fácil adivinar que el líder de la banda es el batería, porque permuta constantemente el grupo con una distribución de sonido perfecta; casi parecía una sesión de estudio. Así es como suenan las bandas bien dirigidas, y esta es un buen ejemplo.

"Sin ritmo, tu corazón no latiría", dijo una vez Frank Sinatra. El ritmo es el corazón del jazz, y en el caso de la Manhattan Jazz All Stars es algo explícito: la música del grupo fue penetrando en los compases como la quilla de un rompehielos.

El concierto recorrió la gama de los formatos instrumentales, desde el septeto en pleno con que terminaron en clave bebop alegre y bienhumorado - el trombonista haciendo un gracioso y rítmico scat - al emocionante dúo formado por trombón y contrabajo (momento en que se produjo una ligera algarada al entrar Rajoy perseguido por una nube de fotógrafos y cámaras, que con sus luces provocaron las protestas de parte del público), o el trío de piano, contrabajo y batería.

Nash enfrentó en varias ocasiones al saxo tenor y al trompetista contra una temible sección rítmica en formación de quinteto, y todas las combinaciones funcionaron como un mecanismo de relojería.

El repertorio abarcó piezas de Ellington, Miles Davis o Fats Waller, tocadas en encantadores duetos de Nash con uno u otro metal y secuencias fulgurantes de solos. Una propuesta global de pasmosa contundencia.

La segunda parte del concierto fue protagonizada por la guitarrista, cantante y compositora de Virginia Deborah Coleman. Menuda, de manos pequeñas y aspecto frágil, pero flexible y resistente como un junco, es una de las estrellas emergentes del blues gracias a su combinación de blues desgarrado y soul profundo.

Increíble guitarrista con una técnica endiablada, cuando entra en acción con su Fender Telecaster , que toca como si la aguijoneara, es como una jam de blues al rojo vivo y a toda mecha. Se gana a pulso la reputación de ser la guitarrista femenina de blues más fuerte del momento, con un estilo donde se reconoce la influencia de Hendrix y Albert King. De hecho ha sido nominada nueve veces a los premios Handy.

Además se muestra sexy moviéndose por el borde del escenario, escudriñando al público, que termina poniendo a sus pies. Quizás no haga nada nuevo, pero su voz potente y su guitarra cruda compensan la ausencia de innovación.

En todo caso ya tiene algún tema grande, como "(No fury) like a woman in love", y pone la carne de gallina en "The Dream", donde su guitarra suena como encantada. Un poco de Bo Didley con fuzz, otro de Allman Brothers (empezó "Goodbye Misey" como si fuera a sonar "Tequila" de los Champs, y acabó pareciendo un tema de los hermanos Allman), unos solos de guitarra intensa y un amplio surtido de ritmos con pegada hacen de esta blueswoman soulera algo a tener muy en cuenta. Si te topas con ella, busca un refugio antiaéreo porque es un misil a punto de estallar.